La Organización Internacional para las las Migraciones (OIM) estima que, en los primeros cuatro meses de 2015, 25.700 personas arribaron ilegalmente a Europa a través del mar Mediterráneo. La mayor parte de estos inmigrantes provienen de Siria y de países muy pobres del norte de África, como Eritrea, Somalia, Gambia, Nigeria, Senegal y Sudán.
Pero ese número es sólo una parte de todos los que salieron de las costas africanas, a bordo de embarcaciones sumamente precarias, comandadas por inescrupulosos traficantes de personas. Muchos de ellos tuvieron problemas y lograron regresar, pero otros naufragaron y se perdieron en el mar. Por el momento, se estima que 1.750 perecieron.
"La OIM teme que el total de 3.279 muertes de migrantes de 2014 quede superado este año de aquí a pocas semanas, y pueda alcanzar las 30.000 hacia el final, si nos basamos en el balance actual", dijo hace unos días el vocero de la OIM, Joel Millman.
Lo que el mundo se pregunta es qué está haciendo la Unión Europea (UE) para contener una crisis humanitaria de desenlace incierto, en la que no aparecen soluciones rápidas ni fáciles a la vista.
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La tensión entre el norte y el sur de Europa
"La situación es extremadamente crítica, y no hay una explicación única para entender lo que está pasando. La UE tiene una política exterior de control de fronteras común, algo difícil de gestionar por la cantidad de países y las sensibilidades diferentes que hay respecto del fenómeno migratorio. Los estados del norte de Europa, que son los más generosos para conceder asilo a personas provenientes de zonas en conflicto, reciben buena parte de esos flujos", dice a Infobae el politólogo Francisco Javier Moreno Fuentes, especialista en migraciones del Instituto de Políticas y Bienes Públicos, de España.
"Los solicitantes saben que si lo piden en el sur de Europa las posibilidades de conseguirlo son insignificantes. Sin embargo, si llegan hasta Suecia o Alemania, van a tener muchas más probabilidades de que les reconozcan el estatus de refugiados. Por eso, los del norte les recriminan a los otros su incapacidad de retener a los inmigrantes que entran por sus costas", agrega.
El enojo es comprensible. El acuerdo de Dublín, en el que la UE fijó su política migratoria, estableció que los solicitantes deben pedir asilo en el primer país que pisan. El problema es que la mayoría entra a Europa por el Mediterráneo, a través de Italia, España, Grecia y Chipre, donde son trasladados a centros de acogida por haber ingresado ilegalmente.
"Los países del norte recriminan a los del sur que no puedan retener a los inmigrantes"
En vez de pedir asilo allí, los inmigrantes apuestan a emprender una nueva travesía, hacia las naciones boreales. Por su parte, el Estado receptor tiene 40 días para concretar el trámite de deportación, que es complejo porque los afectados tienen derecho a interponer distintos recursos.
Si cumplido ese lapso las autoridades no pudieron mandarlos de regreso a sus países, tienen que liberarlos, con una orden para que abandonen el territorio nacional. Entonces la mayoría se va del país en dirección al norte. En otros casos, ante el temor a ser deportados, algunos se escapan de los centros al poco tiempo de llegar.
"La visión desde el sur es que estamos en la primera línea para gestionar estos flujos de llegada. Con la dimensión tan trágica de que la gente llega en barcos cada vez más precarios y saturados, que cuando se hunden provocan cientos de muertes. Se necesita un esfuerzo considerable en recursos humanos y económico para patrullar las costas, impedir la entrada de estas embarcaciones y rescatar a los sobrevivientes de los naufragios. El pedido de estos países a los del norte es que ayuden a financiar las operaciones de salvataje", dice Moreno.
"Entonces -continúa-, hay un debate interno entre estas dos visiones, que provoca cierto bloqueo para implicarse de forma mucho más ambiciosa en el rescate de la gente. En el norte desde hace tiempo se habla del 'efecto llamado': si se logra salvar a más personas, van a ser cada vez más los que intenten venir. Eso está muy mal visto en el sur, porque no se puede hacer semejante cálculo cuando hay tanta gente muriéndose".
Entremedio, se cuelan las disputas electorales internas. Ante el avance de los movimientos xenófobos y antiinmigrantes en casi toda Europa, los gobiernos se sienten presionados a mostrarse más firmes, para no ceder terreno ante estas fuerzas políticas.
"La Europa fortaleza ha prevalecido frente a la de los Derechos Humanos"
"La llamada Europa fortaleza ha prevalecido frente a los Derechos Humanos. Eso mientras se coqueteaba con acciones financiadas en los países de origen en aras de su desarrollo, con regulaciones sobre la entrada de mano de obra a partir de esquemas de migración circular, con un mayor seguimiento del tráfico de personas, un estancamiento de la acogida bajo las figuras de asilo y refugio, y ciertos avances y retrocesos en las políticas de integración", explica, en diálogo con Infobae, Marta Carballo de la Riva, magíster en Migraciones y Relaciones Intercomunitarias, e investigadora del Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación (IUDC), de la Universidad Complutense de Madrid.
Como consecuencia de las tensiones crecientes, la UE modificó en los últimos meses su política de control fronterizo. Ese viraje es una de las causas del aumento de las travesías migrantes por el Mediterráneo.
"En noviembre de 2014, la Operación Mare Nostrum de rescate fue reemplazada por Tritón, que cuenta con menos medios. Esto ha ocasionado que más personas pudieran llegar", cuenta María Jesús Herrera, jefa de Misión de la OIM en España, consultada por Infobae.
