Un militar sirio que estaba apostado en Palmira pero había abandonado la ciudad pocos días antes del comienzo del ataque del Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés) intentó contactarse con sus ex compañeros en cuanto se enteró de la ofensiva. Pero no obtuvo respuesta alguna.
En una nota publicada este jueves, The New York Times relata que el soldado compartió su angustia por la suerte de sus ex compañeros, que crecía a medida que recibía pequeños datos sobre lo que estaba pasando en la ciudad.
Poco a poco se fue enterando de que estaban siendo masacrados por falta de municiones, ya sea en sus posiciones de combate o durante las desesperadas huidas que intentaban a medida que quedaban desprotegidos. Los bombardeos a mansalva del régimen de Bashar al Assad sobre la ciudad no ayudaban a quienes resistían, sino que sumaban más terror a los civiles que no podían huir.
Finalmente, un mensaje radial recibido en los cuarteles generales del Ejército en Damasco expuso la situación de la manera más cruda: "Estamos acabados".
Sin embargo, para el soldado que cita NYT en su nota, lo peor fue otra cosa: pocas horas después le llegó una imagen de una amiga de 19 años, hija de un general, decapitada.