20:28. Martín Lousteau salió exultante al escenario junto a los suyos. Sonrió, saltó, aplaudió. Roy Cortina, su jefe de campaña, le tomó el brazo derecho y lo revoleó en lo alto como si hubiera ganado un combate de box. Había perdido, pero no había señales de que haya sido ese el resultado. Ironías de la política.
Abajo, en el salón que funcionó de comando de campaña de ECO, en Palermo, también reinaba la algarabía. Antes de que el candidato pudiera emitir palabra, la militancia irrumpió con sus cánticos: uno apuntó contra quienes sugirieron que la fórmula debía desistir del ballottage cuando quedó 20 puntos abajo en la primera vuelta; otra, contra los pronósticos. "Qué boludos, qué boludos, las encuestas se las meten en el culo", corearon.
Los sondeos quedaron una vez más derrotados por la realidad. Acertaron -todos- en dar a Horacio Rodríguez Larreta como el ganador. Fracasaron en la distancia.
El margen, de 3,2 puntos porcentuales, expuso fallas en las mediciones. Ninguna consultora se aproximó al resultado final. De hecho, las dos que más cerca estuvieron (Managment & Fit y Poliarquía) proyectaron una victoria del jefe de Gabinete por 9,4%.
El grueso de las encuestas avizoraba que el triunfo del macrismo oscilaría entre los 9 y los 11 puntos. E incluso hubo algunas que informaron una superioridad mayor (un estudio que circuló en los últimos días llegó a reportar que sería de 16 puntos). Con el resultado final hubo quienes dieron sus explicaciones.
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