El precandidato presidencial del radicalismo Ernesto Sanz se sumó a la fiebre editorial que ha permitido a varios precandidatos escabullirse a la prohibición de realizar campaña anticipada impuesta por la ley electoral. El mendocino presentará esta tarde en la Feria del Libro, acompañado por Mauricio Macri, Elisa Carrió y Facundo Manes, sus "Apuntes de trabajo para la Argentina que viene", un libro en el que busca dar a conocer "por dónde estoy caminando".
Publicado por la editorial Del Nuevo Extremo, Sanz contó con dos grandes colaboradores para su realización, que tuvo como materia prima las versiones taquigráficas de sus discursos en el Senado. Gabriela Kogan, esposa de Facundo Suárez Lastra, trabajó desde mediados de diciembre en la edición de los textos, que fueron supervisados por el "todólogo" -como lo define el propio Sanz- Fabio Quetglas, colaborador del senador.
Alejado de la contienda principal por encuestas que no lo favorecen, Sanz se permite un gusto que los principales precandidatos presidenciales prefieren no darse: decir qué haría si fuera presidente en relación a una treintena de materias, que no esquivan temas polémicos como el aborto, el fracking, la asignación universal por hijo o el Fútbol para Todos. Digámoslo ya: para el radical, la televisación gratuita del fútbol "es ya un derecho adquirido", aunque "las cosas no son tan simples".
Así, en poco más de 200 páginas, Sanz propone que el gobierno nacional solvente los aumentos de sueldos a docentes provinciales, rescata los proyectos de ley de un Sistema Único de Salud (del socialista Rubén Giustiniani) o de Responsabilidad Penal Juvenil (que presentara junto a Gerardo Morales), enuncia la necesidad de un "shock antiinflacionario" que permita bajar la inflación unos 15 puntos en dos años "reestructurando" los gastos del Estado, pero sin eliminar "los gastos sociales ni los gastos que tengan que ver con incentivos a la producción".
En este punto, el de los planes sociales, el presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical ensaya una suerte de autodesagravio. En una gaffe que los medios estatales y paraestatales repitieron -y repiten- hasta el hartazgo, Sanz declaró años atrás que "la asignación universal por hijo se va por la canaleta del juego y de la droga". En el libro, el mendocino reconoce su error: "La verdad es que mezclé las cosas mal y no debería haberlo verbalizado de esa manera", dice, y asegura que esa frase "fue utilizada para desacreditarme, estigmatizarme y confundir a la población sobre una de mis posturas más claras y constantes a través de toda mi vida política".
En efecto, Sanz presentó junto a otros legisladores dos proyectos de AUH, uno antes y otro después de que Cristina Kirchner la implementara por decreto, y en el libro expone cuáles serían los ajustes que le haría. Pero, para que no queden dudas, aclara: "aun sin datos confiables, la asignación es buena".
En otros puntos, las propuestas de Sanz son más difusas. Por ejemplo, queda claro que al precandidato radical el Memorándum de entendimiento con Irán le parece "un papelón internacional" y "una vergüenza nacional" hecho a instancias de "la profundización de las relaciones con Hugo Chávez". Menos claro es qué propone para poder llegar a la verdad y llevar a la cárcel a los responsables de la voladura de la AMIA.
Algo parecido sucede con la "contradicción personal" que le genera al candidato el aborto, donde enuncia su "convicción personal en contra", pero reconoce que se debe dar el debate para evitar muertes innecesarias. Así, tras la lectura del capítulo, no queda claro en qué sentido votaría Sanz un proyecto que lo despenalice.
El candidato podría responder que esas ambigüedades están atribuidas a la provisoriedad que tienen sus "apuntes", que ya desde la contratapa llaman a ser "repensados, intervenidos, corregidos, compartidos y complementados" por el lector, y que incluso cuentan con un espacio en los márgenes para anotaciones.