No es nueva la interrelación fundamental que se debe establecer entre el buen pronóstico de una enfermedad y las políticas y la educación en salud pública de un país. Más aún si se trata del virus del papiloma humano (VPH) que agrupa un conjunto de particularidades que colocan en el centro a las mujeres entre 35 y 65 años, especialmente las más vulnerables, que por diversas razones como barreras geográficas, culturales y económicas no acceden a lo que se llama los servicios de tamizaje (técnicas preventivas para evaluar la presencia del virus), que se convierten en los más efectivos escudos de prevención y protección contra el cáncer cervicouterino.
El VPH es un virus que está ampliamente distribuido en la población. Se adquiere tempranamente cuando se inician las relaciones sexuales. Más del 70% de las personas adultas es probable que hayan tenido contacto con el virus en algún momento de su vida.
En el caso argentino, el cáncer de cuello de útero (CCU) es la segunda causa de muerte por una enfermedad oncológica en mujeres y, según datos del Instituto Nacional del Cáncer (INC), en nuestro país se realizan 4.900 diagnósticos nuevos anuales y mueren unas 2 mil mujeres al año debido a la enfermedad. Pero cabe destacar que la carga de la enfermedad y mortalidad varía según la región, siendo sensiblemente más alta en poblaciones con menor nivel de desarrollo socioeconómico y educativo.
Según explica el doctor Martín Loza (MN 86925), médico especialista en ginecología y patología mamaria del Instituto Alexander Fleming, "la cura de la enfermedad se alcanzará con el acceso pleno a la educación. Si bien es prevenible, el cáncer de cuello uterino registra una alta incidencia y mortalidad en la Argentina. Su principal causa radica en la inequidad social. La infección del VPH afecta al 80% de las mujeres a lo largo de sus vidas y un 5% de los casos progresará hacia un cáncer cervicouterino. Afecta principalmente a las mujeres a partir de los 35 años. Es un virus que se transmite a través de relaciones sexuales, y los estudios tradicionales, como el papanicolau (PAP), el test del VPH o eventualmente la colposcopía resultan clave para detectarlo precozmente".
El mapa local
El dibujo del mapa nacional trasunta la inequidad que plantea la enfermedad. Así, provincias como Corrientes, Chaco, Jujuy o Misiones tienen tasas de mortalidad muy superiores a las de jurisdicciones como Tierra del Fuego, Buenos Aires, Córdoba o La Pampa.
Más del 99% de los casos están relacionados a infecciones genitales por el VPH contra el cual hoy existe una vacuna preventiva que se sugiere en niñas a partir de los 11 años –y se incorporó al calendario nacional obligatorio– para reforzar el escudo protector contra la enfermedad.
El doctor Reinaldo Chacón, director académico del Instituto Alexander Fleming, refuerza a Infobae: "Resulta un adelanto importantísimo la aplicación de la vacuna contra el VPH que se realiza en nuestro país al igual que en otros países. Asimismo, también debe resaltarse el valor que implica realizarse el control periódico a través del PAP o algunas de la nuevas técnicas existentes para la detección temprana de la enfermedad, lo que permite un alto porcentaje de curación".
En nuestro país, desde 2008 existe un Programa Nacional de Prevención de Cáncer de Cuello de Útero que contempla estrategias de tamizaje y un programa de vacunación contra el VPH, hoy considerados los elementos "tenaza" para atacar el mal.
Una encuesta reciente realizada en diferentes puntos del país indica que el 80% de las mujeres consultadas respondió no saber que el VPH era el causante de este tipo de cáncer.
"Con la realización periódica de los estudios preventivos, la incidencia de la enfermedad debería menguar en un 80 por ciento. Sin embargo, a pesar de ser gratuitos en centros médicos públicos, en la Argentina aún no se logró bajar la incidencia y mortalidad. En ese sentido, la falta de educación sanitaria y el escaso acceso a la información resultan factores protagónicos de la problemática", destaca el doctor Loza.
Mirada de experta
La doctora María Alejandra Picconi es una de las especialistas de la región que más conocen el virus que origina el cáncer de cuello uterino. Doctora en virología (UBA) y responsable del laboratorio nacional de referencia para el VPH del Instituto Malbrán.
