Cómo impacta el cese al fuego unilateral de las FARC en el proceso de paz con Colombia

La medida implementada este lunes por la guerrilla podría provocar avances significativos en las negociaciones en La Habana, tras lo cual vendría una tregua bilateral como antesala a la firma del acuerdo de paz definitivo

AFP 163

Al menos esto es lo que espera el gobierno colombiano, según un calendario anunciado por el presidente Juan Manuel Santos la semana pasada. Si no hay progresos podrían venirse abajo las negociaciones, advierte el mandatario, que se enfrenta en octubre a unas elecciones regionales a las que llega debilitado.

"Nuestras fuerzas armadas están listas para un gradual desescalamiento, si las FARC cumplen", dijo Santos al país en un discurso televisado el jueves pasado. Pero si la guerrilla no cumple su parte, los militares estarán listos para enfrentarla, "con la determinación y contundencia con que siempre lo han hecho", agregó el mandatario.

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Al alto al fuego declarado por la guerrilla del 20 de julio al 20 de agosto el Gobierno respondió con una reducción de su ofensiva en el conflicto, previo a la firma de una tregua bilateral. Así, el proceso de paz pende de un hilo y éste parece ser un punto de quiebre: o cesan las acciones militares de parte de ambos bandos, con la subsecuente tregua y paz, o se rompen las negociaciones y se sigue adelante con la guerra que ya lleva 50 años.

Durante la apertura este lunes del nuevo año legislativo, Santos exhortó a la unidad de los colombianos e invitó a los líderes del país "a que serenemos los espíritus y depongamos las armas entre nosotros" en favor de la paz. "Si en algo necesitamos estar unidos, es en esto. Si algo debe unir a las fuerzas vivas del país es la paz. ¡Por supuesto que es la paz!", afirmó el jefe de Estado.

"Yo los convido a que abandonemos juicios y prejuicios, a que dejemos de lado posiciones intransigentes, a que hablemos con serenidad y sin medias verdades, y a que busquemos los acuerdos en medio de las diferencias", añadió.

Marcada polarización

Por primera vez desde que comenzaron las negociaciones de paz en noviembre de 2012, son más los colombianos (46%) que prefieren una salida militar, frente al 45% que apuesta por una solución dialogada al conflicto debido a los atentados de los últimos meses, según la última encuesta de Gallup realizada a 1.200 personas en las principales ciudades del país a finales de abril.

Este cese al fuego tendrá una duración de un mes que podría ser ampliada hasta a cuatro, y pone fin a un paréntesis de 56 días de hostilidades que siguieron a la ruptura de una tregua anterior y en los que hubo más de 20 muertos, decenas de heridos y ataques a oleoductos y torres eléctricas que dejaron sin luz a cientos de miles de personas. Un ataque a un oleoducto provocó uno de los atentados ecológicos más graves de la historia reciente de Colombia en junio pasado.

Santos suele citar al ex primer ministro israelí Isaac Rabin como inspirador de su estrategia de seguir negociando la paz como si no pasara nada en el campo de batalla. Pero afronta esta etapa con su popularidad en picada, ya que estos 56 días de enfrentamientos han herido su imagen y la del proceso de paz.

El comienzo de la tregua unilateral vino precedido de atentados. Sólo unas horas antes de que comenzara el alto al fuego se registraron dos ataques que las autoridades atribuyen a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y que dejaron dos soldados heridos en la provincia del Chocó.

<p>Los manifestantes bogotanos se unían así a otros muchos colombianos que desde países como China, Vietnam, Australia, España y Portugal han pedido que se respete la vida</p><p></p> Reuters 163

El historial de treguas

Hasta ahora hubo por lo menos seis treguas unilaterales. La última y más duradera duró cinco meses, de diciembre a mayo, pero fue rota en abril al morir diez militares tras una emboscada de la guerrilla cuando dormían en un polideportivo en Cauca. Aquel ataque sacudió a la opinión pública y provocó que Santos decidiera reactivar los bombardeos contra los campamentos de las FARC, que había suspendido meses antes.

El contraataque causó la muerte de 40 guerrilleros y, pocas semanas después, el 22 de mayo, la guerrilla izquierdista declaró oficialmente el fin del alto al fuego.

Desde entonces, en las últimas ocho semanas hubo un goteo diario de atentados e incidentes. El Centro para el Análisis de Conflictos (CERAC) ha contabilizado 145 acciones ofensivas de las FARC que han dejado 24 muertos, 22 de ellos policías y soldados y 66 heridos, según esta organización que recopila los datos cotejando versiones oficiales de la guerrilla, de las agencias internacionales, de los reportes de prensa y de llamadas al terreno.

Hasta el 8 de julio hubo un 300% más de acciones armadas que durante los meses de cese unilateral de las FARC. En menos de dos meses desde la ruptura, esta guerrilla protagonizó siete veces el número de acciones que las realizadas durante cinco meses de duración de la tregua unilateral.

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Objetivos de ataques

Los atentados guerrilleros se han enfocado en la infraestructura petrolera y eléctrica, y el hostigamiento a distancia contra puestos de la fuerza pública.

"Las FARC quieren golpear el aparato productivo porque además ya no tienen la fuerza de antes para tomar una población o atacar un cuartel", dijo León Valencia, presidente de la Fundación Paz y Reconciliación. Entre estos ataques está el enorme desastre ecológico ocurrido por el vertido de 284.000 galones de petróleo a una cuenca hídrica en Putumayo, que dejó sin agua a varias poblaciones.

En estos 56 días "fue sorprendente la capacidad bélica demostrada por las FARC y su habilidad para discriminar objetivos dañando lo menos posible a la población civil", explica Jorge Restrepo, director de CERAC y profesor de la Universidad Javeriana.

La oleada de enfrentamientos de las últimas semanas ha ocurrido muy lejos de la capital Bogotá. De los 32 departamentos del país, dos del Pacífico, Cauca y Nariño, en uno de los corredores de tráfico de cocaína más activos de Latinoamérica, fue donde se concentró la gran mayoría de enfrentamientos y atentados.

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Apoyo por el piso

Santos afronta esta nueva etapa con el índice de popularidad más bajo desde que llegó al poder en 2010. Mientras que el ex presidente Álvaro Uribe, principal enemigo de Santos y del proceso de paz, aparece como el político más valorado por los colombianos, lo que podría llevar a su partido a importantes victorias de sus candidatos a gobernación en las elecciones de octubre.

"La opinión pública le ha cobrado esto carísimo, y los enemigos al proceso de paz han utilizado de forma eficaz los atentados para colocarlo al borde del abismo", afirmó Valencia. No obstante, el analista considera que, si descienden radicalmente las acciones bélicas y cambia la retórica de la mesa, es posible dar la vuelta a las encuestas.

"Hasta ahora el 80% de las energías de las FARC y el Gobierno se empleaban en desprestigiar al contrario, y así es difícil construir confianza entre las partes, pero veo un tono diferente en esta nueva etapa", apunta Valencia.

Santos también insiste en el optimismo y suele citar al líder sudafricano Nelson Mandela para decir que no hay que hacer mucho caso al ruido que se genera alrededor de la mesa.

Lo cierto es que desde el lunes los fusiles se silenciaron, parcialmente, para dar un nuevo empuje al proceso de paz.