"Venezuela podría entrar en una fase peligrosísima de inestabilidad"

Pedro Roig, investigador del Instituto para los Estudios Cubanos, analiza la crisis en Caracas y el efecto de las sanciones de EEUU. "No hay diferencia entre el discurso de Castro y Maduro", dice

AFP

Pedro Roig, Esq., investigador superior del Institute for Cuban and Cuban-American Studies (Instituto para los Estudios Cubanos y Cubano-Estadounidenses) de la Universidad de Miami, mira con pesimismo la situación del gobierno de Nicolás Maduro: "Vemos a un Estado que podría estar al borde de ser un Estado fallido. Venezuela podría entrar en una fase peligrosísima de inestabilidad, de colapso, de desplome. No digo que se vaya a derrumbar el régimen de Maduro: digo que podría perder el control. Eventualmente, la violencia consume a estas sociedades hasta que se genera el caos".

En diálogo con Infobae, el doctor Roig, un veterano de la Brigada 2506, que en 1961 intentó desembarcar en Cuba en Bahía de Cochinos/Playa Girón, analizó la situación de Venezuela, en la que se ha especializado. La crisis económica, la fragmentación política, el Cártel del Sol y un posible resquebrajamiento interno en las filas del chavismo han llevado, en su opinión, al cuadro de peligro que preocupa a todos los que importa, opinen a favor o en contra del Gobierno actuante, ese país y la estabilidad regional.

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Este historiador –autor de The Death of a Dream: A History of Cuba y Martí: The Cuban Struggle for Freedom– y ex director de la Radiodifusión en Radio y TV Martí comenzó por analizar la orden ejecutiva por la cual el presidente Barack Obama declaró a Venezuela una amenaza a la seguridad. Una serie de medidas que siguen a las sanciones que el Congreso estadounidense tomó en diciembre de 2014, pero que sucede en el momento en que ese país atraviesa una crisis inédita.

­–¿Qué impacto pueden tener en la dinámica del gobierno de Nicolás Maduro?

Es muy difícil de anticipar. En primer lugar, ya cuando a un individuo lo marcan con nombre y apellido, cuando él y su familia no pueden entrar en los Estados Unidos y aprovechar (por ejemplo) sus ventajas en términos de seguridad de dinero, se crea una situación en la que otros generales, otros militares venezolanos podrían pensar: "Yo no quiero estar en esa lista". Pero al mismo tiempo el problema de Venezuela tiene varios niveles, graves y diferentes.

­–¿Cuáles son los principales?

Uno es el altísimo índice de violencia urbana. Los crímenes lo hacen uno de los países más peligrosos del mundo en este momento, sobre todo para la juventud. Otro es el tráfico de drogas y la participación del Cártel del Sol, es decir, de los militares venezolanos, en ese proceso. Una estadística reciente: se calcula que más de la mitad de la cocaína que se consume en Europa sale vía Venezuela. Cuando a este discurso socialista y a la caída del precio del petróleo se le suman estos otros elementos, vemos a un Estado que podría estar al borde de ser un Estado fallido. Venezuela podría estar entrando en una fase peligrosísima de inestabilidad, de colapso, se desplome. No digo que se vaya a derrumbar el régimen de Maduro: digo que pudiera perder el control. Eventualmente, la violencia consume a estas sociedades hasta que se genera el caos. Son malísimas noticias para Venezuela.

­–¿Por qué los Estados Unidos toman esta medida en este momento?

Esto responde a la gran preocupación que existe en muchos países democráticos del mundo ante la represión que se ha desatado en Venezuela contra la oposición. El régimen de Maduro se niega a aceptar que hay una oposición válida y su argumento es que son instrumentos de lo que ellos llaman el "imperialismo yanqui". No hay margen para la crítica, para la oposición normal como en los países democráticos. Se ha desatado una represión brutal; hemos visto que caen asesinados jóvenes que marchan a protestar. Esto ha creado una reacción muy fuerte en los círculos políticos del mundo, y a eso creo que responden el presidente Obama y su administración. Es una realidad visible y terrible.

­–¿Qué consecuencias puede tener que el presidente Maduro haya llamado a consulta a su encargado de negocios en Washington, su máximo representante diplomático?

Es una primera reacción. El régimen de Maduro está atravesando una crisis gravísima, gravísima, con el precio del petróleo que ha caído a la mitad del límite que el presupuesto de Venezuela requiere, de acuerdo con los informes públicos. Para mantener la economía en un equilibrio sostenible, se requería que el barril estuviera a 78 ú 80 dólares, y hoy está muy por debajo en 48, 50 ó 52. Dada la situación gravísima de desequilibrio de sus entradas, al régimen de Maduro lo menos que le pudiera convenir es que se le cierre el mercado estadounidense. Hay unas pocas refinerías en la zona del Golfo, en los Estados Unidos con la capacidad técnica de procesar el petróleo de Venezuela, que es un petróleo pesado, porque tiene un alto contenido de sulfuro. No hay muchos otros países en condiciones de procesar el petróleo de Venezuela.

