Seguramente sea fácil recordar el primer beso o el número de teléfono de la niñez o dónde quedó estacionado el auto. Cada día se acumulan recuerdos 'frescos', como nuevos besos o nuevos números de teléfono. Con todas esas nuevas vivencias, es posible pensar: ¿puede el cerebro quedarse sin espacio tal como un disco duro? Depende de qué tipo de memoria se esté hablando.
"No funciona como si cada memoria llevara una celda y luego esa celda se agotara", dice Nelson Cowan, psicólogo cognitivo de la Universidad de Missouri, según recoge la revista Wired. En el largo plazo, los recuerdos quedan codificados en los patrones neuronales –circuitos de neuronas conectadas–. Y la capacidad del cerebro para tejer 'juntos' nuevos patrones es ilimitada, por lo que en teoría el número de recuerdos almacenados no tiene límites.
Sin embargo, los recuerdos no siempre se mantienen. Pueden cruzarse, como especies similares pero distintos, acopiando información como el agua que el camello atesora en su joroba. "Si no se puede recordar, es un recuerdo sin valor, y más o menos algunos similares pueden interferir entre sí, en el camino correcto hacia la superficie". Aunque hay muchas investigaciones respecto a la relación entre pensamiento y memoria, investigadores como Cowan siguen indagando sobre esta mecánica.
"Supongo que esto sucede cuando dos ideas a pesar de ser diferentes tienen similitudes en el patrón de la actividad del cerebro", dice. "Tu cerebro está trabajando en el mecanismo correcto de proceso de ideas y recuerdos. Pero ante la confusión la memoria también puede fallar en la búsqueda de un dato".
Un ejemplo de ello podría ser el hecho de estudiar dos idiomas a la vez, portugués e inglés. Es posible que en ese aprendizaje, algunas palabras invadan el territorio soberano de otras. No es que uno "no tiene espacio en el disco duro, sino que se está aprendiendo a ordenar y agrupar la información que recientemente se ha adquirido", puntualiza el experto. En teoría, la capacidad de almacenamiento de la memoria a largo plazo es interminable.
También existe otro tipo de memoria, la de corto plazo, que suele 'llenarse' con facilidad cuando hay una sobrecarga. Manejar más de un par de piezas de información a la vez "es muy duro". "Si ponés demasiados elementos en la mezcla, es posible que se olvide el nombre de la persona que se acaba de conocer o la idea que se tenía en mente antes de atender una llamada telefónica", explica Cowan.
Los investigadores pueden contar la cantidad de ítems que la gente retiene en la memoria a corto plazo. Y no son tantos. Cuando se pregunta: "¿Cuántas manchas de color hay en una pantalla?", por ejemplo, la mayoría de las personas puede recordar solamente tres o cuatro. Con la tarea de recordar letras al azar, la mayoría recuerda siete como máximo. "Pero si yo pido que recuerden las letras de la CIA (la agencia de inteligencia de Estados Unidos), el FBI (agencia de seguridad federal) y el IRS (agencia de recaudación fiscal), sí pueden recordar esas nueve letras sin problema. Pero porque tienen un sentido y se agrupan en la mente".
Es decir que mediante la asignación de pequeños ítems con significado, se puede acceder a fragmentos más grandes ampliando el número de conceptos que se pueden manipular mentalmente. En esencia, eso es el proceso de aprendizaje: convertir recuerdos de corto plazo en largo. El cerebro se ocupa de una gran cantidad de información con la máxima eficiencia según los modelos categóricos que se construyeron desde el nacimiento.
El olvido es una parte importante de ese proceso de aprendizaje. "Nuestros cerebros no están diseñados para almacenar una cantidad infinita de información", dice Joe Tsien, un neurólogo que dirige Project at Georgia Regents University.
Los estudios de comportamiento han demostrado que aprender algo nuevo puede promover el olvido. Esa es una ventaja porque la vieja información es probable que interfiera con la nueva y más útil. ¿Conociste a alguien interesante en la fiesta del fin de semana? El cerebro probablemente mantiene la información que encontró importante: si alguien parecía encantador, inteligente o divertido. Está en su interés olvidar el color de los botones de la camisa, o el número de pecas en la nariz.
Un estudio publicado recientemente en la revista Nature Neuroscience utiliza la neuroimagen para revelar cómo sucede esto. Cuando dos ideas compiten entre sí, el cerebro emite mecanismos inhibitorios para la supresión de la idea de distracción. Las redes que codifican los viejos recuerdos se marchitan, y las nuevas memorias se ven reforzadas por el mero proceso de recolección.
El hecho de olvidarse algo, sin embargo, no significa que se borre de forma permanente. "Puede ser difícil de extraer sólo la información correcta sobre la demanda", dice Cowan. "Pero todavía puede estar allí." Los recuerdos a menudo dependen del contexto. En un famoso estudio de 1975 publicado en el British Journal of Psychology investigadores demostraron que los participantes que aprendieron listas de información mientras practicaban buceo tenían un mejor recuerdo cuando estaban bajo el agua que cuando estaban en tierra.
De la misma manera, es más fácil de recordar el nombre del camarero en el mismo bar que se lo ha conocido. "El cerebro tiene mucha más capacidad de almacenamiento de lo que nosotros hemos utilizado, entonces, vale la pena acceder a él".