"Hoy más juntos que nunca", gritó eufórico por triplicado antes de zambullirse entre la multitud y bailar entre globos y papeles de colores. Fue después de aparecer entre los periodistas, con paso firme, ensayado, y encarar hacia los invitados del bunker de Costa Salguero. Entre ellos siguió uno de los spots que mañana empezará a desparramarse en los canales de televisión, en las emisoras de radio y en las redes sociales.
Por primera vez, Mauricio Macri protagonizó un efusivo discurso presidencial con el que relanzó su campaña y que le sirvió para disimular el ajustado triunfo porteño, que durante toda la tarde del domingo hizo atragantar a más de uno.
Los asesores comunicacionales del PRO habían avisado de entrada que las palabras del jefe de Gobierno serían de tinte fuerte, pero los tres puntos de diferencia entre Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau lo obligaron a endurecer mucho más sus palabras.
"No me cabe esa idea de que somos corruptos y mentirosos", "la primera prioridad de nuestro gobierno será terminar con la pobreza", "Aerolíneas Argentinas seguirá siendo estatal pero bien administrada" e "YPF seguirá manejada por el Estado". Fue parte del discurso del líder del PRO, que también abundó en definiciones sobre la prensa, la Justicia y la importancia de la Asignación Universal por Hijo, en lo que fue su primera intervención con definiciones concretas desde que se inauguró el cronograma electoral. Toda una novedad, impulsada en gran medida por la conclusión a la que arribaron tras los resultados de los últimos focus groups. Con slogans, cayeron en la cuenta, parece no alcanzar.
Antes de eso, hubo demasiadas excusas en torno al ballottage. Que el objetivo era ganar, como sea, por más ajustado que sea el resultado. Que el inicio de las vacaciones de invierno benefició al candidato de ECO en las comunas más pudientes. Que Mauricio Macri se enfrentó contra todos los presidenciables. Que parte de los porteños se hartaron de votar tres veces en tan poco tiempo y que por eso la concurrencia fue más baja que en otras elecciones. Que la victoria de un anti-candidato como el actual jefe de Gabinete -por su nulo carisma- es un "milagro", y que aunque sea por un voto, se ganó. Y que, de todos modos, los que votaron por Lousteau y no por Rodríguez Larreta van a votar por Macri el 9 de agosto.