Explica Picconi: "Es importante destacar que es un virus en el que la infección per se no implica obligatoriamente el desarrollo de enfermedad. En el caso del VPH hay muchísimas infecciones asintomáticas que pasan inadvertidas en el hospedador, y el hospedador no se entera nunca en su vida que estuvo en contacto con el virus, y son las infecciones llamadas transitorias. Ahora bien, como es un virus ampliamente distribuido en la población, en los casos en que sí se da la enfermedad, alrededor del 20%, hay que seguirlos atentamente porque si no se interviene a tiempo puede desarrollar un cáncer de cuello uterino, por ejemplo. Ese porcentaje mínimo numéricamente es importante y toma todo el foco de atención de la comunidad biomédica. Ahí es donde se concentra todo el esfuerzo y el impacto sanitario para evitar que la población femenina, que es la más afectada, esté en riesgo de desarrollar una enfermedad grave".
La prevención que se encara en nuestro país es una prevención integral de la infección y de la enfermedad. Tanto la prevención primaria como la secundaria se complementan. En la prevención primaria las niñas de 11 años reciben la vacuna y cuando se inicien en la actividad sexual van a tener anticuerpos en su sistema inmune que van a evitar que esas chicas se infecten con los virus que están en la fórmula vacunal (los tipos 16 y 18 de alto riesgo).
En la población general de las niñas vacunadas va a ir disminuyendo el número de lesiones inducidas por VPH en sus controles ginecológicos habituales. Esto significa que para la población vacunada hay que rediseñar un programa de tamizaje apropiado porque la proporción de lesiones va a variar.
Dice la doctora Picconi: "En la fórmula de la inmunización no están todos los tipos virales, con lo cual aun las mujeres que fueron vacunadas deberán continuar con su tamizaje rediseñado adecuadamente para esa situación. Por otro lado, el tamizaje poblacional va a continuar para las mujeres que no van a ser vacunadas".
El futuro de la enfermedad
Las nuevas tecnologías que existen para la prevención del cáncer de cuello de útero, más la prueba de VPH y la vacuna, sin duda acorralan al virus y colocan al CCU con pronóstico positivo hacia el futuro.
Para los casos de cáncer de cuello uterino avanzados, consultado por Infobae, Juan José Zarba, profesor adjunto de Oncología en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán, explicó el aporte de una nueva terapéutica que combina quimioterapia y bevacizumab (anticuerpo monoclonal humanizado) sobre las células cancerosas.
"Este es el primer tratamiento, en los últimos diez años, que demuestra un aumento significativo de la sobrevida de esta enfermedad, llevándola a un promedio de 17 meses. La quimioterapia actúa sobre las células tumorales y el bevacizumab actúa sobre las células vecinas que rodean al tumor inhibiendo la acción de los factores angiogénicos, que produce nuevos vasos sanguíneos que le permiten al tumor crecer y diseminarse. Además la inhibición de estos factores produce la 'normalización' de los vasos sanguíneos ya existentes en el tumor, que normalmente son anormales, y de esta manera permiten una mejor llegada de las drogas de quimioterapia al tumor", detalla el especialista.
En diálogo con Infobae, la doctora Valeria Cáceres, integrante del servicio de Oncología del Instituto Angel Roffo, sobre la nueva terapia para el CCU refuerza: "Hoy las nuevas terapias se prueban en estadios avanzados y si los resultados son satisfactorios luego se comienzan a utilizar en estadios más precoces. El gran desafío del nuevo tratamiento es paliar los síntomas: dolor, falla renal por obstrucción uretral, trombosis y hemorragia, anemia, flujo maloliente, linfedema, fístula".
Existen más de 100 tipos diferentes de VPH y cerca de 30 a 40 de ellos afectan al área genital. Si bien las infecciones por VPH suelen resolverse espontáneamente eliminando el virus (se estima que afectará aproximadamente entre el 75% y 80% de los varones y mujeres en algún momento de sus vidas, aunque muchos ni se enterarán), hay personas en las que esto no ocurre y el VPH –que se contagia mediante cualquier actividad que involucre contacto sexual– puede causar consecuencias graves como CCU. Los tipos 16 y 18 del virus provocan alrededor del 70% de los casos de cáncer de cuello de útero y vaginal, mientras que los tipos 6 y 11 provocan aproximadamente el 90% de los casos de verrugas genitales en ambos sexos, así como las lesiones cervicouterinas y genitales de bajo grado y/o un PAP anormal.