Con un discurso moderado, el gobernador bonaerense Daniel Scioli cerró su campaña en el microestado de Tecnópolis tendiendo puentes con indecisos e independientes, y con sectores tradicionalmente enfrentados a los destratos del kirchnerismo: el campo, los empresarios, los gobernadores -propios y ajenos- y los sindicalistas. A ellos, el gobernador bonaerense les prometió "sostener, profundizar, cambiar".
En rigor, Scioli no expuso nada muy diferente de sus declaraciones a los medios de los últimos días: durante cerca de media hora, repasó los logros del kirchnerismo y los suyos propios en la provincia, y prometió corregir aquello que merece ser corregido, "a mi manera y con un alto sentido de la responsabilidad", dijo. "Con más fe y esperanza que nunca", Scioli se autoproclamó "representante de los valores que demanda esta etapa de la democracia", más conciliadora -como lo quiere el papa Francisco, cita obligada-, con más "desarrollo" y "producción". También, con un lenguaje que rozó el del los powerpoint de managment empresarial, dijo que a "las tres T" del Papa Francisco (tierra, techo y trabajo), le sumará "las tres I": "igualdad, inversión e innovación".
El gobernador de Buenos Aires repartió guiños para todos los gustos: el kirchnerismo duro -La Cámpora-, el peronismo de las provincias, los sindicatos, los empresarios, el campo, las economías regionales... También hubo elogios para su compañero de fórmula, Carlos Zannini, y la aspirante a primera dama, Karina Rabolini, fue ovacionada cuando hacia el final Scioli la nombró para agradecerle su apoyo en la campaña.
Entre los propios, el discurso fue bien recibido, y el aplausómetro bien puede dar fe de que el kirchnerismo ha adoptado -al menos en tiempos de campaña- al ex motonauta como propio.
Scioli fue el único orador de un acto que contó con una breve presentación del grupo de cumbia Néstor en bloque y en el que el peronismo y el kirchnerismo en sus múltimples y diversas facciones colmaron la capacidad del microestadio, no sin los tradicionales roces y rencillas.
Sobre el escenario estuvieron los candidatos, sus esposas, los gobernadores -en ejercicio y electos-, el sindicalista Anonio Caló y el secretario general de la presidencia, Eduardo "Wado" De Pedro. En la platea se codeaba una variopinta muestra de candidatos, funcionarios, intendentes, sindicalistas y estrellas del deporte y la cultura. Desde el secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, Ricardo Forster, hasta la ex modelo y conductora Teresa Garbesi, pasando por Daniel Filmus, Marcela Barrios, Mario Blejer, Luis Kuliok, Carlos Kunkel, Mario Montoto, Verónica Magario, Axel Kicillof, María Rachid, Marcos Di Palma... Todos dieron el presente.
En la primera fila, ubicados en el centro, los precandidatos a la gobernación bonaerense Aníbal Fernández y Julián Domínguez estuvieron separados por tres asientos -originalmente cinco eran las sillas que los distanciaban, pero antes del comienzo los organizadores movieron de lugar a Julio de Vido y Gabriel Mariotto-, y la llegada tarde, ya empezado el discurso, del de Chacabuco los eximió de saludarse. Según explicó Fernando Espinoza, venían de un acto en La Matanza en el que sus militantes los retuvieron más de la cuenta. Lo cierto es que la transmisión oficial debió eludir durante unos cuántos minutos las sillas vacías de Domínguez y Espinoza, que estaban separados de Fernández y Sabbatella por Alberto Pérez, Cristina Álvarez Rodríguez y Andrea del Boca.
La interna bonaerense estuvo en boca de todos. En general, los intendentes juraban y perjuraban que en sus distritos repartieron las dos boletas, pero al ser consultados sobre las perspectivas para el domingo podía llegar a adivinarse con quién estaban alineados.
Minutos antes de comenzar, volaron algunos palos entre sindicalistas que respondían a Fernández y trabajadores del Mercado Central, que responden a Espinoza. "Somos peronistas, alguna piña tenía que volar", bromeó el mayor responsable del acto que, curiosamente, tuvo música de Ricardo Montaner pero no sonó la marcha peronista.