El papa Francisco llegó a Guayaquil para celebrar una multitudinaria misa

El Sumo Pontífice encabezará la ceremonia ante más de un millón de fieles en el parque Los Samanes. Por la tarde volverá a Quito para mantener un encuentro privado con Rafael Correa

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"Les doy mi bendición, pero no les voy a cobrar nada", manifestó el papa Francisco a minutos de dar inicio a la multitudinaria misa que se desarrollará en el parque Los Samanes, en la ciudad portuaria ecuatoriana de Guayaquil.

Desde el santuario de la Divina Misericordia, a donde llegó a las 10.40, hora local, junto al Arzobispo de esa ciudad, Monseñor Antonio Arregui, el Sumo Pontífice pidió a los fieles que recen por él, y les aseguró: "Los llevo a todos en el corazón".

El papa argentino arribó e

para encabezar una multitudinaria misa en el parque Los Samanes. Durante la tarde regresará a Quito donde mantendrá un encuentro privado con el presidente Rafael Correa.

El pontífice argentino de 78 años llegó el domingo a Quito, y en su mensaje le recordó a su "querida" Sudamérica, a la que regresó después de dos años, la deuda pendiente con los más frágiles y vulnerables.

Francisco abogó por un "diálogo y participación sin exclusiones", que permita que "los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía toda América Latina tiene".

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Un millón y medio de fieles, entre ecuatorianos de todas partes, y peruanos y colombianos que cruzaron las fronteras, son esperados en la liturgia que oficiará el Sumo Pontífice en Los Samanes a partir de las 10:45 locales (15:45 GMT).

En el parque Bicentenario de Quito, Francisco celebrará otra misa campal el martes, a la que se prevé asista un número similar de creyentes.

Rosa Elena Lata, una anciana de 82 años, viajó por tierra 16 horas desde el sur de Ecuador para intentar "el milagro celestial" de ver al papa entre la multitud en Guayaquil.

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"Realmente parece Jesús. Yo lo quiero ver porque viéndolo voy a ver a Jesús", dijo esta mujer a la agencia AFP mientras se alistaba para pasar la noche del domingo bajo el calor y la humedad de Guayaquil, el principal puerto de Ecuador.

Ya con la piel enrojecida y sofocados, decenas miles de personas guardaron vigilia en carpas y bolsas de dormir o incluso sobre cartones.

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El nonagenario jesuita que aguarda a Francisco

Francisco, que visitó Guayaquil a inicios de los ochenta cuando era rector del colegio argentino San José, visitará brevemente el santuario del señor de la Divina Misericordia, en las afueras, y después llegará a Los Samanes en papamóvil.

Concluido el acto litúrgico, se dirigirá al colegio Javier de los jesuitas, donde almorzará con otros religiosos y descansará un poco antes de regresar a Quito para una reunión con el presidente Rafael Correa y una visita a la catedral metropolitana, en el corazón histórico de la capital.

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En ese centro educativo lo espera el nonagenario sacerdote Francisco Cortés, conocido como padre Paquito, a quien el papa le hizo saber, por terceros, que quería verlo después de su último encuentro hace 30 años en Buenos Aires.

"Para mí es un acto de humildad de ese hombre, acordarse de una persona sin ningún mérito y nada especial. Ha insistido en que quiere verme", dijo Cortés en una reciente entrevista a AFP.

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"Estoy a lo que venga, si quiere una conversación larga, (será) larga, o corta, corta", afirmó entonces.

Según Cortés, el sumo pontífice le guarda agradecimiento por el trato que recibieron los alumnos que ayudó a formar hace décadas.

En sus primeras horas en Ecuador, Francisco ya dio muestras de la sencillez y calidez que lo han hecho famoso en el mundo: dejó que le tomarán selfies en el aeropuerto, permitió que un periodista le besará la mano y salió sorpresivamente a bendecir a los fieles que lo aclamaban de noche en las afueras de la Nunciatura Apostólica, donde se aloja, no sin antes pedirles que dejaran dormir a los vecinos.

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En el parque Los Samanes, la popularidad del Papa también es aprovechada por los comerciantes, que, al igual que los fieles, debieron hacer largas vigilias.

Wilington Hincapié, un colombiano de 35 años, viajó 40 horas por carretera hasta Guayaquil para vender rosarios y medallas con la imagen de Francisco. "Me gustaría hacer unas buenas ventas para ir también al parque Bicentenario" en Quito, afirmó a AFP.