Quién es Marco Antonio Estrada González, el capo narco más poderoso del país

Desde su prisión domiciliaria controla 10 cocinas de cocaína en Flores. Tiene un ejército de 300 soldados y 50 sicarios. Paga $20 millones al mes en coimas. Fue miembro de Sendero Luminoso

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Los narcos crean barricadas en
Los narcos crean barricadas en las calles para que no ingresen desconocidos. Si alguien se anima a atravesarlos, dan aviso a través de un sistema de silbidos. 162
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Punto de venta de la manzana 17, frente a la manzan 19 y la 15. 162
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Las 15 manzanas de la villa 1-11-14 que son territorio liberado a los narcos están a 8 kilómetros de la Casa Rosada. 162
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Una casa narco en la manzana 22 de la villa 1-11-14, conocida en la zona como la \Puerta 102\"." 162
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En la casa 98 de la manzana 22 funciona un laboratorio de cocaína. 162
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Los narcos crean barricadas para que no ingresen desconocidos.  162
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Un dealer espera compradores en la entrada de un pasillo de la villa, en Charrúa 2792. 162
En la calle Camilo Torres,
En la calle Camilo Torres, en la manzan 6, se vende paco a toda hora del día. La foto fue tomada en noviembre del año pasado. 162

Una reciente denuncia lo volvió a poner en el ojo del huracán: aunque cumple los últimos años de una insignificante condena por narcotráfico y otros delitos en un lujoso country del Tigre, Marco Antonio Estrada González, alias "Marcos" o "Gordo", dirige una fábrica de cocaína en el seno de la villa 1-11-14, donde controla 15 manzanas de territorio liberado. La acusación partió de Jorge Rodríguez, un ex investigador del Ministerio de Seguridad que denunció a sus jefes por inacción. El ex asesor de Nilda Garré contó con lujo de detalle cómo opera la organización que con mano de hierro dirigen este ciudadano peruano de 52 años y el resto de sus hermanos.

Marcos llegó a la Argentina de manera ilegal en 1997. Por esos días, Julio Chamorro Revollar se había hecho del control de la venta de droga en la villa 1-11-14, luego de asesinar a su anterior "dueño", el paraguayo Julio Valderrama. Apenas dos años después, el 12 de febrero de 1999, Marcos y dos ex compañeros en el grupo terrorista peruano Sendero Luminoso, los hermanos Ramos Mariños, Alionzo Rutillo ("Ruti") e Isidio Teobaldo ("Meteoro"), acribillaron a Revollar y a dos de sus guardaespaldas, mientas jugaban al fútbol en una zona conocida como la "Canchita de los paraguayos". Ese triple crimen marcó el inicio del reinado de la organización González Estrada.

Los tres cayeron presos en 2001 por narcotráfico. A Marcos lo condenaron a tres años y medio de prisión en 2004 y fue el primero en quedar en libertad al poco tiempo. Entonces, decidió traicionar a sus socios, acaparar el narconegocio y forzar el exilio de los hermanos Ramos Mariños a la villa 31 bis de Retiro. La jugada derivó en una guerra que se cobró más de 20 vidas.

El episodio más sangriento y conocido de la batalla por el control del narcotráfico en la villa 1-11-14 ocurrió el 29 de octubre de 2005, en el Bajo Flores, durante una procesión del Señor de los Milagros, un Cristo considerado milagroso en Perú, ya que un mural con su rostro ha sobrevivido a varios terremotos en una pared de Lima. Ese día, los hermanos Ramos Mariños y sus sicarios dispararon a mansalva contra el desfile de peregrinos, del que pensaban que iba a participar Marcos. Sin embargo, el capo narco no había asistido y sus ex socios terminaron acribillando a 13 personas, cinco de las cuales murieron, entre ellas, un bebé. Ruti se entregó cuatro meses después y fue condenado a 18 años de prisión. En abril de 2006, Meteoro fue ametrallado. Fue el final de la guerra.

Con el tiempo Marcos se convirtió en el jefe supremo de la villa 1-11-14. Según la reciente denuncia de Jorge Rodríguez, instaló 10 laboratorios de clorhidrato de cocaína de máxima pureza, que son custodiados por 300 hombres armados. En la organización trabaja toda su familia: esposa, suegra, hermanos, primos, sobrinos.

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Marcos es la ley, la Justicia, el Estado. Todo lo decide él. Desde las cuestiones más nimias hasta las más complejas. Rodríguez pone un buen ejemplo: "Si se pelea un boliviano con un paraguayo, viene uno de la organización y les dice 'vos, esto, y vos, lo otro'", contó en una reciente entrevista en InfobaeTV.

Sucede que Marcos logró inundar de temor a los habitantes del asentamiento del Bajo Flores, donde existe la pena de muerte, que incluso se puede extender a los familiares. También han torturado y asesinado niños para lograr confesiones de los padres o por venganza.

Del otro lado, al mejor estilo Don Corleone o Pablo Escobar le soluciona los problemas económicos a cientos de habitantes de la villa, costea viajes a Perú para que sus compatriotas visiten a sus familiares y hasta levantó una plaza con juegos para chicos.

El 6 de mayo de 2007, el juez federal Jorge Ballestero ordenó un operativo sin precedentes en la villa 1-11-14, donde Marcos vivía en un departamento de tres pisos. Participaron más de 600 policías.

