La Presidente está como desenfocada, hablando de otro planeta, de temas que no tienen que ver con la realidad. Se me ocurrió pensar que la Argentina ha desarrollado con Cristina Kirchner una suerte de dependencia, de síndrome de Estocolmo. Me recuerda cuando Sarmiento hablaba de Facundo Quiroga y le atribuía, hasta después de muerto, capacidad casi para gobernar desde el polvo.
Cristina Kirchner se va, el domingo empieza la secuencia que finaliza con su gobierno. Se le atribuye que puede condicionar a Daniel Scioli o impedir que Massa o Macri gobiernen, si son electos presidentes. Carrió llegó al extremo de plantear que van a matar a Scioli con tal de que no gobierne, lo cual es un divague total: Cristina finaliza su mandato en diciembre y se terminó.
Este proceso de 12 años de extravío, corrupción, desmanejos económicos, de desastre internacional, de persecución a los medios, de todas las barbaridades que vimos en estos 12 años, especialmente en los últimos ocho, desemboca en Scioli, Macri o Massa. Me parece que más no podemos pedir: los tres son muy diferentes (a Cristina Kirchner), los conozco y puedo dar fe de que en ellos juegan más los aspectos personales que las ideologías; son mucho más relevantes sus formatos personales que la estrategia política.
Los tres son muy parecidos: Scioli lo dice menos porque forma parte de una telaraña muy complicada; Macri esta en una cosa más zen, esperando la voluntad popular; a Massa se lo ve más inquieto, proponiendo más cosas, pero entre ellos muchas diferencias de ideas no hay.
Van a tener que hablar entre ellos, con independencia de quien gane. Si se impone Scioli, el peronismo se fractura: estará el grupo de los 30, La Cámpora no va a acompañar amablemente lo que se supone que Scioli va a tener que hacer con la Argentina. Scioli va a tener que recurrir a los gobernadores peronistas, e inclusive a Macri y a Massa. Ni hablar de Macri y de Massa... Ninguno de los tres va a tener congreso propio.
Con independencia de cuál de los tres empiece a ganar este domingo, la señora de Kirchner terminó. Nosotros le atribuimos condiciones de Facundo Quiroga, de que va a condicionar a Scioli y va a seguir gobernando desde su casa. Eso no parece muy real.
Hemos desarrollado con Cristina un síndrome de Estocolmo, estamos como dependientes del extravío. Ayer paralizó al país con una cadena nacional disparatada, con un aumento mentiroso a los jubilados, porque nadie gana 30% más, si no que hay 30% de inflación. Y terminó teorizando sobre los orígenes de Hitler...
La Presidente está en otra cosa, no está conectada con lo que viene, es la Argentina del pasado. La que viene es distinta. Y si este proceso delirante, populista, cuasi chavista, corrupto, protagonista de desmanejos económicos espectaculares, mentiroso, que ha intentado condicionar a la Justicia, a la prensa, que ha tensionado la Argentina, ha dividido el país, ha hecho un desastre internacional, desemboca en uno de tres tipos normales... Cristina no pudo inventar un (Nicolás) Maduro, es una buena noticia. Los tres dicen cosas sensatas.
Vamos a una cosa distinta, vamos a tener que desconectarnos de esta especie de síndrome de Estocolmo, porque este país estuvo secuestrado por Cristina durante estos años; por alguna razón misteriosa, la Presidente desperdició su gobierno, en particular su segundo mandato: terminó acomodando todo un país a un cepo, Cristina acomodó una nación a sus taras personales, particularmente la del campo.
Viene algo diferente, mas allá de cuál sea el candidato. Los tres sugirieron que viene un diálogo que deberá ampliarse seguramente a otros protagonistas. Me parece que viene un país diferente, tenemos que desenchufarnos del secuestrador, dejar de estar todos dependientes de lo que hace una persona que en tres meses se va a su casa.
No me imagino de qué modo, desde su casa, Cristina Kirchner va a poder condicionar a un gobierno, con excepción de que la teoría de Carrió sea cierta... que vayan a llegar al extremo de matar personas para volver a ser gobierno. Me parece que es una cosa disparatada.
Hay que empezar a desconectarse de esta dependencia con el extravío y pensar que vienen tres tipos normales, que no son Churchill, De Gaulle ni Eisenhower, son normales, muy condicionados por sus formatos personales: Macri es ingeniero, bastante cuadrado, serio, enfocado; Scioli es un deportista, un motonauta, no dobla, va para adelante; Massa es más inexperto, inmaduro, pero tiene mucha polenta y revivió en estos últimos días.
No van a tener mas remedio que hablar entre ellos. Los tres piensan básicamente lo mismo, algunos serán mas gradualistas, otros mas orientados al shock. Se diferencian por razones personales. Si Argentina fuera un país con un sistema político normal, los tres serian del mismo partido; si fueran uruguayos, integrarían el mismo espacio político.
Cristina se va, el 10 de diciembre se va a su casa, se queda en Río Gallegos, en Santa Cruz. No imagino cómo desde allí condicionará a Scioli o de qué manera impedirá que Macri o Massa gobiernen la Argentina. No va a haber más remedio de que los tres empiecen a conversar. Si es que no lo están haciendo ya.
(*) Desgrabación del editorial del jueves 6 de agosto de 2015 emitido en Radio Mitre