La emotiva carta de la madre de una víctima de las FARC

Martha Luz Amorocha, quien perdió a su hijo a manos del grupo guerrillero colombiano, aseguró que su perdón "no avala derramar ni una gota de sangre más en Colombia"

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La semana pasada las Fuerzas Armadas Revolucionarias de a href="https://www.infobae.com/" rel="noopener noreferrer" Colombia/a (FARC) pusieron un manto de dudas sobre las negociaciones de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, luego del ataque perpetrado contra un pelotón del ejército que acabó con la vida de 11 militares en el Cauca.

Este lunes se retomaron los diálogos entre las partes en La Habana, y el jefe negociador del gobierno colombiano, Humberto de la Calle, fue contundente: "Lo que las FARC han incumplido en su propia palabra".

Esa palabra que el grupo guerrillero dio también a los familiares de las víctimas de sus atrocidades. En los últimos meses diversos grupos de civiles viajaron a la capital cubana para hacer lo que nunca imaginaron: sentarse a negociar con los asesinos de sus seres queridos.

Martha Luz Amorocha fue una de las cientos de víctimas que tuvieron la oportunidad de enfrentar cara a cara a los guerrilleros en La Habana. Lejos de buscar generar más odio y rencor, Martha perdonó a quienes le "arrebataron lo que más quería": su hijo Alejandro.

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Pero después de los sangrientos ataques de la última semana en el Cauca, Amorocha escribió una emotiva carta a las FARC, en la que aclara que su perdón "no avala derramar ni una gota de sangre más en Colombia".

En la misma también expresa los años de sufrimiento y dolor que le provocó la muerte de su hijo, y cómo casi pierde su matrimonio, según consigna Reconciliación Colombia.

A continuación, la emotiva carta de Martha:

Martha Luz Amorocho

Víctima de El Nogal

20 de abril de 2015

Un día, el 7 de febrero de 2003, las FARC me arrebataron lo que más amaba. Destruyeron mi familia. Me arrancaron de las entrañas del alma a mi hijo Alejandro, dejaron gravemente herido a mi otro hijo Juan Carlos, afectaron la salud de mi esposo y casi terminan mi matrimonio.

Han transcurrido 12 largos años.

12 años en los que lloré, oré y perdoné.

Perdoné para sanar mi alma y recuperar mi vida.

Perdoné para darle ejemplo a mi hijo sobreviviente.

Perdoné para dejarles un futuro digno en un país en paz a Juan Carlos y a mis nietos.

Perdoné en honor a la memoria de Alejandro.

Fui a La Habana, los miré a los ojos, compartí la mesa con ellos y luego en el Club El Nogal me abracé, de verdad, con un exguerrillero de las Farc porque, como lo dije en La Habana, estoy segura de que la vida es de decisiones y todos merecemos una oportunidad. Y di mi voto de confianza.

He dado testimonio de perdón muchas veces porque creo, también, que todos tenemos que invertir tiempo, esfuerzo, conciencia y fe para lograr ese país que anhelamos. Es un trabajo conjunto.

Y hoy, quiero que el país entero me escuche. Mi perdón no es aval para que sigan asesinando y delinquiendo. Mi perdón no es una patente de corso para que se derrame una sola gota de sangre más en Colombia. Ya hemos sufrido bastante. Mi perdón no es un guiño para la incoherencia y el abuso en mi dolido país.

Mi perdón me dignifica, dignifica a mi familia y dignifica a mi país que merece la paz.

Pero mi perdón no es un instrumento de lucha, ni es un instrumento de propaganda para nadie. Es una oración, una súplica, señores de las Farc. Lo que hicieron con nuestros soldados es un sin sentido, no tiene nombre.

En mi dolor por la pérdida de Alejandro, abrazo a cada madre, cada novia, cada hermana, cada padre, cada hijo que ha sufrido lo mismo que yo, que mi otro hijo, que mi esposo y toda mi familia. Es antinatural que una madre entierre a su hijo. Desgarra lo más profundo del alma y no tiene reparación.

Por el amor de Dios, señores de las Farc, muestren humanidad, sean conscientes y den prueba de arrepentimiento y contrición. Colombia quiere creerles para aportar a la reconciliación. Lo que llevan haciendo en estos 50 años no ha dado resultado, solo han sembrado dolor y desolación, es su oportunidad de hacer algo distinto e inspirar a la convivencia y al avance.

La historia los reconocerá si aciertan, o les cobrará sus errores, si se equivocan".