Más de 2.200 personas murieron, incluyendo 721 en Katmandú, en el devastador terremoto del fin de semana que tuvo su epicentro a las afueras de la capital de Nepal, dijo el domingo un agente de policía del país.
El subinspector general de la Policía, Komal Singh Bam, agregó que se espera que el número de víctimas mortales siga subiendo.
Varios helicópteros aterrizaron este domingo en el campo base del monte Everest para socorrer a las víctimas de un alud que ha matado al menos a 14 personas, según una corresponsal de la AFP en el lugar.
"La gente está acostada en camillas, mientras los helicópteros toman tierra", explicó mediante un mensaje de texto la directora de la oficina de la agencia AFP en Nepal, Ammu Kannampilly.
El inspector de la policía nacional de Nepal, Yuvraj Khadka, señaló que los esfuerzos de rescate continuaban durante la noche. Más tarde el ministerio nepalés de la Vivienda dijo que la cifra alcanzó las 1.805 personas, lo que coloca la cifra total de fallecidos en todos los países afectados en 1.865.
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El temblor de magnitud 7,9 se originó afuera de la capital Katmandú, el peor movimiento telúrico que haya asolado a esta nación pobre del sur de Asia en más de 80 años. Tuvo tanta potencia que se sintió en el norte de la India, además de Bangladesh, Tíbet y Pakistán, donde un total de 50 personas perdieron la vida.
Al momento del temblor en Nepal, habitantes salieron de casas y edificios presas del pánico. Hubo derrumbes de paredes, caídas de cables de electricidad y bamboleo de árboles; enormes grietas aparecieron en calles y muros. Nubes de polvo comenzaron a envolver los alrededores.
Horas después, los hospitales se llenaron con centenares de heridos. Ante la ausencia de labores organizadas de asistencia y rescate, muchos sobrevivientes fueron llevados a hospitales por amigos y parientes en cochecitos motorizados, camionetas y automóviles.
Los habitantes excavaron entre los escombros con las manos desnudas, barretas y otras herramientas para rescatar a sobrevivientes.
Más de dos decenas de réplicas sacudieron el área después del primer terremoto, que azotó justo antes del mediodía. En ese momento Shrish Vaidya, que dirige una agencia de publicidad, se encontraba con sus padres en su casa de dos niveles en las afueras de la capital.
"Es difícil describirlo. La casa se sacudía en forma horrible. Salimos corriendo y parecía que la calle se movía hacia arriba y hacia abajo", dijo Vaidya, de 46 años, a la agencia The Associated Press. "No recuerdo nada parecido. Tampoco mis padres recuerdan una situación tan grave".
Ban Ki-moon: "Continúan llegando informes sobre la devastación y aumenta el número de muertos por este sismo"
Una vez que pasó el primer movimiento telúrico, Vaidya pensó que su familia podría regresar al interior al anochecer. Pero los remezones continuaron y la familia consideró más seguro permanecer afuera.
"Hace frío y hay viento, así que estamos todos sentados en el vehículo escuchando las noticias por la radio FM", apuntó. "Los expertos dicen que todavía no es seguro regresar al interior. Nadie puede predecir la fuerza de la próxima réplica".
Así, la familia cenó al aire libre y se iluminó con las luces del vehículo. Vaidya agradeció que su esposa e hijo de 10 años estuvieran de vacaciones en Estados Unidos.
Los daños fueron relativamente menores en el sector pudiente donde vive, porque las casas son robustas y de baja altura en los suburbios de Katmandú. La gente no tuvo la misma fortuna en otras partes de la ciudad, donde los edificios son antiguos y están mal construidos.
Según los meteorólogos, habría lluvia y aguaceros con truenos la noche del sábado y el domingo, y las temperaturas eran de alrededor de 14 grados centígrados (50 Fahrenheit), lo suficientemente bajas para estar incómodo si se pernocta al aire libre.
Miles de personas pasaban la noche en Tudikhel, un campo amplio en medio de Katmandú, a un lado de la ciudad vieja donde hay edificios históricos y carriles estrechos. Ahora este sector está en ruinas.
La gente estaba acostada sobre plásticos o cajas de cartón y se tapaba con frazadas. Las madres mantenían calientes a sus hijos; algunas personas prendían fogatas con leña o ramas y la mayoría comía galletas y sopas instantáneas.
Deepak Rauniar, empleado de una tienda, departía con amigos cuando ocurrió el sismo.
"Estamos muy asustados para regresar a nuestro apartamento. Está rodeado por casas, la mayoría antiguas. Las casas podrían derrumbarse mientras estemos dormidos", afirmó.
El primer ministro Suhil Koraila, que asistía a una cumbre en Yakarta, intentó apresurar su regreso a Nepal pero sólo llegó hasta Bangkok, donde su vuelo de conexión a Katmandú fue cancelado debido a que el aeropuerto internacional de esa capital estaba cerrado para los vuelos comerciales.
Aviones de la Fuerza Aérea de la India fueron autorizados para que llevaran 43 toneladas de asistencia, como tiendas de campaña y alimentos, y casi 200 socorristas, dijo el portavoz del Ministerio del Exterior indio, Vikas Swarup.
Las aeronaves regresaban a Nueva Delhi con nacionales indios que estaban varados en Katmandú. La aerolínea estatal Air India anunció que efectuará vuelos a partir del domingo para llevar asistencia a la capital nepalesa.
Los hospitales en el Valle de Katmandú estaban saturados, carecían de espacio para recibir más cadáveres y se les agotaban los suministros de emergencia, indicaron las Naciones Unidas en un comunicado.
"Continúan llegando informes sobre la devastación y aumenta el número de muertos, lesionados y afectados por este sismo", dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon.
"Es evidente que se han perdido muchas vidas. Hay también daños considerables a la herencia cultural irremplazable de Nepal", agregó.