Armando Cavalieri, jefe del poderoso gremio de Comercio, llegó ayer al Ministerio de Trabajo con sonrisa desplegada, sin maquillar una pizca de la satisfacción que tenía por haber alcanzado un trabajoso acuerdo con los empresarios del sector para aumentar un 30 por ciento los haberes de los empleados mercantiles. Pero después de un rato se fue de la cartera laboral con el mentón golpeándose contra las veredas de la avenida Alem.
"Kicillof no convalida incrementos que superen el 24 por ciento". Esa fue la respuesta literal, más bien lapidaria, que recibió el dirigente sindical de parte del ministro de Trabajo, Carlos Tomada y de su segunda Noemí Rial; en estricto cumplimiento con instrucciones del jefe de Economía, previamente bendecidas por la doctora Kirchner.
"¿Pero el Gobierno qué tiene que ver? Si yo ya lo tengo acordado con los empresarios...", argumentó Cavalieri, ya con mal semblante, no pudiendo creer lo que oía. Los funcionarios pusieron sus mejores caras de comprensión, dijeron que lo sentían, pero no se apartaron un milímetro de las órdenes recibidas.
Este episodio, representativo de la marcha actual de las negociaciones colectivas en la Argentina, viene a dar por tierra con el discurso oficial de presentar al kirchnerismo como la única fuerza política capaz de garantizar paritarias libres, el retintín que tanto gusta a Aníbal Fernández, entre otros.
Así, la administración K bochó un incremento del 30 por ciento: un 15 desde abril, y el restante a partir de octubre. La homologación denegada implica privar del aumento, que los empresarios aprobaron, a más de 1 millón de trabajadores del sector servicios. Todo esto sobre la base de salarios más bien modestos, y en el contexto de una inflación cercana al 40 por ciento, la que se verificó durante 2014.
"Ahora resulta que la suba de precios la paramos a través de los sueldos...", señaló con ironía Cavalieri ante la consulta de Infobae. La argumentación que se llevó de Trabajo recoge "lo peor" de la escuela de Domingo Felipe Cavallo, según la visión del sindicalista.
Si el Gobierno frenó la paritaria mercantil, está descontado que ni por asomo dará luz verde a reclamos que sobrepasen el 40 por ciento, como el de los 13 gremios incluidos en el convenio del complejo oleaginoso portuario agroexportador (COPA), que ayer, vía la CGT regional San Lorenzo, paralizaron la actividad portuaria del Gran Rosario, además de no hacer los envíos de cosecha a las terminales de esa región.
"El Volcán Calbuco va a quedar hecho un poroto al lado de lo que se viene acá con los gremios", se sinceraba ayer un vocero gremial de la CGT kirchnerista, con genuina preocupación.
Es verdad, hay aires de conflictividad. Los bancarios llamaron a una huelga para mediados de mes. La UOM del híper K Antonio Caló también promete lucha: sus pretensiones no difieren mucho de las de Comercio, sólo que ellos no consiguen arreglar con las cámaras patronales. Con los mecánicos del SMATA y los petroleros, pinta parecido. Los mercantiles barajan medidas de fuerza o la posibilidad de ir a la Justicia...
Otro gremio al que le llega la hora de arreglar es la UOCRA. Pero su jefe, Gerardo Martínez, aún no revela qué porcentaje pedirá. "Lo único que está claro es que la inflación es el colesterol malo de la economía", dijo a este medio. También precisó que la adecuación del mínimo no imponible de Ganancias, que se arriesgó a anunciar tras volver de Rusia con la comitiva presidencial, respondía a una mirada "personal", sostenida en la "sensibilidad" de la Presidenta.
Gerardo Martínez, precisamente, blanqueó el jueves su apoyo a Daniel Scioli, en Mar del Plata, durante una reunión de los delegados congresales de la UOCRA. Fueron todos halagos y sonrisas para el bonaerense. Hasta lo homenajearon con un muy producido video institucional promoviendo su postulación. "Es la mejor garantía de continuidad del modelo", dijo el dueño de casa ante un Scioli inusualmente eufórico (ver foto).
Voceros sindicales cuentan que gobernadores y figuras encumbradas del peronismo entusiasman a Scioli diciéndole que al final "sos el único candidato del oficialismo" y, con ese argumento, le aconsejan aguantarse todo, incluida la caracterización de híbrido que le confieren los kirchneristas. "Después serás vos", le susurran.
Como se verá, la política tiene todo copado. Los gremios del transporte recibieron el lunes a Macri con alfombra roja. Tras las previsibles críticas del Gobierno, el colectivero Roberto Fernández salió a defenderlo: "Parece más peronista que muchos peronistas", consideró. El jefe de los transportistas, Juan Carlos Schmid, no llegó tan lejos: rescató varios puntos del discurso del líder del PRO, pero detectó flaquezas cuando Macri habló de inversiones sociales.
"En Panamá se reunieron los presidentes de EE. UU y Cuba, y que yo sepa Obama no se hizo marxista ni Raúl Castro capitalista", se despegó Schmid. Macri ganó de mano al resto, pero ahora los gremios del transporte recibirán, el miércoles, a Margarita Stolbizer, luego al sindicalista Víctor de Gennaro (también candidato a presidente). Massa y Scioli aún no confirmaron.
Mientras, Moyano sigue deshojando la margarita. Feliz de que el espacio peronista no K haya tomado su moción de una interna abierta entre Massa, De la Sota y quizás hasta Rodríguez Saá, ahora anda diciendo que el de Tigre debería "bajar" a la provincia de Buenos Aires como candidato a gobernador con Macri como presidente.
Respecto de los deseos personales de Moyano de abandonar la conducción del gremio para dedicarse por entero a Independiente -asunto ventilado en esta columna, pero prolijamente negado por el camionero- su hijo Pablo Moyano averiguó estos días alquileres en las canchas de Deportivo Español y All Boys, para montar en alguno de esos escenarios un acto de confirmación de su padre: ¿para qué querría alguien ser confirmado si no se va a ir como dijo?