La presidente brasileña, Dilma Rousseff, reconoció este martes que hay un "problema económico" en el país, aunque confió en que la recuperación llegará a finales de este año gracias al ajuste fiscal implementado por el Gobierno para sanear las cuentas.
"Sin sombra de dudas, hay un problema económico en el país. Tuvimos una situación económica bastante complicada", afirmó Rousseff durante un encuentro con blogueros y periodistas de diversos portales de noticias brasileños.
La mandataria subrayó que a pesar de la delicada situación que atraviesa el gigante latinoamericano, Brasil "no sufrió los efectos de crisis económicas anteriores", aunque admitió que será "reducido el ritmo de la política social y de las infraestructuras", según recogieron algunos de los portales que estuvieron presentes en la entrevista.
"Mucho de lo que se considera crisis política ocurre sistemáticamente en el Congreso"
No obstante, la jefa de Estado aseguró que Brasil continuará realizando concesiones de carreteras y subastas de energía, y destacó que el país suramericano tiene "condiciones para mantener la política de valorización del salario mínimo".
Respecto de la cuestión política, Rousseff afirmó que las divergencias con su base aliada, las cuales han infligido varias derrotas al Gobierno en votaciones de proyectos legislativos vitales para el Ejecutivo, forman parte del juego político.
"Mucho de lo que se considera crisis (política) ocurre sistemáticamente en el Congreso", afirmó.
Las discrepancias con su base oficialista llevaron a Rousseff a eliminar la pasada semana la Secretaría de Relaciones Institucionales, que se encargaba de todas las negociaciones del Gobierno con el Congreso, y de delegar esa responsabilidad a su vicepresidente, Michel Temer.
La decisión busca fortalecer al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), mayor fuerza electoral del país -presidida por Temer- y principal socio del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), de Rousseff, en la alianza de Gobierno.