Monseñor Lozano: "Los más pobres son los primeros en sufrir el retraso de las obras públicas"

El presidente de la Pastoral Social de la Iglesia dio una charla anoche en donde ilustró cómo la corrupción, el narcotráfico y la trata impactan en la vida de la gente. Críticas a las "estructuras de pecado" y a la "ausencia cómplice"

Nicolás Stulberg 162
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Monseñor Jorge Lozano incrementó su frontalidad con respecto a los mayores problemas de la sociedad argentina en los últimos tiempos. Como presidente de la Comisión Episcopal de la Pastoral Social de la Iglesia y obispo de Gualeguaychú, criticó a quienes tienen "dinero manchado con sangre", a "cierta ineptitud para hacer frente al delito" y "cierta connivencia" del poder. Incluso llegó a cuestionar dichos de Sergio Berni por "sembrar un manto de sospecha sobre aquellos con una nacionalidad determinada" y pidió "no embarrar la cancha" en el caso Nisman. Anoche, en una charla abierta en la Universidad de San Isidro Dr. Plácido Marín, el sacerdote volvió nuevamente a criticar a "las estructuras de pecado" que permiten la existencia de la corrupción institucional, la trata de personas y el narcotráfico. "No solo se roban el dinero, sino también la esperanza de la gente", aseveró, en una suerte de "ausencia cómplice" de sectores del Estado. Y de cara a las inundaciones en la provincia de Buenos Aires y Santa Fe, lanzó un concepto claro y preocupante: "Los más pobres son los primeros en sufrir el retraso de las obras públicas", dijo.

Lozano afirmó: "Cuando hablamos de corrupción en un sentido estructural, hablamos de estructuras de la sociedad preparadas para favorecer actos de corrupción. Por eso las mencionamos como 'estructuras de pecado'. Y cuando nos planteamos cómo trabajar en la sociedad, lo que queremos es promover el cambio en las estructuras, no recoger las consecuencias de las situaciones de pobreza. Si tenemos problemas en el techo, ante una lluvia fuerte y si hay goteras, colocamos un balde. Pero en algún momento tenemos que arreglar el techo. Nos cuesta más procurar que haya un cambio en las estructuras, para que sean estructuras de justicia y solidaridad".

Destacó un cambio positivo en la mirada social: "Lo que antes se miraba con bastante superficialidad y tolerancia hoy se mira con un cuestionamiento mayor. Hay más conciencia de igualdad de derechos entre varones y mujeres, ricos y pobres, y en este sentido ya no nos conformamos con explicaciones que no nos convencen". Pero "las redes de mafiosos en general" fueron el centro de su discurso.

"Se cae en la idolatría del dinero por encima de todos los derechos humanos. Estas mafias, además de ser parte del crimen organizado, también operan en contra de la democracia porque operan fuera de las leyes del Estado. Ceden soberanía del pueblo al crimen organizado. Digo que operan contra la democracia porque los hechos de corrupción deterioran la confianza del pueblo. Fijémonos en cómo hay desconfianza en la Justicia, en las fuerzas de seguridad, en funcionarios. No solo se roban el dinero del pueblo sino también su esperanza, la confianza dentro del mismo barrio", aseguró Lozano. Y continuó: "Las consecuencias de este obrar delictivo las sufren los más pobres y desvalidos. Por ejemplo, los hospitales. En Entre Ríos, había hospitales en donde el dentista atendía si el paciente llevaba la jeringa y la anestesia, porque en ese hospital no la había. Elementos sumamente básicos, comunes y que están ausentes porque se los han robado o porque el dinero se usó en otra cosa, o porque por sobreprecios se consiguió menos. La corrupción y el robo tienen consecuencias inmediatas sufridas por los más pobres".

Sobre la trata con las personas reducidas a "objetos transferibles y vendibles", puntualizó: "Este tipo de accionar tan cruel muestra que hay valores tan distorsionados en nuestra sociedad. Que exista una persona sometida a satisfacer los deseos de otra es altamente cruel. Hay en muchos lugares una especie de tolerancia a la explotación sexual. Se avanza en los derechos de animales, se prohíbe su uso en los circos, pero se pretende justificar que algunas personas sean consideradas como objetos de placer". Para el sacerdote, "el que paga es cómplice de secuestro y tortura y debería ser sancionado penalmente."