Consecuencias de la anarquía en Libia
"Un segundo elemento es el agujero negro que hay en Libia en este momento. Tradicionalmente, la UE contaba con la colaboración de los países del norte de África para impedir que los potenciales migrantes ingresen a nuestras costas. Era una actitud bastante hipócrita: confiábamos en que fueran capaces de frenarlos antes de que lleguen, y nos desentendíamos de lo que pasara con esas poblaciones", dice Moreno.
"Pero desde la guerra civil, en Libia ya no hay Estado como tal, ni policía ni ejército que puedan controlar estos flujos de personas. Entonces, se ha convertido en el principal espacio de salida de inmigrantes. Para la UE resulta muy difícil encontrar un interlocutor allí, con el cual tratar este tema", agrega.
La anarquía que impera en el país desde la caída del régimen de Muammar Khadafi, en 2011, es uno de los factores decisivos para comprender el aumento del flujo migratorio a través del Mediterráneo. La "Primavera Árabe" de la que formó parte ese proceso es otra de las grandes responsables.
"en Libia ya no hay policía ni ejército que puedan controlar estos flujos de personas"
La inestabilidad política y social que se desató a partir de los alzamientos populares, que luego se convirtieron en guerras civiles y religiosas, expulsó a millones de personas de estos países. El ejemplo paradigmático es Siria, donde el número de desplazados no para de crecer.
Pero hay otro problema. No todos los migrantes escapan de conflictos políticos circunstanciales, lo que, según las normas del derecho internacional, los habilitaría a recibir el estatus de refugiados.
"También hay inmigrantes económicos tradicionales, como los que Europa recibe permanentemente de Asia y de África, sobre todo de la región subsahariana. Es difícil saber los porcentajes de los dos grandes grupos. En algunos barcos llegan fundamentalmente refugiados, con algunos pocos migrantes económicos, pero en otros es a la inversa", sostiene Moreno.
El papel de los traficantes de personas
"Un tercer elemento -dice Moreno- es que esos flujos no son completamente espontáneos. Hay individuos que tratan de llegar por su cuenta, pero hay otros actores que canalizan y organizan estas voluntades. En el agujero de Libia encuentran un espacio perfecto para cargar los barcos con cientos de personas, a las que cobran varios miles de euros para llevarlas a Europa, principalmente a Italia".
"Estos traficantes son estratégicos -continúa-, saben perfectamente que si las embarcaciones estuvieran en buenas condiciones, la UE trataría de redirigirlos hacia las costas de África. Entonces, cuando se dan cuenta de que fueron detectados por un avión o una patrulla, lo que hacen es dañar los motores y hasta la propia flotabilidad, para que esto sea percibido como una tragedia humanitaria. Su objetivo es que la única opción sea el rescate. Juegan con la opinión pública europea".
"La lucha contra las mafias es fundamental en este momento"
Estos grupos no son fáciles de combatir, porque conocen a la perfección el terreno en el que se mueven, y perciben rápidamente las zonas en las que pueden actuar con mayor facilidad. Además tienen un mercado muy fértil, porque en su desesperación por huir de la violencia y de la miseria, mucha gente está dispuesta a todo.
"La lucha contra las mafias es fundamental en este momento, porque están haciendo un daño enorme. Funcionan con más agilidad que los estados. Hay que trabajar tanto desde los países de los que salen como en Europa, porque operan en ambos lados", dice Herrera.
En busca de soluciones
Para dar una respuesta a la crisis, la Comisión Europea (CE) se reunió la última semana y acordó un paquete de diez medidas. La más importante fue triplicar el presupuesto de la Operación Tritón, que pasará de tres a nueve millones de euros. Además, todos los países se comprometieron a aumentar la cantidad de navíos, aviones y helicópteros que destinan al patrullaje del Mediterráneo.
"Ahora los 27 miembros de la UE se pusieron de acuerdo para reforzar los salvatajes y empezar a trabajar en la cooperación con los países de origen. Es verdad que en los últimos días se produjeron menos llegadas de inmigrantes, pero aún es prematuro. Lo que pedimos desde la OIM es solidaridad dentro de Europa de los países menos afectados hacia los más afectados", afirma Herrera.
"La expectativa de la UE -dice Moreno- es que se constituya un gobierno legítimo en Libia, con el que mantener un trato estable, y que sea capaz de frenar las salidas. Es lo que hacen con otros países del norte de África. Esa sería una respuesta en el mediano plazo, como lo fue en el pasado".
"La expectativa de la UE es que se constituya un gobierno legítimo en Libia"
De todos modos, estos son paliativos para atender la emergencia. Nadie espera que solucionen el problema de fondo. Para ello, tendrían que producirse importantes transformaciones políticas en Europa.
"La UE es la que tiene que gestionar la política de refugiados para el conjunto de los estados. Pero esto genera mucha reticencia entre los gobiernos nacionales, porque la cuestión de quién reside en sus territorios es algo que afecta a la soberanía. No quieren transferir a Bruselas esa responsabilidad, aunque sería lo razonable en el largo plazo. Junto con esto, tendría que haber una política de financiamiento para ayudar a estas personas allí donde se encuentren", dice Moreno.
"La UE debe decidir si quiere que los valores que inspiran la Carta Magna y los Derechos Humanos sean los que abanderen las actuaciones que se proponen, o si va a seguir apostando por la seguridad en detrimento de los seres humanos. El cambio de enfoque es clave para buscar un equilibrio y diseñar una política que se adecue al verdadero espíritu de la Unión", concluye Carballo.