Hace 20 años, la primera iniciativa para acercar Cuba al Vaticano vino de Argentina

A juzgar por revelaciones recientes, pareciera que siempre, de Perón a hoy, hubo un compatriota nuestro en el origen de las iniciativas para poner fin al aislamiento cubano. Reconstrucción de una de esas gestiones

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Hace dos décadas, una carta que viajó de Buenos Aires a La Habana persuadió a Fidel Castro de iniciar un acercamiento con la Santa Sede, iniciativa que se saldaría tres años después con la primera visita de un Papa a Cuba y con el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos Estados.

Jorge Bergoglio visitará Cuba el próximo 19 de septiembre. Meses antes, en diciembre del año pasado, su intervención fue decisiva para tender un puente entre La Habana y Washington que ya ha dado frutos: ambos países reabrieron sus embajadas y la bandera estadounidense flamea nuevamente en la isla. Y la cubana en Washington.

Pero, antes que él, otros dos jefes de Estado vaticanos habían realizado visitas apostólicas a la isla. La más impactante fue sin dudas la de Juan Pablo II en 1998, porque era el primer paso en el deshielo entre la Iglesia Católica y un Estado que se había proclamado ateo.

Y porque nadie imaginaba hasta entonces que Fidel Castro tomaría la delantera, solicitándole una audiencia al Papa polaco. Sin embargo sucedió. En noviembre de 1996, el líder cubano era recibido en audiencia privada en la Santa Sede.

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Lo que es menos conocido es que esa iniciativa se había gestado un par de años antes, cuando dos dirigentes argentinos, miembros del Consejo Nacional del Partido Justicialista, Alberto Kohan y Ricardo Romano, habían viajado reservadamente a La Habana para hacerle llegar a Fidel Castro una carta de monseñor Ubaldo Calabresi, nuncio apostólico en la Argentina.

La idea de esta carta, que Infobae reproduce aquí completa por primera vez, surgió cuando monseñor Calabresi le comentó a Ricardo Romano -con quien mantenía estrecha amistad y encuentros semanales en la Nunciatura- que en España Felipe González le había recordado el origen jesuita de Fidel. Fue en este contexto que Calabresi le entregó a Romano una carta dirigida al cardenal Jean-Louis Tauran, por entonces canciller de Juan Pablo II, y el mismo que, años más tarde, salió al balcón vaticano, sobre la Plaza de San Pedro, para anunciarle al mundo, con voz trémula, que el argentino Jorge Mario Bergoglio era el nuevo Papa de la Iglesia Católica.

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La carta, cuya copia quedó en manos de Fidel Castro, presenta a ambos dirigentes como "portadores de una propuesta de distensión respecto de Cuba" y los describe como personas "proclives a negociaciones de paz" y de su "absoluta confianza".

Esta carta persuadió a Fidel Castro de tomar la delantera y solicitar una audiencia a Juan Pablo II para invitarlo a visitar Cuba, lo que se concretó tres años después con fuerte repercusión internacional. Según explicó Romano a Infobae el objetivo de esta iniciativa era que el Papa fuese "un puente para predisponer a Fidel a cruzarlo para volver a su raíz cultural fundante y, políticamente, a Occidente".

"La autoridad de Juan Pablo II facilitó el inicio de este tránsito que actualmente cierra su ciclo con la visita de otro argentino: el Papa Francisco", agregó.

En Santa Marta, en septiembre del año pasado, antes de partir a China para llevar una carta del Papa al presidente Xi Jinping, Romano le mostró la carta de Calabresi a Francisco, quien entonces le comentó que él había escrito un libro sobre el significado de aquel viaje de Juan Pablo a Cuba, que acaba de reeditarse en Buenos Aires.

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Como puede verse, mientras algunos dirigentes locales se cuelgan de la sotana de Francisco con el único propósito de figurar, otros argentinos, silenciosamente, fueron artífices de un hecho histórico y sólo lo comentan 20 años después, por no haber querido alterar los tiempos de la diplomacia vaticana.

En su diálogo con este diario, Romano recordó también que monseñor Ubaldo Calabresi se disponía a escribir sobre este hecho y su participación en él, en sus "Memorias", cuando lo sorprendió la muerte en Italia luego de haber concluido sus funciones como Nuncio en Buenos Aires.

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Recientemente, el periodista y escritor Claudio Negrete reveló en un artículo en el diario Perfil que en el año 1960 el general Juan Perón, ya exiliado, había propiciado un acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, valiéndose de su buena relación con el presidente Eisenhower cimentada en su segundo mandato, cuando inició una apertura a las inversiones extranjeras. Un grupo de dirigentes del justicialismo, integrantes del Consejo Superior Peronista en el exilio, intercedieron reservadamente ante el gobierno estadounidense "para intentar encaminar las difíciles relaciones que tenía con la Revolución Cubana", cuyo gobierno se inclinaba hacia posiciones prosoviéticas. La idea era precisamente evitar que Cuba cayera en la órbita de Moscú.

Lamentablemente, el fracaso de estas tratativas abrió un largo período de aislamiento para Cuba y de una nueva dependencia de un centro de poder, cuya caída, 30 años más tarde, dejaría a la isla en total estado de colapso económico. Es a esa triste historia que se busca poner fin rompiendo de una vez por todas el aislamiento de Cuba, tanto externo como interno; como dijo aquella vez Juan Pablo II, "que el mundo se abra a Cuba y que Cuba se abra al mundo".

Romano concluye: "Los argentinos siempre quisimos tener a Cuba dentro de la esfera de los valores fundantes de Latinoamérica, por eso disfrutamos al oír a Raúl Castro decir: 'Si el Papa sigue así, volveré a rezar y a la Iglesia, prometo que iré a todas sus misas".

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