"Cuando los gendarmes se fueron, hubo festejos en la villa por casi 48 horas –se escucharon disparos durante más de 12 horas, incluidos tableteos de ametralladoras–, no sólo porque tres de los 'generales' de Marcos (y el propio Marcos) pudieron escapar, ya que les habían avisado del procedimiento, sino porque había entre 150 y 200 kilos de cocaína pura debidamente escondidos que no pudieron ser encontrados", recordó Rodríguez.

Ese día cayó presa la suegra de Marcos, Lili Lucila Enríquez Alarcón, "Doña Lili", una ciudadana boliviana que se supone que llevaba las cuentas de la organización. Se comenta que Marcos la entregó porque se quedaba con parte de las recaudaciones, aunque él siempre la defendió en público y la definió como "una trabajadora de toda la vida". Esos rumores generaron rispideces con su esposa y madre de uno de sus hijos, Silvina Alejandra Salazar, también apresada años más tarde y condenada a 8 años de prisión en un juicio abreviado.

Dos días después del megaoperativo en la villa, Marcos robó un avión del aeropuerto de Saladillo y escapó. Entonces empezó un mar de rumores que decían que estaba en Bolivia, en Uruguay o que había regresado a Perú. Nada de eso: lo encontró la policía seis meses más tarde luego de bajar de un taxi en la ciudad de Lambaré, Paraguay, cerca de un pool. Había estado viviendo en un modesto rancho, luego de una breve estadía en su tierra natal, aunque la prensa paraguaya asegura que se dio una vida de lujos. Lo cierto es que cuando lo arrestaron estaba solo y desarmado. No se resistió.

"Me armaron una película", protestó en una entrevista con Página/12 desde la cárcel en Paraguay. En octubre del año siguiente fue extraditado a la Argentina.

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A su retorno, Marcos fue absuelto por la masacre de la "Canchita de los paraguayos". Y con un ejército de cincuenta abogados a su lado, logró que dos megacausas por narcotráfico en su contra se resolvieran en dos juicios abreviados y una condena unificada de 10 años. Iba a quedar libre en julio del año pasado, cuando se cumplieran dos tercios de su pena, pero lo hicieron terminar el secundario y estudiar mecánica, y quedó en libertad cinco meses antes.

El primero de esos juicios abreviados fue por la venta de droga desde la villa. Esa causa derivó en el operativo ordenado por el juez Ballestero y en su pedido de captura internacional. Recién en 2012 fue condenado. Pero durante un allanamiento a su celda en la cárcel de Devoto las autoridades encontraron 12 celulares, a partir de los cuales comprobaron que seguía manejando el negocio desde la prisión. Su poder era tal, que uno de esos móviles era uno de los dos teléfonos satelitales que había en el país. Un testigo clave en esa causa fue su contador, un ex adicto que anotaba en un libro la cantidad de droga que se llevaban los vendedores y que terminó entregando a Marcos y otros "generales". Entonces llegó la última condena, en 2013, a 10 años de prisión. Fue una jugada majestuosa de sus abogados frente una Justicia liviana y entregada.

Los padres de Marcos fueron una ama de casa y un empleado de correo, que tuvieron doce hijos, seis hombres y seis mujeres, la mayoría de los cuales viven en Argentina e integran la organización Estrada González. Los otros controlan la pata del grupo de Lima. Buena parte de ellos empezaron a trabajar de chicos en Perú vendiendo la ropa que cosía su padre para abultar el sueldo.

Años más tarde, Marcos llegó a la Argentina con dinero que le dio uno de sus hermanos cuando vendió un taller de confecciones que tenía en Lima en plena hiperinflación, durante el primer gobierno de Alan García. Según recordó alguna vez, vivió en un hotel en Brasil y Sáenz Peña, luego se mudó a Quilmes, regresó a la Ciudad de Buenos Aires, y se instaló en un conventillo en Independencia y La Rioja, hasta que el lugar cerró y se fue a vivir a la villa 1-11-14. Pero él asegura que estuvo poco tiempo en el asentamiento y se fue cuando pudo, no sin antes abrir algunos negocios.

"La vida en la villa es muy dura, todos los días la policía hace persecuciones, en especial, le diría yo, hacia los ciudadanos paraguayos y peruanos", contó hace un tiempo desde la cárcel.

Aunque es devoto del Señor de los Milagros, Marcos impidió que el Papa Francisco construyera una capilla en el Barrio Illia, una zona de monoblocks dentro de la villa 1-11-14, a donde los Estrada González buscan extender su reinado. En su momento, el entonces arzobispo porteño Jorge Bergoglio compró un terreno para edificar una pequeña iglesia que le habían solicitado los curas y vecinos de la zona. ¿Qué hicieron los narcos? Le llenaron la zona de adictos para que le arrojen piedras a los camiones que ingresaban materiales al barrio. No llegaron a levantar los cimientos.

En Lima aseguran que Marcos paga unos 20 millones de pesos al mes en coimas. La cifra podría parecer exagerada, pero sus cocinas de cocaína tienen capacidad para producir hasta 12 kilos de droga por día, que se venden a unos 12 mil dólares cada uno en el mercado negro.

Al parecer, el arreglo incluye no matar a los gendarmes apostados en los alrededores de la villa, que jamás ingresan al barrio y se limitan a solucionar conflictos vecinales, mientras a 8 kilómetros de la Casa Rosada se fabrica clorhidrato de cocaína de hasta un 93% de pureza.

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