Se espera que el próximo domingo miles de brasileños salgan a las calles de todo el país para pedir la renuncia de la presidente Dilma Rousseff, quien asumió su segundo mandato hace apenas dos meses. La masiva movilización fue convocada por las redes sociales y ya cuenta con el respaldo del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), al que pertenece el líder opositor Aécio Neves, principal competidor de Rousseff en los comicios del año pasado.
El domingo pasado, una semana antes de la realización de la marcha, miles de ciudadanos hicieron sonar sus cacerolas y bocinas en las ciudades de Belém, Belo Horizonte, Brasilia, Curitiba, Fortaleza, Goiania, Maceió, Porto Alegre, Recife, Río de Janeiro, San Pablo y Vitória. Fue en repudio a la mandataria, mientras ésta pronunciaba un discurso por el Día Internacional de la Mujer. En San Pablo, donde gran parte de la población apoya a la oposición, se escucharon agravios y pedidos de destitución de la mandataria.
Rousseff se pronunció hoy tras la manifestación. "El hecho de que Brasil evolucione y garantice el derecho a manifestarse es algo valorado por todos nosotros. Lo que no podemos aceptar es la violencia", señaló durante un acto en el palacio de gobierno. "Dejen de buscar una tercera vuelta electoral. La elección se terminó y no puede haber un tercer turno de elecciones, a no ser que se quiera hacer una ruptura democrática", agregó.
Rousseff: "Dejen de buscar una tercera vuelta electoral"
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El gigante sudamericano vive un clima político de gran incertidumbre luego de que la Procuraduría General de la República consiguiera la venia de la Corte Suprema para investigar a 47 políticos -incluidos 12 senadores y 22 diputados en funciones- por su supuesto involucramiento en el escándalo de corrupción en la estatal Petrobras. Muchos pertenecen al oficialista Partido de los Trabajadores o a partidos que integran la coalición de gobierno.
A las intrigas y tensiones se suma el oscuro momento económico que atraviesa el país. Hace más de cuatro años que Brasil no consigue hacer despegar la actividad y sus indicadores empeoran mes a mes, con saldos negativos en cuentas públicas, balanza comercial, una inflación en torno al 7,5% y una fuerte devaluación de la moneda.
Para intentar encauzar la macroeconomía, el Gobierno impulsa un conjunto de medidas para reducir el gasto público. Y en el suelo fértil del deterioro económico, organizaciones que se definen como apartidarias en las redes sociales, convocaron a manifestarse el domingo en varias ciudades, en favor de la destitución de la mandataria.
Sindicatos y grupos afines al Gobierno programaron marchas dos días antes para "defender la democracia, las conquistas sociales, Petrobras y los derechos de los trabajadores", según reza en el sitio de internet del PT, en una reivindicación genérica del proceso iniciado en 2003 por el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
La vuelta a las manifestaciones callejeras hace recordar las masivas y violentas protestas de 2013, que tuvieron lugar en la previa a la Copa Confederaciones, que comenzaron con un rechazo a un aumento de la tarifa del transporte y luego se le sumaron numerosos reclamos, incluyendo los gastos públicos para la Copa del Mundo de Fútbol, de la cual Brasil fue anfitrión el año pasado.