Hay ocasiones en las que el éxito profesional de los padres suele tornarse una pesada carga para los hijos. Sin embargo, así como existen reglas y generalidades, también están las excepciones. La historia de Damián Mahler es, sin duda, una de ellas.
Reconoce que la influencia de sus padres, ambos artistas, fue fundamental para su vida. Pero aclara que en ningún momento le dijeron que debía hacer lo mismo que ellos. Al contrario, podía hacer lo que quisiera, siempre y cuando lo tomara seriamente.
Tal vez allí, con libertad de acción y una suerte de "don" heredado, radiquen las claves para entender cómo el teatro y el arte, en sus múltiples formas, se hayan convertido en los pilares de vida de este joven director. "Descubrir la música y la composición fue para mí un camino de ida", afirma con entusiasmo.
En casa siempre se respiró mucha música y mucho teatro, pero mi primer recuerdo me remite al Luna Park, ese templo sagrado de la música donde se hacía Drácula. Son esos recuerdos que te quedan grabados en la memoria. Imaginate lo que era para un niño de tres años; el lugar vibrando y yo agarrado a la pierna de mi papá en el saludo final. Corríamos con mi hermano desde el costado del escenario hacia donde estaba él. Son recuerdos que te marcan de chico, que te forman y te dan un horizonte con el poder y el alcance que puede llegar a tener la música, el teatro que conmueve al espectador.
Tanto mi mamá como mi papá fueron muy sabios en este sentido. En ningún momento nos obligaron ni a mí ni a mi hermano a ser músicos. Ambos nos dijeron «hagan lo que quieran pero haganlo bien y ahí vamos a estar para apoyarlos en esa decisión», y los dos elegimos la música. En mi caso, fue inevitable, creo que no sería bueno para hacer otra cosa, de hecho, no lo soy (risas), pero más allá de eso, entendí y encontré en la música un espacio en donde puedo hacer que todos mis sueños y mi niño interior vuelen. Es un lugar único, lindo, divertido, que me hace pasar por todas las emociones, donde puedo hablar de todo lo que quiero. Es apasionante. La influencia es muy clara y es muy obvia, porque nacimos prácticamente en un teatro, pero en ningún momento estuvo la obligación de hacerlo, y eso nos dio la libertad de elegirlo con toda seguridad.
Fue virando, empecé queriendo ser pianista, después me fui hacia la composición y terminé en un punto intermedio, que es la dirección. Me enamoré primero del piano, y esto me abrió las puertas hacia otros lugares, pero sin duda lo que realmente me marcó fue el hecho de haber escrito una primera composición y darme cuenta del infinito de posibilidades que hay detrás de eso. El hecho de poder transmitir un mensaje a través de la música, que es algo universal y puede ser escuchada por cualquier persona alrededor del mundo, sin importar el idioma o color, algo que no tiene barreras, me resultó increíble y no pude no hacerlo. Fue un camino de ida, descubrir en la composición eso, y me formé en la UCA paralelamente. Tuve la suerte de tener un montón de experiencia en el teatro con mi papá, que eso te da no sólo la posibilidad de estudiar y estar formado, sino, además, poder llevarlo a la práctica, ya que muchas veces hay un camino intermedio que hay que aprender.
Muy linda. Carlos Abregú, quién comandó ese "barco enorme", me llamó con la idea de hacer la versión en español de esta canción polaca, que era hermosa y que estaba muy bien hecha. Me encontré con el desafío de tener que hacer algo que estuviera al nivel internacional, teniendo que hacer todo para que eso suceda. A veces, en este país, las cosas hacen que no sea todo tan fácil como quizás en otros lugares, pero estuvimos de acuerdo en hacer algo que fuera de primera, en no escatimar esfuerzos y dejar un producto que tenga la posibilidad de llegar a toda la gente que queríamos que llegue. Hasta ahora ya lo vieron más de 100 mil personas en YouTube, que es mucho más de lo que hubiéramos pensado o imaginado. Me llevo un gran aprendizaje, y es que cuando uno hace las cosas convencido y desapegado del resultado externo buscando solamente un resultado interno que es hacerlo bien, lo externo se manifiesta de alguna manera u otra en algún momento. Tal vez en lo inmediato o no, pero cuando uno pone esa energía en algo, me parece que tiene como esa capacidad de volar.
Creo que lo sufro todos los días, es como cuando jugás un partido de fútbol, al otro día estás cansado, pero el goce de haber jugado termina pesando más. En este caso, elijo disfrutar lo que hago, trato de hacerlo todo el tiempo. Por supuesto que es cansador, es un trabajo donde me levanto a las 7, y me acuesto a las 2 de la mañana. Y tal vez no me acuerdo en que momento paré, pero me resulta apasionante, yo soy así desordenado y tener una vida ordenada creo que no sería tampoco para mí. Por momentos por supuesto que me quejo, porque como todo humano buscás lo que no tenés o uno no termina de ser conformista en ningún punto. Sobre todo ahora que fuí papá, me casé, formé una familia y hay un montón de cosas que uno tiene que empezar a equiparar para estar un rato con ellos. En líneas generales, mi profesión, en mi corta pero tal vez intensa trayectoria, me dió tantas satisfacciones que siempre hay un precio que pagar y yo lo pago con alegría.
Creo que hay algo superior, llamado Dios o el universo, que a uno le da una cualidad. Todos las tenemos, y que en la búsqueda de los sueños uno tiene que hacer lo que está convencido de corazón y darle para adelante. Por supuesto que uno tiene que tener una facilidad natural para hacer algo, pero hay que acompañarlo con mucho trabajo, yo soy más creyente del trabajo que del talento. Beethoven decía que el genio se compone de 2% talento y 98% de perseverancia. Creo mucho en eso. Todos somos como un diamante en bruto y tiene que ver la vida con cuanto estés dispuesto a trabajar en vos mismo.
Estoy dirigiendo "El hombre de la Mancha" en el Teatro Apolo, con Pepe Cibrián, Omar Lavié y Cecilia Milone, que son tres animales del teatro y de la vida. Estoy preparando el regreso de mi primer espectáculo, que fue la Metamorfosis, y que con sólo 16 años me metí a escribir sobre Kafka; fue algo lindo y bastantante osado de mi parte. Después, con un montón de sueños dentro. Hay un musical sobre Siddhartha, la novela de Hermann Hesse, en la que estoy trabajando hace cinco años y quiero hacer de eso algo que reviente, que llegue a todo el mundo, porque tiene un mensaje esperanzador y muy actual, con un potencial bárbaro.