Cristina Kirchner vs. Scioli

La interna bonaerense provocó una implosión en la relación entre el kirchnerismo y el sciolismo. Las diferencias internas ilusionan a la oposición

Télam 162
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La política argentina es rica en desencuentros y disputas históricas. Desde unitarios y federales, pasando por conservadores y liberales, radicales y conservadores y sigue la lista.

La irrupción en el poder, primero del radicalismo en 1916 y del peronismo en 1946, llevó las diferencias a transformarse en "internas" dentro de los movimientos políticos. El radicalismo nos regaló en el 20 la división entre Personalistas (Yrigoyenistas) y Antipersonalistas (Alvearistas). Tampoco una década después, por más que fuera infame, los conservadores eran iguales: Agustín Justo era bien diferente a Roberto Ortiz.

El peronismo ha cobijado, en sus 70 años de existencia, muchas más discordias y peleas que las que se podían suponer, teniendo en cuenta que durante buena parte de ese tiempo estuvo conducido por un referente incuestionable. "Los peronistas somos como los gatos, cuando parece que nos peleamos, nos estamos reproduciendo", tuvo que decir el líder en la antesala de la sangrienta división entre la ortodoxia y la izquierda peronista en los años 70. Más acá, cafieristas vs. menemistas y menemistas vs. duhaldistas marcaron a fuego las décadas del 80 y 90.

Nunca las internas peronistas son sutiles, mansas o ligeras. En general terminan tirándose el poder por la cabeza y sin culpas: Duhalde le impidió a Menem volver a convertirse en presidente en el 2003, en una devolución de lo sucedido en el año 99, cuando el riojano prefirió a De la Rúa por sobre el "compañero" candidato.

La primera disputa seria entre ambos tuvo lugar en la interna para la gobernación bonaerense

Las disputas internas del peronismo terminan involucrando al poder institucional que generalmente detentan -salvo el 83 y el 99- e influyendo en la vida de todos; sobre todo de los que no son peronistas.

Todo este introito a modo de prólogo intenta darle un marco teórico e histórico a la pelea que protagonizaron, protagonizan (¿y protagonizarán en el futuro?) Cristina Kirchner y Daniel Scioli. O sea, la actual Presidente del país y el candidato a Presidente de su partido.

Probablemente la primera disputa seria entre ambos tuvo lugar en la interna para la gobernación bonaerense; sólo que no se notó hasta muy avanzada la campaña, como consecuencia de la "pax política" que parecía significar la elección de Carlos Zannini como compañero de fórmula.

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Cobijados todos bajo el hipócrita paraguas de que eran prescindentes en la elección entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez, se logró ocultar el origen y nacimiento de ambas fórmulas. Mientras el jefe de Gabinete tenía el apoyo de La Cámpora y a la propia Cristina Kirchner como el principal sponsor político de su candidatura, a nadie le resultaba una novedad que Scioli prefería a Domínguez, al punto de que le puso como candidato a vicegobernador a Fernando Espinoza, el dirigente naranja de mayor poder territorial en la Provincia; cualquier recuento de las apariciones del gobernador-candidato a Presidente en los primeros días de campaña refleja su predilección por el jefe de los diputados.

Detrás, en lo más alto del poder, se desarrollaba una pelea más sórdida, porque Cristina pensó a Fernández, como en su momento Duhalde a Carlos Ruckauf: el vicepresidente de Menem resultó la cabecera de playa y el portaaviones desde donde el duhaldismo se mantuvo vivo y construyó el regreso al poder en el 2002. Un dato más de la historia que nadie olvida en el peronismo: Fernando de la Rúa sigue convencido de que su ida del poder fue el resultado de un plan orquestado desde la provincia de Buenos Aires.

La campaña comenzó con el preconcepto -nunca desmentido por el sciolismo- de que se inclinaban por Domínguez, en función de la mala imagen pública del Jefe de Gabinete. Sin embargo, cuando las encuestas empezaron a mostrar una mayor intención de voto de Fernández sobre Domínguez, Scioli, rápido de reflejos, se alejó paulatinamente de la interna provincial como si no fuese parte de ella. La última decisión del Gobernador en ese sentido fue no asistir a ninguno de los dos actos de cierre de campaña.

Unos días antes había tenido lugar el episodio más conmocionante de la campaña: la aparición de Martín Lanatta involucrando a Fernández directamente con el Triple Crimen de General Rodríguez y el tráfico ilegal de efedrina.

