El periodista e historiador Armando Rubén Puente reside en España desde hace varias décadas, pero jamás cortó sus raíces argentinas, las que hoy le permiten insertar esta "prehistoria" del Papa Francisco en una recreación muy viva de los acontecimientos y del clima de época que acompañaron cada una de las etapas de la formación y misión de Jorge Bergoglio en la Argentina, hasta el cónclave del 13 de marzo de 2013 que lo consagró Sumo Pontífice de la Iglesia Católica.
Además de ser un fino conocedor de la política argentina, Puente pertenece a la misma generación de Bergoglio, no sólo por cronología sino en el sentido amplio que le daba Ortega y Gasset al concepto. Vivió, padeció y celebró los mismos acontecimientos de la agitada historia argentina del siglo pasado, con sus polémicas, sus tragedias y sus esperanzas.
Con prólogo de Pascual Albanese y profusión de fuentes y de testimonios, Las raíces argentinas del Papa Francisco (Distal, 2015) es un retrato detallado y profundo a la vez de Jorge Bergoglio y de su país.
Por su profesión, Armando Puente conoció personalmente a muchos líderes políticos, en particular a Juan Perón durante los años de su exilio en Madrid. Fue corresponsal de la agencia France Press, del diario France Soir y del semanario Le Point; y colaborador de Le Monde. Además trabajó para muchos medios argentinos, como Primera Plana, Panorama, Siete Días, Tiempo Argentino (el original), La Nueva Provincia y la agencia AICA. Esta larga trayectoria lo llevó a presidir el Club Internacional de Prensa y la Asociación de Corresponsales de la Prensa Extranjera en Madrid.
Además, como historiador, se ha volcado en particular a hacer luz sobre los años "oscurecidos" –por una historiografía interesada- de José de San Martín: es decir, su largo exilio europeo, de 1824 a 1850. Fruto de estas investigaciones, es su libro: Historia de una amistad. Alejandro Aguado y José de San Martín, y su obra en preparación sobre la vida de los hermanos del Libertador.
En este diálogo con Infobae, Puente -que está de paso por Buenos Aires para presentar su libro- señala que los argentinos estamos entusiasmados por tener un Papa, pero "el tema se detiene ahí". "Los políticos están muy apresurados: a veces no tienen tiempo para pensar", agrega. Y sostiene que, aunque el Papa sabe esto muy bien, "él tiene que seguir sembrando en ese terreno y creo que lo está haciendo muy en profundidad".
¿Es necesario ser argentino, católico, incluso peronista, para entender a Jorge Bergoglio?
Ayuda mucho, sobre todo ser de la misma generación. Es muy difícil tener un conocimiento tan sentido, tan profundo de la Argentina, como el que tenemos los hombres de la generación de Bergoglio. Y yo soy de la misma generación de Bergoglio. Hice este libro porque me di cuenta de que había que hablar de "Jorge Bergoglio y su circunstancia", que es una frase de Ortega y Gasset, que formuló precisamente el concepto de las generaciones en la historia, y me di cuenta de que la circunstancia del actual Papa Francisco es la mía, las cosas que ha vivido las he vivido yo, los sufrimientos, las alegrías, las esperanzas... aunque no hayamos tenido vidas paralelas.
¿Cuáles serían los hechos de esa historia común que más marcaron al futuro Papa?
En su juventud, él vive la caída de Perón, el triunfo de la Revolución Libertadora, la etapa posterior. Después me saltaría hasta 1965, 1966, cuando él está terminando su formación como jesuita, en un mundo en el que coinciden dos hechos: uno universal, el Concilio Vaticano II y toda la transformación profunda que se origina en la Iglesia Católica a partir de ahí, y el otro el impacto del concilio en la Argentina, ya sacudida por fenómenos revolucionarios que están naciendo. Él empieza a descubrir unos mundos que están más allá del seminario, en los que se empieza a hablar de Montoneros, de guerrilla...
Después vienen los años duros, los años de plomo, que le tocan a él exactamente en el tiempo en que fue el provincial, la máxima autoridad, de la Compañía de Jesús, una compañía dividida entre los partidarios de la Revolución, algunos jesuitas son montoneros. Otros están en la línea opuesta, y él que está en una línea intermedia. Eso lo marca muy profundamente: nunca más guerras, nunca más violencia, hasta hoy.
