Femicidios: cómo detectar a los que matan por amor

El caso reciente de la abogada Gabriela Parra, apuñalada en una confitería en el barrio de Caballito, reinstaló las cifras en alza sobre femicidio en la Argentina y la locura que puede desatar el (des)amor. La opinión de una especialista

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¿Qué sucede cuando saber de la vida del otro se vuelve una adicción? En tiempos de redes sociales al alcance de todos , espiar o 'stalkear' -un anglicismo que significa acechar- puede ser el desencadenante de una psicopatología.

El término 'stalker' ha variado su significado con el correr del tiempo. En un comienzo se lo utilizaba para relacionarlo con la típica figura del acosador, aquel que sigue a su víctima a todas partes. Sin embargo, ha mutado en el último tiempo para darle nombre a una actividad en particular dentro del mundo de las redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, entre otras), la de espiar.

Para el stalker de hoy, el fuego de la curiosidad puede prenderse en cualquier momento del día: por la mañana, mientras almuerzan, en medio de una clase en la facultad, o incluso en medio de las tareas laborales. Y el alcance del acoso, muchas veces, no tiene límites.

Basta sino revisar alguno de los últimos casos, como el de la abogada Gabriela Parra que fue asesinada en una confitería en pleno barrio de Caballito, luego de años de acoso por parte de un hombre que conocía desde su adolescencia. Esta tragedia reinstaló el tema del femicidio en la Argentina.

"Cuando alguien tiene de cerca a gente que está amenazada, que puede ser una potencial víctima de un femicidio, que no suele suceder de un momento a otro, por lo general son relaciones que vienen de mucho tiempo y en donde la violencia ha ido in crescendo, hay que ayudarla, asesorarla, acompañarla a la comisaría de la mujer a que denuncie, porque muchas veces los victimarios le tienen miedo a la ley, entonces a veces puede ser una protección", asegura a InfobaeTV la licenciada Adriana Guraieb, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

Sin embargo, en el caso de Gabriela, no tuvo ningún tipo de protección. Ni de su amigo que la había acompañado a ese encuentro con su acosador, ni del mozo del bar, quien le garantizó una mesa con vista a la calle, ni de los clientes que fueron protagonistas del asesinato.

"Nunca es una buena idea encontrarse con una persona violenta. En el fondo, tienen un terrible trastorno con la autoestima y se desesperan por el sólo hecho de pensar en perder a la otra persona, no tanto porque la amen, sino porque se ha convertido en la depositaria de toda la violencia y de su neurosis", agrega la especialista.

"Hablamos de personalidades que perdieron el sentido de realidad, ya es una situación de locura"

Por lo general, destaca Guraieb, son personas que han vivido situaciones de violencia que quedaron muy adentro y que tienen muy poca capacidad de reflexión. "Son personalidades impulsivas, es decir, que de pronto, dan una trompada en lugar de poner una palabra".

Los datos de la violencia

"Yo creo que la violencia es algo de todos los tiempos, pero noto que se ha incrementado y que se divulga mucho más".

La Oficina de Violencia Doméstica (OVD), dependiente de la Corte Suprema de Justicia, registró más de diez mil hechos de violencia doméstica durante 2014.

En el 66 por ciento de ellos, las víctimas fueron mujeres, el 13 por ciento niñas; el 12 por ciento niños y el 9 por ciento varones adultos.

"Hay hombres golpeados, también. Por lo general la mujer golpeadora tiene las mismas características. Ambos casos, aunque no lo parezca. Hay un cierto efecto que se llama contagio".

En cuanto al principal tipo de violencia observado, la psicológica fue padecida por 96 por ciento de las personas afectadas; la física, por 68 por ciento; la económica, por 36 por ciento y la sexual, por 10 por ciento.

"Es muy difícil cuando hay una convivencia porque puede haber una dependencia económica o hijos, o que esa mujer no tenga trabajo. Hay temas sociales que se ponen en juego", resume la licenciada.