Detrás de la denuncia realizada en El Trece, el kirchnerismo creyó ver una conspiración en la que -según sus averiguaciones y sospechas, sumadas a la dosis necesaria de paranoia que se necesita para creer algo así- había diversos autores materiales e intelectuales: entre los primeros, por ejemplo, están los que permitieron el ingreso de las cámaras de TV a una unidad penitenciaria provincial; entre los segundos, los que autorizaron la operación; en este último rubro es que ubican a Scioli (junto a figuras internacionales de peso global cuyos nombres no agregamos por pudor).

De todo este relato, el kirchnerismo paladar negro reconoce su cercanía con Fernández, pero a partir de la denuncia del programa PPT contra el jefe de Gabinete. Es decir, una semana antes de la elección. Por eso, explican, la mayor parte de los ministros y la cúpula de La Cámpora acompañaron a Fernández en su cierre de campaña en el Gran Rex, en una imagen que distó mucho de la soledad en la que Domínguez tuvo que concluir su proselitismo un día antes. Agregan que el candidato K para la provincia era Florencio Randazzo y que su negativa a bajarse precipitó una interna provincial, cuyo epílogo -explican- se verá el 25 de octubre, con -esperan ellos- una victoria de Aníbal.

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La provincia de Buenos Aires, pero en el rubro presidencial, es el segundo motivo de disputa entre Cristina y Scioli. El domingo por la noche, cuando todavía no había resultados oficiales, desde las usinas K se analizaba que el FPV había ganado bien en todo el país, que la diferencia con Mauricio Macri era de 12% y que Aníbal Fernández había ganado la interna. Pero cuando comenzaron a aparecer los números oficiales, el lunes a la mañana, el mundo K no se preocupó en ocultar su fastidio por la elección de Scioli en la provincia de Buenos Aires.

"Es la peor elección en la provincia de un candidato peronista a la Presidencia", era una de las sentencias; "en la Tercera Sección Electoral no se puede hacer tan mala elección", puntualizaban antes de rematar con un "le inventamos una candidata a PRO, Vidal, colgada en la boleta de Macri, que nadie sabe cómo sacó 30% en la Provincia".

Una conversación telefónica privada entre Cristina y Scioli, que supuestamente habría tenido lugar el lunes por la tarde –ni confirmada ni desmentida por ninguna de las partes- no habría sido el mejor bálsamo que necesitaba esta semana la relación entre ambos.

Se suponía que la victoria en las PASO calmaría los ánimos, pero llegó el inexplicable viaje de Scioli a Italia

Nada es casual, pero todo se sabe: en los días previos a la elección, el sciolismo tragó saliva y contó hasta diez antes de que se conociera su fastidio por el cuadro de situación de los 15 días previos a las PASO: inestabilidad del dólar; sobreexposición de Kicillof en televisión; una explosiva interna bonaerense con acusaciones cruzadas tras el programa de Jorge Lanata, la remoción del juez del caso Hotesur, una situación general económica y social más deteriorada que en el 2011, etc. Un manual perfecto de sucesos para alejar votos de clase media.

Se suponía que la victoria final por 8.5 sobre Cambiemos y de 14 puntos sobre Macri calmaría los ánimos, pero...llegó el (inexplicable) viaje de Scioli a Italia. Aníbal Fernández, que ya había tenido su foto con el Gobernador el martes, en la primera defensa y mención pública del candidato presidencial a su favor desde la denuncia de PPT, se desentendió del periplo europeo de su candidato a Presidente; cuando volvió a hablar del tema -el viernes-, confesó inocentemente que le preguntó a Scioli si había traído alfajores de su breve viaje. A buen entendedor, pocas palabras.

La ilusión de la oposición anida en la implosión kirchnerista-sciolista en la provincia de Buenos Aires

Siguieron los ejemplos en la semana: el intendente de San Antonio de Areco, Francisco "Paco" Durañona, un camporista provincial, criticó la ausencia de Scioli. Luego Martín Sabbatella aclaró que Cristina Kirchner seguirá siendo la líder del proyecto. Y desde la Casa Rosada hicieron trascender que la Presidente, después de suspender un acto, estaba en contacto permanente con sus ministros y "enojada" con Scioli por el viaje.

¿La bajante de las aguas calmara los ánimos? La Presidente aparentemente continúa firme en su postura -razonable desde el punto vista institucional- de despegarse de la campaña presidencial del candidato del FpV. Se dice que en caso de que el partido gane las elecciones, Cristina ya tiene acordado con Scioli que no influirá en ningún nombramiento del futuro gobierno.

Pero para eso falta mucho, toda una campaña electoral. Una eternidad para el peronismo. En el agravamiento de sus disputas internas y en la implosión kirchnerista-sciolista en la provincia de Buenos Aires durante septiembre y octubre anidan las grandes ilusiones de la oposición.