Marcaremos el comienzo de la historia aproximadamente en 1999, cuando la Prefectura de la
ciudad de Nueva York propuso su demolición. Esta vieja ferrovía, elevada en el aire y con un largo
de 2.6 kilómetros, había sido construida en la década de 1930. Desde 1980 que estaba fuera de
uso y, a simple vista, la estructura conocida como High Line parecía que iba a terminar tal cual el
plan de la Prefectura.
Fueron dos jóvenes neoyorquinos, Joshua David y Robert Hammond, los que pudieron ver más allá
de las contingencias que el sitio ofrecía. Vieron en el High Line un espacio para llevar a cabo un
proyecto arquitectónico, social y urbano. Si bien no tenían experiencia en planificación urbana ni
en arquitectura, se interesaron por la conservación de la zona y por el año 1999 fundaron los
"Amigos del High Line". Esta asociación luchó por preservar la antigua línea de ferrocarril para
transformarla en un parque urbano. Una década después, construido sobre las mismas vías del ferrocarril abandonado, el High Line se convirtió en un parque público de 2,3 kilómetros de largo. Sus creadores lo diseñaron de forma tal que tuviera vegetación a lo largo y a lo ancho de la zona de paseo; vegetación hace que el High Line sea un verdadero parque lineal urbano.
Un detalle no menor: tuvieron especial cuidado de usar a su favor las especies de plantas que habían predominado en el parque durante sus años de abandono. Por otro lado, el valor del High Line reside en ser un monumento a la historia industrial de Nueva York. Además, es modelo de reutilización de las zonas industriales de cara al futuro y un ejemplo para otras ciudades. Por la capacidad de haber podido crear un nuevo e innovador espacio público, este parque es ejemplo de reutilización inteligente y creativa.
Hoy en día, se conserva gracias al apoyo del Departamento de Parques y Recreación de Nueva York, una organización sin fines de lucro. Ellos trabajan para asegurar que el parque se mantenga
como un espacio verde para todos los ciudadanos y visitantes de la ciudad, colaborando en
limpieza, seguridad y mantenimiento, entre otras. Ya sea como modelo exitoso de movilización de una asociación local o como ejemplo de buena voluntad por parte de la administración pública, muchos son los motivos que hacen del High Line uno de los proyectos urbanos más admirados de los últimos años, especialmente desde el punto de vista ecológico.
En medio de edificios comerciales se yergue su hermoso paisaje. Una vista que cuenta con arquitectura moderna junto a resabios de viejos carriles. Variedades de árboles y plantas y personas que ahora lo visitan a diario, más allá de lo que supo ser años atrás. En poco tiempo y gracias al esfuerzo de muchos, el High Line ha logrado convertirse en un must see turístico de Nueva York.
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