Por qué se terminó la bonanza económica en América Latina

El contexto internacional que permitió a la región vivir la década más próspera de su historia desapareció. Condiciones que antes eran extraordinarias son ahora normales y ya se sienten los efectos

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El crecimiento económico experimentado por la mayoría de los países de América Latina entre 2002 y 2011 no tiene parangón con ningún otro momento histórico.

Por citar algunos ejemplos, entre 1990 y 2001, el PIB per capita a precios corrientes de Brasil creció apenas 0,1%; en Argentina, 66%; en Chile, 93%; y en Colombia, 100 por ciento. Entre 2002 y 2011, los incrementos fueron, respectivamente, de 347, 300, 223 y 200 por ciento. En el peor de los casos, duplicaron los de la década anterior.

Lo interesante del caso es que estos países tuvieron gobiernos con importantes diferencias ideológicas y, a priori, aplicaron políticas económicas disímiles. Sin embargo, los resultados fueron exorbitantes para todos.

Este período único de bonanza se debió a la conjunción de factores muy particulares. La mayoría, originados en otras regiones del planeta.

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El fin de una etapa

"Se acabó el viento de cola. Tuvimos 15 años con muy fuerte impacto, particularmente por el ingreso de China al mercado de los commodities. Su aparición fue un elemento nuevo en la historia de América Latina, y se convirtió en el principal motor de una década en la que la región tuvo los mejores términos de intercambio en un siglo", explica Jorge Katz, profesor de Desarrollo Económico en la Universidad de Chile, consultado por Infobae.

"Latinoamérica depende mucho de lo que sucede en China, Estados Unidos y en las propias economías latinoamericanas, principalmente por los productos que exportan y el origen de los capitales e inversión extranjera. En general, ese contexto externo anduvo bien hasta ahora. Hoy la esperada desaceleración de China, dado que no era sostenible crecer a tasas sobre 10% por mucho más tiempo sin aumentos importantes de productividad, sumado a problemas puntuales en economías de la región, configura un escenario adverso para lo que resta del año y probablemente para el próximo", afirma Patricio Jaramillo, economista y consultor del Banco Mundial, en diálogo con Infobae.

Para el economista Guillermo Rozenwurcel, investigador principal del Conicet, Argentina, la bonanza económica se debió a tres factores fundamentales: el boom de los commodities impulsado por China, el crecimiento de Brasil, que empujó a sus vecinos, y la abundancia de capitales a baja tasa de interés.

"Se acabó el viento de cola. Tuvimos 15 años con muy fuerte impacto"

"Estos tres factores se revirtieron. En los dos primeros esto ya se manifiesta, y en el tercero, es muy probable que se concrete en el corto plazo, cuando la Reserva Federal suba la tasa de interés", dice a Infobae.

De todos modos, también hay circunstancias endógenas que explican la bonanza que hubo en estos años. La más importante, el avance tecnológico en la producción de commodities, que permitió elevar considerablemente la productividad.

"Los casos más claros -dice Katz- son los de la soja en Argentina, el cobre y la salmonicultura en Chile, la industria forestal en Brasil, Paraguay y Uruguay. Hubo una enorme transformación en la frontera tecnológica de estos sectores respecto de 15 o 20 años atrás. La industria agropecuaria en Argentina es de alta complejidad, con drones, semillas genéticamente modificadas y una lista muy larga. La productividad de la soja en la zona núcleo es igual o superior a la de Estados Unidos, cuando 15 años atrás estaba 20 o 30% por debajo".

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Oportunidades perdidas

"El problema es lo que se hace cuando se atraviesa una fase muy expansiva con mejores términos de intercambio. En su momento, Noruega generó un fondo de reserva para cuando volvieran los tiempos de vacas flacas. Pero eso no existió en casos como el de Argentina. La urgencia por los problemas sociales heredados hizo que se gastara todo en subsidios y pensiones, como una especie de reparación de lo que había ocurrido en la etapa de la convertibilidad", afirma Katz.

"Tampoco hubo una política industrial -continúa. Se exportan textiles y electrodoméstico, pero desde fábricas viejas, de los años 80. No hubo un plan de industrialización a la coreana, de aprovechar los excedentes para construir capacidades. En realidad, se siguió atado más atado a un diagnóstico financiero de corto plazo, que a uno estructuralista de largo plazo enfocado en construir para el futuro. En ese sentido, lo veo como una oportunidad perdida".

"No hubo un plan de industrialización"

En Brasil y, en menor medida, en Chile, Colombia y otros países, ocurrió algo similar, aunque se llegó por una vía distinta. El problema allí fue el apego a un modelo de metas de inflación que generó apreciación cambiaria.

"Se terminaron destruyendo capacidades domésticas -dice Katz. Brasil dejó de ser un gran exportador de calzados y camisetas. En Chile, si bien el proceso fue menos fuerte, no han creado mucha industria. Entonces, al terminarse el viento de cola se encuentran con que no tienen qué exportar y, al nuevo tipo de cambio, les va a llevar mucho tiempo revitalizar el aparato productivo".

No obstante, si bien los países latinoamericanos no pudieron aprovechar el envión externo para desarrollar sus industrias y volverse más competitivos, no todos fueron tan cortoplacistas.

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"Cuando hay un shock de la magnitud que estamos viviendo no hay manera de esquivarlo, y en América del Sur va a haber una desaceleración de la actividad, seguro. Pero la magnitud del impacto va a depender del espacio fiscal que tengan los diferentes países para impulsar políticas anticíclicas. Los que tuvieron un desempeño fiscal más prudente durante la bonanza, como Chile, Perú e incluso Bolivia, seguramente podrán capear el problema de mejor manera", dice Rozenwurcel.

"No obstante -dice Jaramillo-, un número importante de economías de la región fueron gastando período a período casi la totalidad de los ingresos adicionales que obtuvieron. Eso puede configurar un escenario complejo. Un aumento en gastos permanentes, debe ser financiado con un incremento en ingresos permanentes, y no con ingresos transitorios".

Argentina es uno de los que más recursos derrochó en su momento de esplendor, lo que la deja en una situación muy complicada hacia adelante. "Su tipo de cambio multilateral va al revés que el resto de los países, y se apreció en lugar de depreciarse, porque se mantiene prácticamente atado al dólar. La situación fiscal se fue deteriorando muy significativamente desde 2010, y hoy tiene un déficit financiero de más del 6% del PIB. Entonces, el cóctel hacia adelante es complejo", afirma Rozenwurcel.

"Se viene una situación de estancamiento bastante generalizada"

"Se viene una situación de estancamiento bastante generalizada. En Brasil va a ser muy dramático. Argentina va a estar muy cerca del crecimiento cero, aunque el precio de la soja ha caído menos que los del cobre y otros commodities, y todavía está dando rentabilidad", sostiene el economista de la Universidad de Chile.

Si bien el escenario será mucho más complicado que en el pasado reciente, la región tiene potencialidades que puede explotar para salir adelante. "La soja ha ido generando una industria de producción de máquinas y firmas de servicios de ingeniería. Esto ofrece la posibilidad de expandir exportaciones y generar empleo en torno al aprovechamiento del recurso natural. Claro, los recursos no son los mismos que había en 2004-2005, y manejar el equilibrio fiscal va a ser un dolor de cabeza", concluye Katz.