El Juego de la Copa: entre el espíritu de Vera y la ausencia de Benítez

¿Sintió tensión? De eso se trata este juego entre macabro y placentero. Algunos se aferraron a la fe de espíritus del pasado para imponer la mística que revolotea en ese mismo terreno. Mientras tanto, 'Viruta' fue el guía espiritual y el 'Cebolla' no tuvo temor a las represalias, movió la Copa y terminamos sellando el boleto. Seguimos en carrera para ganar el juego

"¡Pato! ¿Estás ahí?". En una noche no apta para escépticos, la naturaleza nos habló. Alguno se animó a pedirle a Pastoriza si podía dar una mano porque la cosa se estaba complicando y el Juego de la Copa estaba aburriendo a todos. Y, como bien sabemos, cuando más terreno gana el silencio, más crece el miedo de que aparezca algún engendro maligno que rompa la Copa y estire la maldición.

A decir verdad, los sustos que tuvo Caruso fueron más por las actitudes fantasmagóricas de su arquero que por los hombres de Rojo poseídos por antiguas glorias del pasado que ya no están entre nosotros e intentamos invocar a cada rato.

El 'Duende' Pisano saltó de costado a costado de la cancha molestando, pero sin terminar de convertirse en un ser con peso en el panorama esotérico que dominó Avellaneda. El espíritu de Vera era el que mandaba. Un tipo tranquilo, que en el pasado supo ser un sabio de los inicios del fútbol y hoy, en un cuerpo que no parece concordar demasiado con sus precisas ideas, se las arregla para guiar a un equipo que ama el género de suspenso.

Mientras tanto, Benítez estuvo más cercano a ser un ente que a ese diablillo que prendió fuego media ciudad el sábado pasado. El Juego de la Copa no le sentó muy bien, lo dejó ausente. Nos faltó su vitalidad.

No se puede pasar por alto que el único que se animó a darle un poco de movimiento a la Copa sin temor a represalias del más allá fue el 'Cebolla' Rodríguez. No se sabe bien si fue algún espectro revoloteando o que el uruguayo quiso romper un poco el aburrimiento. Al fin y al cabo, uno de los pocos momentos en que el nerviosismo se elevó y se sintió una tensa calma fue cuando él quebró la rígida tabla que estaquea Pellegrino fecha a fecha.

"Arsenal, ¿podemos clasificar?", gritó el 'Cebolla' ya extasiado y con Pellegrino cada vez más­­­­­ pálido por el temor que el rival se quede con lo buscado en nuestra propia casa. La defensa del Viaducto, digna del tren fantasma, dio el ok y Albertengo levantó el dedo para que todos festejen una experiencia mística.