Fuera de las tortuosas explicaciones que entregó días atrás sobre los alcances del nuevo régimen impositivo, Kicillof patentó la mirada despectiva del gobierno kirchnerista hacia el modelo sindical peronista. Las comparaciones que estableció el ministro de Economía entre lo que se tributa por Ganancias y las cuotas que cobran los sindicatos a sus afiliados, terminaron de convencer a la dirigencia gremial que el tramo final de Cristina estará plagado de sobresaltos para sus organizaciones.
El sindicalismo acusó recibo. Kicillof, devenido en señor todopoderoso de las actuales paritarias, buscó caracterizarlos como meros acopiadores de fondos extraídos de los bolsillos de los trabajadores. La utilización de la cuota sindical como parámetro de cotejo sonó, en suma, a gota que rebalsa el vaso. O lo que es peor: sonó a que el Gobierno no atenderá ninguna de sus demandas; sea en términos de negociaciones colectivas, obras sociales, o jubilados.
De este modo, Kicillof se ha consagrado como la nueva bestia negra de la dirigencia gremial; con parecida cantidad de detractores a los que cosechó Domingo Cavallo en sus peores momentos de superministro de Menem y de la Alianza. En cualquier caso, el joven ministro impuso condiciones.
br/Los gremios, incluidos los de filiación K, no se guardaron chicanas ni tuits por tirarle y hasta Moyano lanzó un paro en el aire. Sin embargo, nadie estuvo en condiciones desde las playas sindicales de articular una respuesta orgánica sobre la diferencia de un tributo, que es de cobro compulsivo, con el pago de una cuota de carácter no obligatorio con fines solidarios. ¿El que calla otorga?
En cualquier caso, las paritarias van para atrás desde que Kicillof blanqueó la intención oficial de que ningún incremento superara la franja del 24/25 por ciento, ni aún con la complacencia de los empresarios. Tal fue el caso del gremio de Comercio, al que vienen de bocharle un aumento del 30 por ciento acordado con las cámaras del sector. Otros instalan en cambio que la "señora Presidenta" no quiere ver ninguna mejora porcentual encabezada por el número tres.
Un cálculo hecho con lápiz grueso de carpintero basta para determinar que el Gobierno pegó un guadañazo de 15 puntos de las pretensiones del 40 por ciento promedio que adelantaban las organizaciones gremiales cuando languidecía el verano, en la previa de las paritarias. Está a la vista: todos recortaron dramáticamente aquella ambición de equiparar los sueldos con la inflación del año pasado.
Mientras, anoche fracasó por enésima vez un intento de acuerdo en el sector metalúrgico. La UOM cedió de un 32 por ciento inicial a un 28, supuestamente a gusto de la doctora Kirchner (así de literal lo expresa Caló), pero los empresarios se mantienen firmes por debajo del nivel de tolerancia admitido para su homologación correspondiente.
"Esto es por culpa del Gobierno, que le hace el juego a las empresas", comentó furioso a Infobae un miembro del secretariado nacional de la UOM, que no es Caló. Lo volverán a intentar de nuevo el miércoles, dicen. Entonces, no tendrán que salir corriendo del Ministerio para llegar en hora al superclásico, como ocurrió ayer.
Trabados en puntos de no acuerdo o envueltos en conflictos sectoriales (las declaraciones de conciliación obligatoria de Trabajo están a la orden día), bancarios, aceiteros, mercantiles, algunos gremios del transporte, trabajadores de la carne, entre otros, aguardan que la semana próxima comiencen a definirse situaciones.
En estos días de frenesí, se escuchó de todo: empresarios pidiendo que el Gobierno estableciera por decreto, dada la supuesta excepcionalidad del año electoral, el porcentaje adecuado para que "no se desmadre" la economía. Otros pretenden repetir algo de lo que ocurrió en 2014, cuando entre bambalinas cerraron en forma simultánea la UOCRA, la UOM y Comercio. Los que apuestan a esta fórmula dicen que esa trilogía podría demostrarle al resto el camino. El camino que quiere el kirchnerismo, claro.
Los empleados de Comercio (el gremio más numeroso del país) por lo pronto se han declarado en estado de movilización. En línea con eso, se concentrarán frente a las puertas de la Federación mercantil. "Los empresarios se bancan el 30 por ciento en Comercio porque ya en el verano acomodaron los precios, de tal modo de estar preparados para absorber los aumentos", fue la explicación que se le escuchó a Cavalieri, jefe del gremio mercantil.
Cavalieri se anotó como un entusiasta motor de la unidad. Se pasó la semana tirando líneas con otros líderes sindicales para apurar una reunificación "porque nos beneficia a todos". El tema creció después de la reunión que mantuvo Moyano con Jorge Casaretto y otros monseñores que fueron a llevarle personalmente la invitación para la semana social 2015, que realizará la Pastoral Social en Mar del Plata, del 26 al 28 de junio.
En esa reunión, los religiosos expresaron sin vueltas su beneplácito por lo que ellos consideran un avance en las gestiones de unidad sindical. Cuando la reunión expiraba, apareció la comunicación del Papa Francisco con el camionero, con quien no hablaba desde sus épocas de cardenal. No cruzaron más que saludos y frases de cortesía, pero se le asignó al llamado de Bergoglio un fuerte aval a los intentos unificadores.
También hubo tiempo para la política electoral. Esta semana fue el turno de Margarita Stolbizer, visitante de Moyano primero y de los gremios del transporte después. Todos aprobaron sus consideraciones criteriosas, pero hasta ahí: "Es la mejor de todos los candidatos, pero para un país como Bélgica o Dinamarca", ironizaron los voceros de la central transportista que conduce el marítimo Juan Carlos Schmid, aspirante del moyanismo a la secretaría general de una hipotética central única.
Precisamente, Schmid, quizás como parte de su estrategia de escalamiento, ayer se hizo ver en la Feria del Libro para presentar La Travesía. No se trata de un libro sobre lo que él imagina deberá recorrer para cumplir su sueño, sino de una elegante edición referida a la historia del gremio de Dragado y Balizamiento.