Scioli y Cristina para la Victoria

El repunte del nivel de aprobación de la Presidente trajo aparejado el crecimiento en las encuestas del gobernador bonaerense, y con él la sensación de que su candidatura en el oficialismo es inevitable. El PRO, paralizado por su interna. Massa apuesta por el Conurbano

AFP 162

Nunca como en estas últimas dos semanas la candidatura de Daniel Scioli navegó sin tempestades ni tormentas. Por primera vez, propios (los mismos sciolistas) y extraños (kirchneristas) y los otros extraños (el resto del mundo) comenzaron a asumir como una probabilidad que el gobernador de la Provincia sea finalmente el candidato de la boleta más fuerte que presentará el peronismo este año para retener el poder.

No se trata aquí de aventurar una victoria de Scioli. En esta campaña electoral cambiante como pocas –producto, entre otras razones, del zigzagueante humor social-, repleta de encuestas que parecen fotos que ni siquiera forman parte de un guión, cuya película además esconde el final, sería apresurado asegurarlo. También de Macri. Y por supuesto de Massa.

Probablemente el verano que está viviendo Scioli tenga que ver con la sorpresa que causa la más obvia de las jugadas políticas que puedan suceder: que el gobernador sea el candidato de Cristina. Así de simple. Y que por otra parte, la Cristina que parecía derrotada y protagonista de una salida humillante del poder –recordar por caso los avances de Bonadio en diciembre o la semana posterior a la muerte de Nisman- goce por estas horas de una mejoría que cuesta creer. Si hasta en la comparación con las otras damas de la región, Cristina tiene hoy mejor imagen positiva que Bachelet o Dilma, que necesitó del auxilio político y público de Lula para soportar las consecuencias del Petrolao. Y Dilma viene de ser reelecta hace seis meses.

Esta es la foto de hoy. Pero como los poderes fácticos no tienen tiempo para averiguar cuánto es verdad y mentira, comenzaron a moverse como nunca –y mucho más de lo que se sabe- en los últimos diez días. Para algunos, las dos semanas cortas fueron muy largas.

La primera definición de buena parte del poder económico fue casi un acto reflejo. ¿Qué hacer con los aportes de campaña para Scioli? ¿Deben ser iguales a los que se destina a Macri? ¿Y qué hacer con Massa? ¿Hay que volver a aportar a la candidatura del diputado? Demasiadas preguntas para tantos actores con respuestas disímiles.

El crecimiento de la imagen positiva de Cristina Kirchner no estaba en los planes de nadie, y provocó cambios dentro del oficialismo

Encuestadores consultados por este periodista, en condición de reserva, confesaron que han recibido muchas consultas, aun en los feriados, sobre el verdadero estado de la campaña. La situación sería esta: la imagen positiva de Cristina ha presentado una mejoría en los últimos 30 días que no estaba en los planes de nadie; esto provocó un cambio dentro del kirchnerismo. De aquel Plan A de dejar ganar a Macri para volver al poder cuando se pudiera, porque no había con qué enfrentarlo, se pasó a pensar la posibilidad de llevar a Scioli. O dicho de otro modo, de pelear la elección. Que no todo está perdido (de ahí la frase de la Presidente del jueves de seguir en el poder).

Las consecuencias de este acercamiento ya se perciben: el tren de la candidatura de Randazzo parece haber perdido la estación terminal; cesaron los ataques del mundo K contra Scioli (la excepción sigue siendo Hebe de Bonafini); el sciolismo abandonó el naranja que tan poco le gusta a la Presidente (al respecto cuenta la leyenda que hace un tiempo, hasta pidió borrar el color de la Casa de Orange de un programa de televisión matutino de un canal de su preferencia); Scioli defendió como pocos a Máximo Kirchner en el contencioso de la cuenta bancaria en el exterior; etc.

Otro dato que aportaron los sondeos –y que más les costó comprender sobre todo a los hombres del gobierno- es que para el ciudadano común Scioli es kirchnerista. Así como Macri es de Boca y Massa habla de inseguridad, Scioli es una marca registrada kirchnerista. Y de ahí que la mejora en la situación política de la Presidente significa automáticamente un aumento electoral de Scioli, en función de que es percibido como el candidato de Cristina. La tesis del comienzo.

NA 162

Por su parte, el macrismo comenzó a darse cuenta en esta Semana Santa que la interna del PRO en Capital le ha demandado un esfuerzo que no se esperaba y, lo que es más importante, que desenfocó a Macri de la campaña nacional. No hay aparición pública del candidato en la que no aparezca la consulta inevitable por la interna. Se dejó de hablar de Reutemann para hacerlo de Gabriela o de Horacio. Con un agregado: en PRO no vieron el avance de Scioli. Y muchos acuerdan que de esto la campaña amarilla sale con una victoria de Macri en la Capital. O sea de Horacio.

El mundo Massa estuvo mucho más movido de lo que se sabe. En Tigre dicen que tocaron su piso y que eso se notará en las encuestas. La campaña la concentraron en dos frentes: la gente y el poder económico. Para lo primero volvieron las caminatas en el conurbano –La Matanza- y los actos masivos (San Martín). Massa volvió al terreno donde se siente más cómodo: la gente y el gran Buenos Aires (y donde dicho sea de paso tiene su base electoral). Dicen que el mérito de este cambio tiene más que ver con los antiguos consejos de Juanjo Álvarez que con los promocionados del español Antonio Sola (autodenominado Jefe de Campaña).

Para lo segundo, han recuperado las promesas de aportes para la campaña que hasta hace algún tiempo le venían resultando esquivas. En eso ayudó mucho el discurso que Massa viene teniendo desde hace un tiempo en contra del manejo del juego en Argentina. Esa postura -de hace tiempo del candidato en el tema- le terminó abriendo una gran puerta. Por donde importantes grupos económicos entienden se le puede hacer daño a ella. A Cristina.