También se opone al sectarismo y la división. Según se desprende de su libro, él no adhirió en aquel tiempo a la Teología de la Liberación aunque tenía diálogo con sus referentes porque apostaba a la unidad.
Sí, la Teología de la Liberación es un fenómeno latinoamericano pero que nace como consecuencia del Concilio Vaticano II y que en Argentina tiene características particulares. Él desde un principio no está con la línea de la Teología de la Liberación sino con la Teología del Pueblo.
Muchos historiadores recurren al análisis de las lecturas de un personaje para conocerlo e interpretarlo mejor. Usted hace un minucioso recorrido de los libros que leyó Bergoglio. ¿Qué rescata de ahí?
Resalta la figura de uno de los jesuitas fundadores de la Compañía que él reivindica y de quien en privado dice que lo ha influido más que San Ignacio de Loyola, el fundador de la orden. El conoce bien todo ese pensamiento fundacional, pero este personaje, Pedro Fabro, del grupo de los primeros compañeros de Loyola, es a quien hay que leer para conocerlo mejor. Yo he señalado los libros leídos por Bergoglio justamente porque pueden ser útiles para quien desee entenderlo.
También destaca intelectuales rioplatenses como Amelia Podetti y Alberto Methol Ferré...
Sí, Methol Ferré era muy amigo mío. Falleció en 2009. Es la persona que me ayudó a empezar a entender a Jorge Bergoglio, antes de que fuese Papa, con quien tenía una relación muy estrecha. Era uruguayo pero se sentía muy argentino y estaba muy interesado en el fenómeno del peronismo.
Usted revela también que Jorge Bergoglio, a través del coronel Vicente Damasco, tuvo alguna participación en la redacción del Proyecto para el Modelo Nacional, un texto que Perón presentó en el Congreso en mayo del 74 y que puede ser considerado como su legado.
Es un tema que yo no he podido investigar aún en detalle, no he tenido tiempo, pero me hubiera gustado leer alguna de las dos o tres versiones -porque hay varias- de ese documento para detectar posibles aportes de Jorge Bergoglio. El problema mío es que no he estado acá, en Argentina, resido en España desde hace varios años, de lo contrario me hubiera resultado más fácil hacer el libro. A las 48 horas de haber llegado al país ya recibí informaciones estupendas...
"Bergoglio luchará siempre por la paz, por el diálogo, y eso nace de los años 70; él ha vivido la tragedia y dice: nunca más"
¿Usted escribió este libro enteramente desde España?
Sí, escribiendo a mis amigos y pidiéndoles tal o cual información, o que hablasen con tal o tal persona... Yo he querido poner al hombre en su circunstancia, al hombre en su historia. Bergoglio es un hombre que luchará siempre por la paz, por el diálogo, y eso nace de los años 70; él ha vivido toda la tragedia que hemos padecido todos los argentinos y dice: nunca más. Y para eso hace falta dialogar, porque dialogar es comprenderse, es transigir, es buscar vías.
Es una suerte y es un motivo de orgullo para los argentinos que tengamos al líder más importante que hay hoy en el mundo, que sea argentino. Ese hombre trabaja por la paz, para evitar conflictos en muchas partes. Su papel en Cuba ha sido fundamental. No hubiera sido posible la actual etapa que se está viviendo entre Estados Unidos y Cuba sin el papel de Bergoglio, porque a él le preocupa mucho el después de Castro. ¿Después de Castro qué? ¿El hachazo? No, porque entonces hay víctimas, culpables, inocentes, juicios, cárceles, dolor, sufrimiento... Hay que buscar soluciones de comprensión. Eso hace también que él intervenga en las negociaciones para la guerrilla en Colombia, en Estados Unidos ante Obama por el tema de la inmigración latinoamericana, para reducir el dolor que significa siempre una migración, para colmo en las circunstancias en que la gente migra, por situaciones de pobreza, de hambre, de persecución.