–Usted no anticipa otras consecuencias.

La reacción es limitadísima en cuanto a amenazar a los Estados Unidos con el petróleo, sin contar con que además los Estados Unidos están en el proceso de ser autosuficientes. Este enfrentamiento con Washington es muy negativo para Nicolás Maduro como líder de Venezuela, y sospecho que podría estar abriendo grandes grietas dentro de los estamentos del chavismo.

­–La orden ejecutiva caracterizó a Venezuela como una amenaza para la seguridad nacional. A eso suele seguir la imposición un régimen de sanciones, como se hizo con Irán y Siria. ¿Puede suceder eso con Venezuela, el cuarto proveedor de petróleo de los Estados Unidos?

No creo que esto esté planteado a ese nivel en este momento [SE PUEDE VINCULAR LA NOTA 2]. Venezuela impuso un grupo de medidas ante lo que había dispuesto [el Congreso de los Estados Unidos el 10 de diciembre pasado, y luego ratificado] el presidente Obama: limitó, por ejemplo, el número de diplomáticos en Caracas. La orden ejecutiva también tiene que ver con que el régimen de Maduro reaccionó violentamente, y los Estados Unidos se enfrentan a un aumento de la represión en Venezuela sin que se vea por ningún lugar un área de conciliación, de acercamiento o por lo menos de conversación. No: le suben la parada. Y los Estados Unidos responden como estamos viendo. Pero no creo que vaya a pasar de lo que ha hecho hasta ahora.

­–Estas medidas se toman a la vez que los Estados Unidos se abren a la normalización de las relaciones con Cuba luego de medio siglo. ¿Hay un desplazamiento del antagonismo desde La Habana a Caracas?

De esto se habla mucho en los círculos de observación política. No hay ninguna diferencia entre el discurso de Raúl Castro y el de Maduro. La única es que el discurso de Maduro es de confrontación dentro del socialismo venezolano, por darle un nombre, ya que hay un socialismo democrático, muy respetable, en Europa y en América Latina. Pero el socialismo marxista, que es el que se practica en Cuba y el que se predica en Venezuela, sigue vigente. Incluso ahora que están convocando a la próxima reunión del Partido Comunista Cubano [el congreso del PCC en abril de 2016], insisten en que el partido, según dice el artículo 5 de la Constitución Socialista de Cuba, es la máxima autoridad del Estado. El sistema está vigente y nos dicen todos los días que no van a cambiar. No veo la contradicción en término de los regímenes.

–En ese caso, ¿cómo se interpreta la diferencia de actitudes?

En lo que Raúl Castro diga en [la VII Cumbre de las Américas que se celebrará en abril en] Panamá, veremos hasta qué punto Cuba va a seguir defendiendo al régimen de Maduro y va a demorar el resto de lo que se vaya a acordar con los Estados Unidos [iSE PUEDE VINCULAR LA NOTA 3]/i. La presidencia de Obama no le puede dar mucho más al régimen de La Habana de lo que ya le dio. Ya con eso en el bolsillo, pienso que en Panamá vamos a ver un discurso de Raúl Castro de un respaldo fuerte y solidario, como ya ha aparecido en Granma, junto con una carta del anciano Fidel Castro, a Maduro.

–¿Qué le hace pensar eso en un escenario internacional?

Mi preocupación –y, por supuesto, estamos muy al principio de este análisis– es que Raúl Castro y su régimen necesitan los 100.000 barriles que manda Venezuela, porque el hecho de que haya caído el precio no significa que se haya derrumbado la producción de petróleo de Venezuela. Para la economía cubana es un golpe importante: recibe 100.000 barriles de petróleo al día de Venezuela, que utiliza entre el 40 y el 50 por ciento dependiendo del momento, y revende la diferencia. En este momento, el régimen de Raúl Castro está recibiendo más o menos la mitad que cuando el precio del barril estaba en 95, 100 ó 105 dólares. Pero Cuba no se puede dar el lujo de perder esta ayuda económica sustancial que recibe a través de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y de otras gestiones.

­–¿A qué otras gestiones se refiere?

Los médicos, las enfermeras, los deportistas que Cuba tiene en Venezuela. Y varios ­grupos –la prensa da distintos números– de tropas especiales. Los cubanos están muy envueltos en la represión y en la protección del régimen de Maduro.