La actividad económica en Brasil descendió más rápidamente de lo esperado en junio, lo que provocó un declive del 1,89% en el segundo trimestre según mostraron este miércoles datos del Banco Central, en una nueva evidencia de que lo que supo ser una economía floreciente ahora está en medio de una fuerte recesión.
Éste es el peor desempeño desde el período enero-marzo de 2009, en pleno auge de la crisis financiera mundial.
Según la entidad que rige la política monetaria brasileña, éste fue el tercer trimestre consecutivo de descenso, cuando se necesitan apenas dos períodos para ingresar en lo que los economistas llaman "recesión técnica".
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Estas cifras refuerzan las apuestas sobre una bajada de la actividad de hasta el 2% para este año. En el año de la crisis mundial, la economía había descendido un 0,2 por ciento.
El índice de actividad económica IBC-Br del Banco Central de Brasil cayó un 0,58% en junio frente a mayo, informó el banco.
Un sondeo de la agencia de noticias Reuters entre analistas proyectaba un retroceso de 0,53% en el indicador.
El índice IBC-Br es una medición de la actividad en los sectores agrícola, industrial y de servicios y es un indicador temprano de tendencias para las cifras del Producto Interno Bruto (PIB), que serán publicadas más tarde por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
El IBGE publicará resultados de la actividad económica del segundo trimestre el próximo 28 de agosto.
La economía de Brasil retrocedió un 0,2% por ciento en el primer trimestre, ya que las inversiones cayeron por séptimo trimestre consecutivo.
Si se confirman los datos oficiales, las contracciones mostrarán lo que los economistas ya sabían: la economía brasileña ha caído en una profunda recesión.
Un sondeo semanal del banco central publicado el lunes pasado mostró que los analistas esperan que la economía de Brasil se hunda un 0,15% durante 2016, siguiendo una aguda contracción de más del 2% prevista para 2015.
Brasil no ha enfrentado dos años de retrocesos desde la Gran Depresión de la década de 1930, dijeron economistas.
Años de una confianza menguante, exacerbada por una creciente crisis política y un escándalo de corrupción que sacude a las mayores compañías estatales del país, han erosionado la inversión y el consumo en Brasil.
Luego de ser reelecta en octubre, la presidente Dilma Rousseff recortó gastos y aumentó impuestos para volver a obtener la confianza del mercado, tras años de políticas intervencionistas que alejaron a los inversores.