Terrorismo islámico en América Latina: el narcotráfico, su principal fuente de financiamiento

Sólo desde la Triple Frontera se envían 10 millones de dólares al año al Líbano para financiar a Hezbollah. El tráfico de armas, drogas y dinero crece. Nicolás Maduro, socio estratégico y puerta de entrada

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 Rodrigo Acevedo 163
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Las actividades delictivas del grupo terrorista Hezbollah en la región continúan su ascenso sin que ninguna alarma se encienda en los gobiernos de América Latina. Incluso, en muchos casos, las autoridades de algunas administraciones regionales son cómplices de sus movimientos. Tráfico de drogas, de armas, de influencias, lavado de dinero y otras maniobras ilícitas son las elegidas por las células que la agrupación libanesa mantiene a lo largo de esta parte del mundo.


Desde 2006 a la fecha, fue sobre todo el narcotráfico la vía que más dinero aportó al financiamiento de Hezbollah. Bajo diferentes fachadas, jefes regionales del grupo terrorista se instalaron en diferentes ciudades latinoamericanas para tapar sus verdaderos propósitos. Mezquitas, centros culturales islámicos, comercios y otras organizaciones sin apariencia política reúnen a cientos de fieles, quienes en muchos casos son "utilizados" por la agrupación extremista.


Es la Triple Frontera (conformada por Paraguay, Brasil y la Argentina) la "capital" de Hezbollah en la región. Es allí donde más actividad ilegal puede observarse. Según fuentes de la inteligencia francesa, alrededor de 10 millones de dólares parten anualmente hacia Beirut para financiar al grupo comandado por el temible Hassan Nasrhallah.


Uno de los delegados claves en esta zona fue identificado como Hassan Barakat, pieza fundamental en el rompecabezas extremista. Su comandante militar es Sobhi Mahmoud Fayad, un ex profesional operativo de Hezbollah, quien actúa de enlace en esa parte de América Latina entre Irán y el grupo terrorista. Era también el encargado de las triangulaciones de dinero con el Líbano, mediante la fachada de entidades de beneficencia.


 AFP 163
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Entre los lugares que sirven como fuentes de financiación figuraría la Galería Page, un centro comercial en Ciudad del Este donde se recaudan fondos para Hezbollah. Este paseo de compras -caótico por la muchedumbre que se agolpa ante sus "ofertas inigualables" de falsificaciones- está bajo el control de la milicia chiíta. Incluso forma parte de la red Barakat, conformada por Hassan, Hatim y Hamzi. Muhammad Yusif Abdallah, gerente del rudimentario pero visitado mall, abonaría una contribución regular a la agrupación terrorista.


Pero fue gracias a la "generosidad" de Hugo Chávez que los extremistas islámicos pudieron expandirse cómodamente por la región. El ex militar caribeño fue quien abrió las puertas de América Latina a Irán y su filial Hezbollah con mayores garantías de impunidad que las que contaban en el pasado: el pacto continúa y crece con Nicolás Maduro.


Con la complicidad de Caracas, la ramificación fue más fácil: Colombia, Chile y México, donde la inmigración libanesa era importante, fueron países ideales para el financiamiento del grupo terrorista. El nombre clave de esta historia es el de Tarek El Aissami. Isla Margarita, un paraíso romántico para muchos, es además un paraíso fiscal para tantos otros. El lugar ideal para enamorarse de las triangulaciones de dinero, fundamental para el lavado de capitales que necesita la milicia chiíta. También allí actuaría una base dedicada a la falsificación de dólares.


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Las delegaciones iraníes a lo largo de toda la región son esenciales en el crecimiento de los terroristas. Estas misiones diplomáticas ante las naciones de la región son, muchas veces, las principales portavoces de las necesidades del grupo.


Una parte del tráfico de cocaína en la región ha sido puesto a disposición de la milicia libanesa. En octubre de 2008, al menos 36 personas fueron detenidas acusadas de narcotráfico sólo en Colombia. El constante viaje de los estupefacientes se hacen vía África, la ruta más segura para que la mercadería llegue a destino y con ella sus jugosos millones de dólares. Chekry Harb, sindicado como miembro de Hezbollah, habría sido el responsable del lavado de dinero proveniente de esta actividad. Era el encargado de realizar la triangulación desde Panamá, vía Hong Kong: Beirut era su destino final.


En México, Hezbollah está en contacto permanente con los más sangrientos cárteles de droga. Sus relaciones crecen a diario. Desde allí introducen mercadería ilegal a los Estados Unidos: la sociedad crece y el dinero fluye para ambos socios. Pero no sólo es dinero y drogas. El grupo terrorista chiíta se sirve de este enlace para intentar introducir extremistas en territorio norteamericano. La milicia de Medio Oriente también paga de otra forma: las armas que consigue gracias al padrinazgo de Irán, que no está fuera de esta red.


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En Chile, la zona de Iquique fue la elegida por Hezbollah para lograr enviar su dinero sucio a los extremistas islámicos. Es también una zona de libre comercio en el norte del país. Las compañías que sirven para esas triangulaciones son: Kalmiar Ltd., Bahamas Ltd., Las Vegas Nevada Ltd., San Francisco Ltd., Saleh Trading Ltd., Frankfurter Ltd., Guanary Ltd., Teen Child Ltd. y Lucky Crown Ltd.


Todas las actividades de Hezbollah se basan en una ventaja comparativa con otros grupos terroristas. Al ser de origen libanés, el grupo capta y alude a los inmigrantes que viven fronteras afuera del Líbano. Los descendientes de esta nación -que se calculan en 12 millones de habitantes alrededor del mundo- mantienen un gran arraigo con su tierra natal y muchas veces son engañados y terminan contribuyendo con la milicia chiíta, aun sin saberlo.


Fuentes de la inteligencia francesa calculan que el dinero que fluye desde América Latina para Hezbollah es de entre 60 y 100 millones de dólares cada año. El deseo de diversificar sus actividades es mayor a medida que crecen las arcas de la milicia islámica gracias a esta región empobrecida. Desde la propia agrupación calculan que en los próximos tiempos ese dinero podría duplicarse.



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