Una encuesta de la Fundación Interamericana del Corazón (FIC Argentina) realizada en los centros urbanos más grandes del país arrojó que el 83,6% de la población apoya una suba de impuestos a los cigarrillos para reducir el tabaquismo. La aprobación incluye al 78% de los fumadores. Sin embargo, el precio final en Argentina es uno de los más bajos del mundo.
El aumento de impuestos es para la Organización Mundial de la Salud la medida más eficaz para combatir el tabaquismo. Un metaanálisis de la Agencia Internacional para la Investigación Sobre el Cáncer que incluyó todos los estudios realizados hasta el momento concluyó que una suba del 10% en el precio final disminuye el consumo alrededor de un 4% en los países con ingresos altos y hasta un 6% en el resto. La población, al parecer, es consciente de estas expectativas y las apoya ampliamente.
El 64,7% de los encuestados por FIC Argentina cree que una suba de impuestos reducirá el inicio del consumo de tabaco en niños y adolescentes. A su vez, el 62,3% piensa que ayudará a dejar de fumar, lo que coincide con el 62,8% de los fumadores que reconocieron que modificarían sus hábitos si tuvieran que pagar más.
El apoyo es tal, que incluso la mayoría está a favor de una suba considerable que duplique el precio: lo aprobó el 68,5% de los encuestados y el 75,5% de los ex fumadores.
Aunque en el país los impuestos a los cigarrillos alcanzan el 69% de su valor, se parte de una tarifa tan pequeña que el precio final es el más bajo de Latinoamérica. Incluso el valor real, es decir, el que tiene en cuenta la capacidad de consumo, bajó en los últimos años, al punto que una reciente investigación calculó que con un sueldo promedio se podían comprar 236 paquetes en 2005, mientras que en 2013 se podían adquirir 462, casi el doble.
En Argentina se han realizado cuatro estudios proyectando el impacto de una suba. El más reciente halló que un aumento del 10% en el precio real retrasaría 3 años la edad de iniciación, un dato muy relevante si se tiene en cuenta que más del 90% de los fumadores suelen comenzar antes de los 18 años.
Las investigaciones anteriores habían encontrado resultados similares y coincidentes entre sí: una suba real del 1% mermaría el consumo un 0,26, 0,29 y 0,34 por ciento, respectivamente.
Otro aspecto valorado por los consultados en la encuesta de FIC Argentina es el aumento de la recaudación vía impuestos. El 69,7% contestó que le ahorrará dinero al sistema de salud, en sintonía con lo que sucedió en todos los países que establecieron más impuestos. De hecho, el Banco Mundial calcula que los ingresos fiscales crecerían un 7% por cada 10% de aumento de los tributos a los productos de tabaco.
El dato no es para nada menor si se tiene en cuenta que Latinoamérica destina más de 33 mil millones de dólares al año para los tratamientos en los hospitales públicos de las enfermedades provocadas por el tabaquismo. Se calcula que es el doble del dinero que ingresa vía impuestos, lo que derriba el mito de que los Estados se benefician con los fumadores.
La encuesta de FIC Argentina fue realizada a 1.900 personas en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, y las ciudades de Córdoba, Rosario, Mendoza y Tucumán, y sus respectivos conurbanos. Sus resultados coinciden con los de otros sondeos, como la última Encuesta Mundial de Tabaco en Adultos, y se enmarcan en el amplio apoyo que tienen todas las medidas para combatir el tabaquismo. En el caso de FIC Argentina, el 94% se manifestó a favor de la ley nacional de control de tabaco, que implementó la prohibición de fumar en los espacios cerrados de acceso público e incluye restricciones a la publicidad de cigarrillos.
Detractores, sin argumentos
Las cámaras tabacaleras argumentan que una suba de impuestos "llevaría al sector tabacalero a la quiebra y con devastadoras consecuencias para las economías regionales", algo que no ha pasado en ningún lugar del mundo. A su vez, la reducción del consumo en Argentina sólo afectaría a una pequeña porción, ya que menos del 20% de la producción se destina al mercado interno.
Hasta ahora las cámaras tabacaleras no han aportado ni una sola investigación que sustente sus afirmaciones, ni siquiera comprando científicos, como lo han hecho a lo largo de cinco décadas para intentar desmentir que el cigarrillo es adictivo y que provoca enfermedad, discapacidad y muerte. En Argentina, por ejemplo, las tabacaleras le pagaron en los años 90 a tres prestigiosos médicos –entre ellos, el actual director del posgrado de medicina de la Universidad Católica Argentina, Carlos Benjamín Álvarez– para negar que el humo de tabaco afecta a los no fumadores, algo que a esta altura de la historia sería imposible de justificar.
Pese a la falta de pruebas y la voluminosa literatura científica que apoyan las medidas contra el cigarrillo, las cámaras tabacaleras, junto a las empresas Massalin Particulares y Nobleza Piccardo, y a la mayoría de los legisladores de las provincias productoras, lideran el lobby pro tabaco, que busca promover las medidas más inútiles –como las prohibiciones de venta a menores – y frenar las de probada eficacia –como la suba de impuestos–. Mientras, resisten cualquier posibilidad de que el Estado financie los planes para reconvertir los cultivos de tabaco, tal como se ha hecho con éxito, por ejemplo, en algunas zonas de Misiones.