Las lecciones de Alberdi, el inspirador de la Constitución Nacional

Con motivo de la celebración el 29 de agosto del Día del Abogado, en honor al nacimiento de uno de los mayores prohombres de la historia argentina, un repaso a su historia y su invalorable legado republicano

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En el día de hoy se festeja en nuestro país el Día del Abogado, con motivo de la celebración del nacimiento de Juan Bautista Alberdi, uno de los hombres más brillantes del Derecho argentino, y cuyo aporte a la formación histórico-constitucional de la Argentina es indiscutible.

La lucidez de Alberdi no solo se circunscribió al ámbito del derecho, sino que fue uno de los más grandes pensadores de toda nuestra historia. Integró la gloriosa Generación del 37, ese conjunto de hombres que entendieron que la ilustración, las ciencias, la ley y el progreso eran fundamentales para la construcción de cimientos fuertes para la República.

El hijo de la Revolución de Mayo sostenía que nuestra rebelión había tomado de la francesa la definición de ley de Rousseau como la voluntad general, en oposición al principio antiguo de ley como la voluntad de los reyes.

Asimismo, el gran jurista tucumano nos dio las pautas fundamentales para entender la importancia de tener una Constitución, por cuanto no hay pueblo que no tenga una norma fundamental. Esto lo hace ser y llamarse "pueblo" y no una horda o una tribu.

Así, nos invitaba a pensar que la civilización no se construía por decreto, sino con el progreso y con la plena vigencia de la ley. La civilización, entonces, no es producto de un decreto, sino fruto del crecimiento y del desarrollo armónico de las ideas, de la ciencia y del respeto a las libertades.

Para el funcionamiento de toda República democrática, hizo hincapié en un elemento crucial: la separación de poderes, ya que la Constitución de un país reside en la organización de las autoridades que forman su gobierno y en la demarcación de sus facultades.

Y, por sobre todas las cosas, supo comprender que la omnipotencia del Estado afecta la "libertad" de las personas y atenta contra el progreso de la Nación en su conjunto. La omnipotencia del gobierno en que ella se personaliza es no solamente la negación de la libertad, sino también la negación del progreso social, porque ella suprime la iniciativa privada en la obra de ese progreso.

Sus palabras no han perdido vigencia al día de hoy. Por el contrario, su legado tiene más actualidad que nunca. Releer a Juan Bautista Alberdi nos invita a pensar en un Estado constitucional y convencional de Derecho para lograr el progreso con desarrollo y con crecimiento, pero con una sola condición: la libertad.