"Estoy llevando adelante la causa de beatificación de un empresario argentino"

Lo dijo el Papa Francisco en una entrevista reciente, afirmando que éste "era santo". Conozca la historia de quien podría convertirse en el primer hombre de negocios canonizado por El Vaticano

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 Charly Díaz Azcué
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En la entrevista concedida hace unos días a una periodista mexicana para Televisa, Francisco hizo un comentario que pasó relativamente inadvertido para el público en general, pero que causó una enorme alegría entre los familiares de Enrique Shaw, el rico empresario argentino, fallecido en 1962, al que el Sumo Pontífice estaba aludiendo.

El comentario de Jorge Bergoglio fue en respuesta a la pregunta de si con su "opción preferencial por los pobres", su austera forma de vivir, y sus constantes condenas al "dios dinero", él no estaba dejando a un lado a los ricos. "Hay personas con dinero, dinero limpio [que se dicen] ¿sólo los pobres son los buenos, y los ricos son los malos?", le preguntaron.

"Yo vengo de una familia (de) clase media, acomodada. O sea no es ninguna cosa de resentimiento –respondió el Papa-. Yo conocí gente rica y estoy llevando adelante acá la causa de beatificación de un empresario rico argentino, Enrique Shaw, que era rico, pero era santo. O sea, una persona puede tener dinero. Dios se lo da para que lo administre bien. Y este hombre lo administraba bien. No con paternalismo, sino haciendo crecer a aquellos que necesitaban de su ayuda".

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El Vaticano acaba de aprobar en este mes de marzo la validez jurídica de la causa de beatificación y canonización de Enrique Shaw, quien ya fue proclamado Siervo de Dios y que fue fundador y primer presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).

Esto significa que la Santa Sede no consideró necesario requerir más documentación que la ya enviada por el Arzobispado de Buenos Aires para sustentar las pruebas de la santidad de Shaw. En efecto, en septiembre del año pasado, en una ceremonia que tuvo lugar en la UCA, los postuladores de la causa sellaron y lacraron las cajas conteniendo los más de 13.000 folios de documentación recopilados durante 16 años de instrucción de lo que se llama "fase diocesana" del proceso y que ahora, con este anuncio, puede seguir adelante en El Vaticano, en el ámbito de la Congregación para la Causa de los Santos.

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El siguiente paso es el nombramiento de un relator para la redacción de la Positio, es decir, una biografía "sobre la vida, virtudes, fama de santidad y de signos de Enrique Shaw", según consigna un comunicado.

Enrique Shaw fue marino, empresario y padre de una numerosa familia de nueve hijos. Sobre su vida se ha realizado un documental, que puede verse completo en la página oficial, y una película (ver un resumen al pie de esta nota).

Una de sus hijas, Sara Shaw de Critto, había evocado a su padre en un anterior artículo en Infobae, afirmando con orgullo que éste "se anticipó bastante a lo que hoy se conoce como Responsabilidad Social Empresaria". Y agregaba: "Él se fijaba en el conjunto; por ejemplo, cuando ya hacia el final de su vida, había poca demanda de vidrio y la fábrica estaba medio parada, los accionistas norteamericanos de la empresa [Rigolleau, de la que era director] –que fabricaba la marca Pirex- sugirieron despedir a 400 obreros. Mi padre les dijo: 'Si los despiden, yo renuncio'. Además los convenció de que era más caro despedir y luego tener que volver a contratar y formar gente. En cambio los puso a hacer otras tareas, pintar y reparar la planta por ejemplo. Y la fábrica sobrevivió y revivió".

Shaw, recordaba su hija, iba tres veces por semana a la fábrica, en Berazategui, y conocía los nombres de todos los obreros que trabajaban allí. A la hora de almorzar, iba un día a la casa de uno, un día a la de otro. "El estaba naturalmente muy cerca de la gente y sus problemas: entre dirigentes y obreros había un muro que él, en cambio, no veía ni sentía", dijo.

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Ella está convencida de que la beatificación de su padre puede contribuir a instalar el ejemplo de un estilo diferente de empresa que define como "más humana, pero también más exitosa, porque Cristalerías Rigolleau era una empresa exitosa, lo que prueba que puede haber una convergencia entre lo ético y lo eficiente". "A largo plazo, incluso, es más rendidor. En las industrias, cuando sólo se piensa en el lucro, se actúa a corto plazo", sostiene.

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En la UCA, el año pasado, al presidir la ceremonia de clausura de la fase diocesana de esta causa, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Poli, dijo que la breve e intensa vida de Enrique Shaw tuvo a la Doctrina Social de la Iglesia como "inspiración en su quehacer empresarial", que para él era un apostolado, un servicio al prójimo, encarnado en este caso en el personal de la fábrica que dirigía: empleados, obreros y sus familias.

Y el postulador de la causa, el abogado y profesor de Derecho Canónico en la UCA Juan Navarro Floria, dijo que el mensaje que dejará esta futura beatificación es "que la enseñanza social de la Iglesia no es una teoría", sino "un modo de relacionarse dentro de la empresa, entre capital y trabajo, entre dirigentes y trabajadores, que pueden trabajar juntos por el bien común y en sentido creador" porque "la actividad del empresario es una cooperación o colaboración con la obra creadora de Dios".

"Ante todo, tiene que ser buen empresario, es decir, ganar dinero; el tema es qué hace con eso, que esa ganancia se reparta en términos justos entre las partes no es una negación de los valores de la empresa", agregó.

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Una definición en sintonía con las declaraciones del Papa a Televisa, cuando puso a Enrique Shaw como ejemplo de santidad: "Lo que yo ataco siempre es la seguridad en la riqueza. No pongas tu seguridad ahí. (...) No pongas tu esperanza ahí. La injusticia de las riquezas. Por ejemplo, cuando no se paga el sueldo justo. Es un pecado mortal. Eso es aprovecharse de la pobreza de otro (...). El dinero que esclaviza a otros o no los deja crecer. O sirve para engordarse a sí mismo".

Fue en ese contexto que dijo también que lo escandalizaba, en Buenos Aires, el contraste entre Puerto Madero y las villas miseria, y el despilfarro de dinero que se veía allí.

"Pero lo que más me indigna es el salario injusto. Porque uno se enriquece a costa de la dignidad no dada a la persona. (...) No pagar lo justo, no pagar la pensión, no pagar el aguinaldo, ¡es pecado! ¡Es pecado!"

Es posible entonces que, en un futuro no demasiado lejano, la Argentina cuente con el ejemplo y la inspiración de un empresario santo, de un hombre que, en palabras de Francisco, no les quitó la dignidad a los hombres y mujeres que trabajaron para él en una emblemática fábrica en las afueras de Buenos Aires.


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