El presidente venezolano, Nicolás Maduro, negoció directamente con el jefe de Hezbollah, Hassan Nasrallah, el despliegue de células de esa organización radical chiíta en Venezuela y desde allí. En un encuentro entre ambos en Damasco en 2007, concertado por Hugo Chávez, el entonces ministro de Relaciones Exteriores abordó un pacto que amparaba actividades de narcotráfico, blanqueo de dinero, suministro de armas y entrega de pasaportes con el líder del grupo terrorista libanés.
Esta información fue revelada en el libro Bumerán Chávez. Los fraudes que llevaron al colapso de Venezuela, que se acaba de publicar. El testimonio del encuentro lo aporta Rafael Isea, entonces viceministro de Finanzas y presidente del Banco de Desarrollo Económico y Social (Bandes) de Venezuela.
Isea estuvo en esa reunión y describió lo que ocurrió a las autoridades de EEUU. Muy cercano a Chávez, Isea escapó a Washington en 2013 tras caer en desgracia al comienzo de la presidencia de Maduro, recordó un artículo del diario español ABC.
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La cita en Damasco fue probablemente resultado de las conversaciones mantenidas en enero de 2007 por Chávez y el entonces presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, que significaron un salto en la cooperación de Venezuela con los intereses del radicalismo islámico. En marzo de ese año entró en servicio un vuelo semanal entre Caracas y Teherán, con escala en una base militar de Damasco, lo que puso el Caribe más rápidamente al alcance de Hezbollah.
En ese vuelo viajó Isea cuando fue a Damasco. En realidad, tomó el avión con destino a Teherán, pues iba a sumarse a la comitiva de Chávez, a punto de comenzar una visita oficial a Irán. Pero en la escala técnica en la capital siria, un oficial de seguridad subió al avión y le pidió que lo acompañara: "Tiene que bajarse aquí, tiene una reunión; lo está esperando un funcionario de su país".
Conducido a un hotel, recibió una llamada en su habitación. Era Maduro, quien le pedía que fuera al lugar donde se hallaba. "¿Qué hace aquí Nicolás? ¡Qué raro!", se dijo. Cuando entró allí, Isea se encontró al canciller venezolano con Nasrallah y un traductor. Al terminar, Isea y Maduro se trasladaron en vuelo privado a Teherán, donde se juntaron con Chávez.
En el marco de esa estrecha relación con Hezbollah, Maduro potenció el papel de Ghazi Nasr al Din, un libanés-venezolano relacionado a la organización que ocupaba el puesto de ministro consejero en la Embajada de Venezuela en Siria.
Bumerán Chávez transcribe algunos cables diplomáticos venezolanos que exponen la actividad encomendada a Nasr al Din: facilitar visados y pasaportes a miembros de Hezbollah. En 2008 el Tesoro de EEUU incluyó a Nasr al Din en su lista negra por auxilio del terrorismo y en febrero el FBI lo situó en su lista de personas buscadas.
Esa relación llevó a la presencia en Venezuela de al menos 300 operativos de Hezbollah, según un listado que Diosdado Cabello, actual número dos del régimen chavista, llegó a ofrecer a Estados Unidos en un momento en que intentaba congraciarse con Washington para que no se le tuviera en cuenta su implicación personal en el narcotráfico.
En esa lista, una docena de personas tenían la consideración de terroristas, según refiere alguien que tuvo acceso a ella. Su principal actividad en Venezuela era la participación en el tráfico de droga y el lavado de dinero para la financiación de la organización.
También hubo intentos de colaboración con los cárteles de México para ganar acceso a la frontera con EEUU. En concreto, las agencias gubernamentales estadounidenses detectaron un encuentro con ese objetivo celebrado a comienzos de 2013 en Cancún.