Por qué la Argentina achicó un 33% el superávit comercial en un año

Pese a los comentarios del ministro de Economía hablando de un escenario favorable y controlado, nuevos datos conocidos esta semana demuestran las falencias del "modelo". Un análisis pormenorizado

DyN 162

Primero, los datos. Durante esta semana se conoció el resultado de la balanza comercial del mes de marzo del presente año, el cual registró un saldo positivo de USD 43M, lo que representa un 33% menos que el mismo período el año pasado. Así, para el primer trimestre de este 2015, las exportaciones se ubican en los USD 13.395M, mientras que las importaciones lo hicieron en USD 13.227M, donde ambos conceptos muestran una retracción del 16% al compararlo con el mismo trimestre del año anterior. De este modo, la balanza comercial del primer trimestre ascendió a USD 169M (segundo peor registro desde 2001).

En cuanto a la caída del 16% de las exportaciones trimestrales, 12 puntos porcentuales se explican por menores precios, mientras que los 4 puntos restantes vienen dado por menores cantidades. A su vez, dentro de los distintos rubros, la mayor caída vino dada por los combustibles, los cuales se contrajeron en un 58% (donde los precios cayeron un 52%). En cuanto a las manufacturas de origen industrial, las mismas cayeron un 17% sólo por menores cantidades, mientras que las manufacturas de origen agropecuario cayeron 10%, donde la caída del 15% de los precios fue parcialmente compensada por una suba del 6% en cantidades. Por último, la exportación de productos primarios quedó constante, ya que la caída del 11% de los precios fue compensada por un aumento de los volúmenes exportados.

Por el lado de las importaciones trimestrales, la retracción del 16% viene explicada por una caída del 11% de los precios, mientras que las cantidades se contrajeron en un 6%. A su vez, los rubros que registraron las mayores caídas fueron combustibles y lubricantes, vehículos automotores de pasajeros y piezas y accesorios para bienes de capital cuyas caídas fueron del 58%, 36% y 22% respectivamente.

De este modo, las exportaciones acumuladas durante los últimos doce meses se ubican en USD 69.495M, lo cual representa una caída del 13% respecto mismo mes del año anterior y una retracción del 18% frente al pico alcanzado durante el mes de marzo de 2012. Naturalmente, la situación en materia de importaciones no es muy distinta, ya que el monto acumulado de doce meses se ubicó en USD 62.828M, lo cual está 14% debajo del mismo mes del año anterior y un 16% del pico alcanzado durante enero de 2012. Por lo tanto, con estos registros, la balanza comercial acumulada en los últimos doce meses se ubica en USD 6.667M, siendo este resultado el tercero más bajo desde diciembre del año 2001 y ubicándose en un 62% por debajo del pico del mes de junio de 2003. Si bien esto podría explicarse por las consecuencia de la sobre-reacción del tipo de cambio real a la salida de la convertibilidad y la brutal recesión de 2002 que generó para 2003 un excedente comercial muy abultado, vale la pena mencionar que para junio de 2009 la balanza comercial de doce meses fue de los USD 17.601M.

Naturalmente, para explicar este derrumbe en el coeficiente de apertura de la economía (exportaciones mas importaciones en términos de producto bruto interno), existen por lo menos dos explicaciones convencionales. Por un lado, está la hipótesis que se basa en el aumento de la absorción interna impulsada por un brutal aumento del gasto público, que al concentrarse en bienes locales (no transables) genera una apreciación de la moneda y con ello se contraen las exportaciones, al tiempo que las importaciones no se expanden como consecuencia de las restricciones en el mercado de cambios.

Esto es, la decisión de instaurar "el cepo" no fue más que devaluar sin tocar el tipo de cambio (produciendo una distorsión colosal al generar una gran cantidad de precios para la misma mercancía), donde la exportaciones se contraen por el efecto de la apreciación y las importaciones se mantienen a raya por la vía del garrote que implica el uso de las DJAI, de modo tal que con ello se genere un ajuste de cantidades que permita preservar el nivel de reservas (las cuales son menos de un tercio de las que deberíamos tener).

Por otro lado, nos encontramos con la explicación basada en el nivel de competitividad. En general, este argumento hace foco sobre la continua apreciación de la moneda en términos reales (donde la tasa de inflación local excede a la suma de la tasa de inflación de los EEUU y la devaluación del peso contra el dólar). En este sentido, los números muestran que luego del salto observado en la salida de la convertibilidad, la moneda se ha apreciado incisamente y hoy nos encontramos un 6% por debajo del nivel de 2001.

Sin embargo, para un grupo de colegas (con los que coincido plenamente), este modo de discutir la competitividad es, por decirlo de alguna manera, muy precario. De hecho, en un trabajo que presentaremos próximamente junto a Diego Giacomini y Nicolás Kerst, hemos demostrado que la competitividad (capacidad de generar riqueza) está vinculada de modo negativo con la tasa de interés (la que se compone de la tasa libre de riesgo a nivel internacional, el riesgo país y la tasa de devaluación esperada), la carga impositiva en relativo a la calidad de los bienes públicos brindados por el gobierno, el desajuste entre el salario real (variación de salarios nominales respecto de la inflación) y el nivel de productividad del trabajo, mientras que de modo positivo ingresan el nivel de escala de la economía y la evolución de los términos de intercambio.