Por el derecho a decidir nuestra independencia

El 11 de septiembre Catalunya celebrará su día nacional, su fiesta nacional o, como la llamamos los catalanes, la Diada, esto es, la iDiada/ii de l'Onze de Setembre/i o Diada Nacional de Catalunya.

La celebración del 2014 ha resultado particularmente significativa pues se cumplieron tres siglos de la toma de Barcelona por parte de las tropas borbónicas, en el marco de la guerra de sucesión española entre los partidarios de los Habsburgo y los de los Borbones.

El conflicto, larvado y potencial, se actualizó en un estallido bélico cuando Carlos II, el Hechizado, último representante de la Casa de Austria en España, murió, en 1700, sin dejar descendencia. Su trono se lo disputaron, desde entonces, Felipe de Anjou (futuro Felipe V), sobrino nieto del monarca fallecido, y el archiduque Carlos, perteneciente a la rama austríaca de los Habsburgo y sobrino segundo del anterior soberano.

La guerra, aunque en teoría acabó con el Tratado de Utrecht en 1713 (que supuso, entre otras cosas, la pérdida de Gibraltar), continuó de facto en España. En Barcelona, los defensores austracistas (partidarios del archiduque) fueron sometidos a un sitio de catorce meses, hasta que la ciudad cayó ese 11 de septiembre de 1714.

Se trata de un hecho histórico fundacional que hace a la identidad catalana y, como tal, su conmemoración ha venido interpelando a nuestro occidente, en los últimos trescientos años, acerca de una realidad geopolítica y cultural: la Nación catalana es un sujeto con vida propia que siempre ha hecho su aporte original específico al acervo espiritual de las naciones del mundo.

Y ha querido la historia que la circunstancia presente encuentre al pueblo catalán enfrentado a su desafío más trascendental. En este 2015, la fiesta de la Diada Nacional se halla henchida de un contenido excluyente: la exigencia de unas elecciones que se pelea para que sean plebiscitarias.

El próximo 27 de septiembre, el pueblo de Catalunya en medio de unas elecciones autonómicas buscará tener el derecho a decidir sobre su independencia; y en caso de que el resultado fuese afirmativo, será un paso más hacia una Nación independiente.

En aras de la realización de esta vieja y justa aspiración histórica, el pueblo catalán se ha venido expresando masivamente. En 2012 más de 1.200.000 personas caminaron por las calles de Barcelona. El año pasado, una cadena humana (alrededor de 1.600.000 manifestantes) marchó de una punta a otra del país catalán. Y a estas horas, la manifestación en forma de "V" (votar), que convocan conjuntamente la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Ómnium Cultural, y que alcanzo los 1.800.000. Cifras elocuentes, sin duda, sobre todo sabiendo que en Catalunya hay 6 millones y medio de habitantes.

Todas estas manifestaciones tuvieron lugar "a la catalana", esto es, con alegría y civismo; y en paz. Como decimos nosotros, amb seny i rauxa (con sentido común y coraje). Es que el reclamo por el derecho a votar y, luego, por el derecho a decir si queremos o no ser independientes, no tiene por qué surgir de la violencia. La independencia de Catalunya será el logro de un pueblo que ama la libertad, pero que también quiere vivir en paz.

iJosep Puig Bóo es el Presidente del Casal de Catalunya de Buenos Aires. /i