La decisión de los Estados Unidos de avanzar contra la principal entidad del fútbol internacional ha golpeado con fuerza al fútbol sudamericano. En la lista están el paraguayo Nicolás Leoz (ex presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol), el brasileño José María Marín y el venezolano Rafael Esquivel, además dos caimaneses, un costarricense y un nicaragüense, pero también destaca un hombre que ha representado desde hace décadas a Sudamérica en lo más alto de las organizaciones multilaterales del fútbol: el uruguayo a href="URL_AGRUPADOR_163/eugenio-figueredo-a7206" rel="noopener noreferrer" Eugenio Figueredo/a.
A los 83 años, Figueredo ha sido detenido en un hotel de Suiza, donde se encontraba junto con otros dirigentes organizando las elecciones presidenciales previstas para este viernes.
Figueredo es una figura tan poderosa como polémica. "Fue el hombre encargado de designar a Oscar Tabárez como entrenador de Uruguay. Montó el Complejo de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). Devolvió a Uruguay al Mundial y propició la integración del fútbol del interior con el de la capital", contó el diario El Observador, en una lista que enumera los logros del dirigente.
La contracara de sus éxitos hablan de corrupción y manejos oscuros. "Se lo acusa de negociar extensiones de los derechos de televisión (...), a escondidas de los clubes. Fue sacado de su cargo a instancias del gobierno de Tabaré Vázquez y terminó como presidente de la Conmebol en medio de una polémica con los clubes uruguayos que reclamaron más dinero por los derechos de TV con la figura de Casal sobrevolando por detrás", agregó el diario uruguayo.
Horas bajas
Los movimientos, sin embargo, marcaron un cambio de época, sobre todo porque, luego de décadas de protagonismo, aceleraron el desplazamiento de Figueredo de la primera línea. Se espera ahora que sea reemplazado de su cargo en la FIFA por el propio Napout.
Ese ha sido el último paso de un movimiento de recambio de viejas figuras iniciado en la Conmebol tras la muerte de Grondona y la pérdida de poder de Leoz, por enfermedad, y del brasileño Ricardo Texeira, quien tuvo que renunciar a la Confederación Brasileña por acusaciones de sobornos.
De todo ese grupo, el único que había sobrevivido era Figueredo, que logró escalar un paso más en la FIFA tras la muerte de Grondona. La votación en marzo lo dejó por primera vez sin cargos ejecutivos. La causa judicial iniciada en los EEUU ha sido el golpe de gracia para la carrera del dirigente uruguayo.