. Podría significar el desarme del grupo talibán compuesto por diferentes facciones tal como se conocía hasta el momento.
, algo que ahora podría terminarse.
Luego de la cumbre que tuvo lugar esta semana en a href="https://www.infobae.com/" rel="noopener noreferrer" P/aakistán y en la cual se eligió al Mullah Akhtar Mohammad Mansour como nuevo líder, el cisma quedó a un borde de concretarse. En esa misma reunión el miércoles último -según consignó la agencia de noticias Reuters- varios jefes tribales abandonaron el lugar en protesta por la decisión adoptada. Entre los que dieron el portazo figuraban el hijo y el hermano del Mullah Omar.
Los signos de disgusto se acrecientan desde hace varios meses. El contexto que vive el grupo islámico extremista no es el mejor: a las divisiones manifiestas se sumaron los intentos de acercamiento al gobierno afgano y la amenaza que representa el grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) tanto en Afganistán como en Pakistán.
Dentro de los talibanes, Mansour es visto como un "moderado" y temen que lleve al grupo terrorista a su disolución. Es quien auspicia el diálogo de acercamiento con Kabul. Quiere terminar 13 años de guerra. Las negociaciones ya comenzaron y a ellas se oponen los grandes comandantes con peso propio dentro del movimiento radical sunita.
La principal oposición que encuentra Mansour dentro del movimiento es el comandante Abdul Qayum Zakir, quien pasó años preso en la prisión de a href="https://www.infobae.com/" rel="noopener noreferrer" Guantánamo/a. Zakir impulsa al hijo de Omar, Yaqoob, para que presida al grupo, decisión que también es apoyada por una facción disidente entre los talibanes. Entre quienes también respaldan al joven figura su tío y hermano menor de Omar, Abdul Manan.
La cumbre del miércoles 29 de julio tuvo lugar en las afueras de Quetta, Pakistán, donde muchos talibanes se refugiaron luego del acuerdo en 2001 entre los Estados Unidos y Afganistán para terminar con el grupo extremistas islámico.
Sin embargo, a los "rebeldes" no les será sencillo terminar con el mandato de Mansour. El nuevo jefe talibán controla desde hace años muchos de los resortes del movimiento radical: la mayoría de los voceros y portavoces está con él y tiene un dominio absoluto de la red comunicacional. La debilidad de Mansour radica, eso sí, en el campo de batalla, donde sólo controla el 40 por ciento de los combatientes, según explicó a Reuters el analista y experto en Afganistán, Graeme Smith, de International Crisis Group.
Esa incapacidad para controlar a todo el ejército lo condicionaría para decretar un cese del fuego con el gobierno de Afganistán. Su decisión de enviar los primeros días de julio a una delegación de tres miembros para dialogar con la administración de Kabul no cayó bien entre sus rivales internos y profundizó las diferencias. "No estamos contentos con Mullah Mansour cuando acordó con Pakistán tener una reunión en Kabul", señaló un comandante talibán basado en Quetta y citado por la agencia de noticias.
Las divisiones manifestadas en las últimas semanas podrían acarrear una ruptura total del movimiento talibán. La amenaza del Estado Islámico también está latente. Ya sedujo a comandantes talibanes que estaban en disgusto tanto en Pakistán como en Afganistán. En julio, dos grupos talibanes ya pactaron una alianza con el grupo terrorista. Temen que más se unan en los próximos meses.