Primero fue el Mensalão, durante la presidencia de Lula da Silva. La red ilegal por la que diputados opositores recibían un "sueldo paralelo" a cambio de acompañar los proyectos del Poder Ejecutivo fue desenmascarada en 2005.
Diez años después, a poco de que Dilma Rousseff asumiera su segundo mandato, es el escándalo de Petrobras el que conmueve al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT). Una gigantesca trama de corrupción que incluye el pago de sobornos a los contratistas de la petrolera, y el posterior desvío de fondos para financiar a los partidos políticos y a sus dirigentes.
La justicia brasileña está siendo implacable. Altísimos funcionarios y dirigentes del PT fueron y están siendo investigados por ambos casos, y muchos terminaron en prisión.
Por el Mensalão fueron condenados, entre otros, José Dirceu, jefe de gabinete y hombre fuerte del primer gobierno de Lula; José Genoíno, ex presidente del PT; y Delubio Soares, ex tesorero del partido. A pesar de lo cerca que pegaron las balas, el mandatario no fue investigado por el caso.
Algo similar viene ocurriendo con Petrobras. "El procurador de la República hizo una lista de los personajes que serían investigados, y Dilma y Lula no fueron incluidos. Entonces, a no ser que haya una nueva denuncia, todavía no hay un proceso de investigación abierto en su contra", explica Nuno Coimbra Mesquita, doctor en ciencia política por la Universidad de San Pablo, en diálogo con Infobae.
Entre los indagados están los jefes de las dos cámaras legislativas, otros 32 parlamentarios y cuatro ex ministros de Rousseff. La Presidente quedó al margen, incluso a pesar de haber sido titular del directorio de Petrobras entre 2003 y 2010, cuando ocurrieron la mayor parte de los sucesos.