Los tres músicos –piano, contrabajo y batería– están vestidos igual. Pantalón oscuro, camisa blanca, corbata. Recortados contra el telón rojo del Bebop Club parecen sacados de cualquier club de jazz en algún subsuelo neoyorquino.
Entonces entra él. Pese a la sobriedad del atuendo (pantalón, camisa, chaleco), los zapatos plateados y el saxofón blanco lo delatan: es Roberto Pettinato y no va a subirse a un escenario sin incurrir en un par de excentricidades.
Entre tema y tema habla. No puede evitarlo. La verborragia pettinatiana siempre tiende hacia el humor absurdo sin dejar de mostrar un costado didáctico a la hora de explicar que "esta canción es para el día en que te dejaron tu mujer y tu amante porque no sabés lo que es el amor", pero sin dejar de documentar el origen y la razón de cada pieza del repertorio.
"Jazz para familias disfuncionales", define él mismo, abrazando al micrófono. Algo de cierto habrá en la definición, porque su repertorio se aleja de los "standards" y coquetea con el "free jazz", menos amigable al oído, pero mucho más virtuoso; un terreno donde Petinatto demuestra todo lo que ha crecido como instrumentista desde la prehistoria de Sumo hasta hoy.
Este jueves 24 a las 20:30 hará con su banda la última presentación de #Jazzbucks, su ciclo de jazz en el Bebop Club.
- Porque el jazz debe ser un fino y delicado corte en la piel de una persona, de esas cicatrices que
quedan bien. No puede ser un niño peinado hacia atrás yendo prolijo al colegio. Ese jazz imperó e impera durante años en nuestro país. Aquí todavía se habla de Oscar Peterson. El jazz del ciclo "jazzbucks" es un chiste porque quise parodiar a los grupos que hacen jazz de "coffee table", pero finalmente me encontré con la esencia nuevamente, que es el free, y una violencia delicada y amorosa. Una música que no podes parar de mirar, aparte de escuchar. Eso es arte.
- Vamos a hacer dos discos en el futuro inmediato. Uno con lo que hacemos y otro con temas propios.
- Muchos piensan que hablar de edificios de antes y de ahora es lo mismo, por ejemplo. Y no lo es. Como el invento del nylon, el tetra-brick, los distintos plásticos aplicados, las estructuras, los edificios conceptualmente dejaron de ser los mismos edificios de nuestros padres. Esto mismo se aplica a la música. No tiene sentido Tan Biónica y Spinetta en un mismo concepto si bien ambos usan instrumentos eléctricos comprados en la calle Talcahuano. ¿Buenos músicos? ¿Qué son los buenos músicos? ¿Qué es alguien que tiene buena letra? ¿Qué es un niño que se porta bien? ¿Bien para qué, para quiénes? ¿Con qué sentido? Existen los buenos músicos. Imagino que sí, tal vez hoy estén enterrados en la fosa de un teatro tocando una opereta. Pero Hendrix es un artista y Syd Barrett también.... y justamente no eran tan técnicos ni tan buenos músicos. Eran artistas que elevan el concepto como si entrásemos a una exposición de pintura.
- Porque solo tienen que mirar quién lo está haciendo y te das cuenta qué es copiar y qué es ser. Para
ser Letterman o Jay Leno, hay que serlo. No se puede copiar. Susana también tenía una ciudad atrás y un escritorio adelante. Es más, a veces creo que era más "late nigth show" cuando hacíamos Orsai con
Bonadeo, que otra cosa.
- Yo no hago stand up. Yo soy el stand up. Punto final. No conozco a los demás, pero no viven lo que
dicen muchos de ellos. Quieren escribir algo gracioso. Yo vivo algo gracioso. Es distinto y eso me convierte en un genio del género. Y todavía no empecé a hablar de mí (ríe). Solo repito lo que la gente dice.
- Veremos el tema radio. Quiero volver a las 6, justamente con ese humorista monologuista que se levanta temprano. También una obra de teatro que se viene después de todo esto, la gira del verano seguramente en Pinamar... veremos.
- Si quieren conocer a las mujeres, algo que ni siquiera Freud supo descular, les cuento esta pequeña historia tonta y así funcionan las cosas: ellos habían peleado duramente. Durísimo, a los gritos, con insultos, con las frases "no te quiero ver más", "andate de mi vida", etcétera. Él va en taxi y la sorprende tocándole el timbre de su departamento con lágrimas en los ojos y le dice: "Por favor bajá dos segundos, estoy con un taxi en la puerta. Solo quiero darte un abrazo y que nos calmemos". Ella se queda un segundo de silencio y le dice: "ah, ¿qué? ¿no vas a subir?".