Eso hace que él esté muy preocupado por el futuro de nuestra Patria, no intervendrá nunca en política porque el concepto de él de política no es mezclarse en los partidos políticos, pero sí lanzará mensajes, hará llegar sus inquietudes, conversará con la gente para que, en este año fundamental que vivimos los argentinos, las cosas transcurran de la manera que debe, es decir, de una manera democrática, en una evolución, lógica, civilizada, avanzada, y no volver a conflictos del pasado. Eso significa que él ya está pensando y dando algunas líneas que, cuando veo las gestiones que él está haciendo por debajo de la mesa, espero que los hombres políticos - y creo lo espera él- entiendan cuáles son las líneas que él cree que deben seguirse en Argentina en materia socioeconómica y cultural, para que seamos un país grande, libre, soberano.
¿Cree que los argentinos somos conscientes del papel que juega Francisco en el mundo? ¿Cree que los líderes están respondiendo a los desafíos que él plantea?
Creo que los argentinos estamos todos muy contentos porque tuvimos a Maradona, a Gardel, al Che; nosotros hemos tenido personajes muy importantes en la historia. Francisco es el más importante de todos. Pero el tema se detiene ahí. Yo conocí a todos los presidentes argentinos menos a la actual; a todos los conocí personalmente, quiero decir que tengo una idea acerca de los hombres políticos. Y creo que los políticos están muy apresurados: a veces no tienen tiempo para pensar, y otras veces se guían simplemente por las encuestas y entonces improvisan. Él sabe mucho mejor que yo que esto es así, pero él tiene que seguir sembrando en ese terreno y creo que lo está haciendo muy en profundidad y sin levantar olas, bueno, a veces se levantan olas porque...
... porque somos así...
Porque somos así y porque damos una interpretación a un episodio sin tener en cuenta la perspectiva que yo estoy señalando: porque recibe a fulanito y zutanito. Bueno, respondería él, tengo que conversar y escuchar a todos y darles algunos consejos, y no voy a ir a Argentina hasta que se termine este ciclo. Porque, seguiría diciendo Bergoglio, iré después a ayudar a que de lo sembrado puedan crecer algunas plantitas de paz, de concordia, de solidaridad.
Usted cuenta también en el libro que, al volver del cónclave en el que resultó electo Benedicto XVI, Bergoglio tomó clases de italiano, para mejorar su pronunciación... A la luz de lo que pasó después, resulta un dato llamativo, ¿no?
Bueno, mi fuente dice que no le dedicó al asunto todo el tiempo que era de desear. Pero lo hizo, y yo lo señalo y que cada uno piense lo que piense.
Si usted tuviera que explicarle a un extranjero quién es Bergoglio, por qué es cómo es, ¿qué diría?
Para eso escribí un primer libro el año pasado en España -La vida oculta de Bergoglio- que era para explicar a los españoles qué es este país tremendo, singular, diferente, trágico, alegre, trabajador, vivo, corrupto; de todo, como somos, porque en España y en Francia habían surgido inmediatamente una serie de eslóganes: "Bergoglio peronista", "Bergoglio colaborador de la dictadura", etc., entonces me dije que era necesario profundizar en esto y dejarlo muy claro. Creo haber trabajado un poco y esto ha servido de ayuda para que algunos obispos y cardenales digan "ahora entendemos a Bergoglio", porque tenían poca idea de este señor que vino del sur.
¿Y cómo lo describiría usted?
Es argentino, porteño, jesuita.- Esos datos son los que hay que profundizar mucho, no puedo escribir una tesis doctoral sobre por qué digo que es jesuita pero en las cuatro o cinco páginas referidas al tema trato de explicar qué es un jesuita. Todos tenemos una idea del jesuitismo
Se lo suele asociar a la política, en su sentido más elevado.
Bergoglio es un líder político con P mayúscula y eso se lo escuché decir a Hugo Moyano. Me dijo: "Él hablaba con nosotros, nos daba consejos, pero no sobre lo que íbamos a preguntarle, sino que por elevación él siempre nos ayudaba mucho a entender, a pensar cómo proceder". Una de las preocupaciones de Bergoglio es la pastoral social y el que estudie cómo trabajó en eso y la atención que le prestó puede empezar a entender lo que él está haciendo en otra dimensión. Las raíces están acá y el desarrollo toma otras características porque ahora la dimensión es mundial.