Marruecos: entre el exotismo y la modernidad

Visitar "El país de Occidente" es un paso casi obligado para cualquier persona que transita por Europa. Este país integrante del Magreb es la puerta de entrada a África y

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 Florencia Mansilla / Mustique
Florencia Mansilla / Mustique 162
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 Shutterstock 162
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Conocido por sus exóticos colores, por su vida callejera y por ilustrar un paisaje típico de Las Mil y una Noches, el clima en Marruecos es siempre agradable. En verano llegan a hacer 38 grados pero en la mayoría de las ciudades se encuentra refugio a la sombra debajo de algún árbol en flor, típico de la zona.

El invierno es casi imperceptible en las ciudades del Norte, aunque se puede esquiar en la zona sur lo cual convierte a este país en apto para los amantes del "todo terreno". El desierto es un mundo aparte en el que durante el día se siente un calor intenso y durante la noche una baja de temperatura importante, por lo que se recomienda llevar abrigo pues la experiencia es inolvidable.

La manera más fácil y rápida de llegar a Marruecos es por avión y la aerolínea local se llama Royal Air Maroc. Ahora también puede optarse por viajar en barco desde España.

Una de las ciudades más lindas de Marruecos es Marrakech. También conocida como Ciudad Roja, dado al color de su infraestructura, es el espacio de varios monumentos con categoría de "Patrimonio de la Humanidad". Uno de ellos es la famosa Medina, o ciudad antigua. Allí se disfruta de la auténtica vida marroquí.

La bella y contrastante ciudad de Marrakech es la favorita de los turistas que se dejan atrapar por este enigmático país. La parte moderna de la ciudad ofrece un paseo por reconocidas marcas de la moda internacional, importantes cadenas de hoteles presentes en numerosas partes del mundo y lugares gastronómicos de fama internacional.

En contraste a esta modernidad, la ciudad deleita a los amantes de lo exótico con su particular medina (o ciudad antigua). Allí están los famosos zocos: pasillos y calles que invitan a un viaje sensorial de olores y sabores típicamente marroquíes.

Sin olvidar las artesanías propias de esta cultura; muy buscadas por sus vecinos europeos quienes hacen viajes de compras por un día a este lugar para adquirir lámparas, alfombras, vajilla, entre otros objetos únicos, confeccionados con la mayor calidad artesanal. Edificios antiguos, mezquitas, comidas típicas y especias, se mezclan las mil opciones para quienes van detrás de piezas artesanales únicas.

Luego del infaltable paseo por la ciudad, sin dudas una de las mejores experiencias turísticas que ofrece este atractivo país de cultura árabe, es la posibilidad de viajar al desierto y pasar una noche allí; sólo rodeados por mil dunas de arena y estrellas.

Las agencias de turismo locales ofrecen tours en camionetas 4x4 preparadas para atravesar el desierto. Es altamente recomendable la excursión al desierto de 3 días que sale desde Marrakech, y va pasando por contrastantes e increíbles paisajes.

Los poblados ubicados al costado de los caminos, permiten al viajero tener una vista de la auténtica vida marroquí fuera de las grandes ciudades. Al poco tiempo de viaje ya se aprecia el paisaje montañoso del Alto Altas, la cordillera más alta y extensa de Marruecos. Terminando el primer día del recorrido, se llega a descansar en el poblado de Zagora, conocido como la "Puerta del desierto".

A partir de allí el paisaje montañoso comienza a desparecer para volverse cada vez más llano a medida que el desierto está más próximo. En el camino, la parada obligada es en un Kasbah (denominación árabe que significa ciudadela). La mayoría de los Kasbah son construcciones de adobe, muy típicas de la antigua cultura marroquí; la más famosa es la llamada Ait-Ben-Haddou, una de las mejores conservadas de África del Norte y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Cerca del final del segundo día, en la llanura del paisaje comienzan a erigirse las dunas de arena del desierto. En medio de las dunas del desierto Chegaga se encuentran los campamentos a los que se llega a pasar la noche en tiendas, no sin antes admirar la más bella puesta del sol sobre las dunas. Aquí sólo se está rodeado de dunas de arena y la paz más grande que encierra el misterioso desierto africano.

Luego de ver este atardecer único, en el campamento se cena comida típica marroquí y al calor del fuego se admira un cielo totalmente estrellado. Al día siguiente, luego de un increíble paseo en dromedario por el desierto, se emprenderá el regreso.

Definitivamente Marruecos es un destino único, capaz de cautivar a cualquier turista en busca de una experiencia vivencial diferente.

(Informe: Florencia Mansilla)

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