Libertades civiles o kirchnerismo

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La arenga kirchnerista "Vamos por todo" muestra, día tras día, su verdadero propósito. La nueva Agencia Federal de Inteligencia (AFI) creó la unidad para investigar a los argentinos por posibles "golpes de mercado", como una especie de justicia que se encuentra por encima de la Justicia misma.


Esta es la última de una seria de restricciones al albedrío que venimos observando desde hace tiempo. Para un Estado todopoderoso, cercenar libertades civiles es lo más fácil. En cambio, administrar los recursos con austeridad y sentido común, estableciendo prioridades y oyendo a los sectores disidentes, eso es muy difícil. Como representante de la oposición a este régimen, debo manifestar mi profunda preocupación por los avances sobre las libertades civiles que el kirchnerismo impuso como forma de gobierno y como supuesta herramienta de progreso.


Cuando los argentinos buscaron asegurar el fruto de su trabajo ahorrando en divisas (porque desconfiaron del criterio dilapidatorio de esta administración), el Gobierno hizo lo más fácil: ponerles un cepo a la libertad de decidir cómo ahorrar. Cuando se les acabó la bonanza sojera y se contrajo el ciclo económico mundial, en vez de recortar gastos superfluos, le quitaron al argentino la libertad de mantener el valor de su moneda; imprimieron millones y millones de pesos sin respaldo, infligiendo el impuesto más injusto: la inflación. Cuando las provincias no comulgaron con el estilo avasallador del kirchnerismo, les quitaron la libertad de disponer lo que les correspondía por derecho de acuerdo con los principios de federalismo fiscal (solo a Córdoba le quitaron 7000 millones de pesos). Cuando sintieron asfixia, producto de la pésima administración, casi regalaron nuestros recursos naturales.


Nos quitaron a los argentinos la libertad de obtener un precio razonable por la explotación de la riqueza de este suelo, y debieron aceptar casi de rodillas contratos leoninos con multinacionales como Chevron, o con los inversionistas chinos. O debieron promulgar la ley de hidrocarburos, que contempla la extracción de petróleo y gas no convencional a cambio de migajas. Cuando destruyeron la credibilidad del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), nos cercenaron la libertad de saber qué estadísticas son las que representan nuestra realidad y las cambiaron por mentiras que acomodaron a su relato. Cuando dibujaron las leyes de presupuesto, herramienta indispensable para una administración sana, también nos quitaron libertad. A la procuradora general de la nación, asociada al núcleo más duro del kirchnerismo, le otorgaron el control de la Dirección de Observaciones Judiciales y además, el poder de designar, controlar o dirigir a los jueces subrogantes y a los fiscales de nuestra patria, a través de las leyes de implementación del nuevo Código Procesal Penal. De esa manera, nos quitaron a los argentinos la base de nuestra libertad jurídica: la independencia de la Justicia.


Pero la libertad que ellos tienen no puede ser cercenada, porque pertenecen a un estrato de intocables. Desde su pedestal autofabricado, se dedican a desacreditar a la oposición, a burlarse del trabajo de los legisladores disidentes y a autoglorificarse a través de medios comprados por posibles testaferros. Solo un Estado que acumuló todo ese poder puede darse el lujo de comparar la pobreza de este país con la de Alemania, llevando la falsedad y la mentira a límites irrisorios. Solo un Gobierno repleto de contradicciones puede amparar un control para eventuales "golpes de mercado", mientras su vicepresidente se encuentra procesado por apropiarse de la imprenta de los billetes del país. Este Gobierno se aprovechó (continúa aprovechándose) de su mayoría parlamentaria. Utilizan una institución honorable como el Congreso para escriturar sus ideas, algunas de ellas inconstitucionales y hasta descabelladas. El Estado, en estas condiciones, no empodera sus ciudadanos, sino que restringe sus libertades y los ahoga con impuestos cada vez más duros. En otras palabras, deciden por los argentinos las posibilidades de nuestro futuro.


¿"Vamos por todo" es ir también por nuestra libertad?


Vienen al caso las palabras de alerta del papa Francisco, conocedor de lo que ocurre en nuestro país. El Sumo Pontífice alienta a que lancemos un grito "nacido de la conciencia de la falta de libertades, de estar siendo exprimidos, saqueados, sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno". Ese grito debemos dar en las urnas.

El autor es diputado nacional (UCR) por Córdoba.


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