No es algo nuevo. Pero la transmisión del canal estatal del 18F fue un buen muestrario de los vicios de comunicación de la "década ganada". Veamos.
Todos los invitados del noticiero de la iTV Pública/i –que transcurría en paralelo a la marcha de silencio convocada por un grupo de fiscales en honor a su colega Alberto Nisman, fallecido en circunstancias dudosas- compartían su afinidad al Gobierno, algo que es regla en el canal estatal y un escándalo al que sin embargo nos hemos terminado acostumbrando. (Nótese además que no se trata aquí del programa 6-7-8, conocido por su militantismo, sino del noticiero, pretendidamente más "objetivo").
Los panelistas desgranaron, con ayuda de la pareja de conductores, los argumentos ya conocidos y que podrían resumirse en que los que marchan lo hacen porque el gobierno tocó "intereses". Hebe de Bonafini lo reiteró al día siguiente con su habitual sutileza: "La gente que fue a la marcha no quiere que los pobres estudien". Tampoco faltaron obviedades como que quienes convocan no representan a toda la ciudadanía ni la generosa "comprensión" hacia quienes marcharon de "buena fe".
Un leit motiv de la noche fue la indignación de ambos conductores al oír que muchos manifestantes decían estar allí porque "mataron a un fiscal".
"Querían descartar de plano la tesis del suicidio porque (si no hubo un crimen) es más difícil convocar a una marcha por justicia", fue la explicación de uno de los invitados, Luis Bruchstein, subdirector de Página 12.
Como se dijo, no había disidencias entre los cuatro invitados; la idea era evitar sorpresas tan desagradables tales como preguntas o diferencias de opinión. El relato no debe tener fisuras. Aun así, es difícil controlar todas las variables y a veces algún distraído se sale de libreto.
Fue el caso del abogado y ex miembro del Consejo de la Magistratura Beinusz Szmukler, conocedor de la causa AMIA, que de repente se descolgó con un: "La que instaló primero la idea del homicidio fue Cristina". Miradas incómodas en el panel que enseguida fueron de alivio cuando el hombre de inmediato agregó que era totalmente erróneo atribuirle responsabilidad en el hecho a la Presidente.
Szmukler también hizo un repaso de los antecedentes en trabar causas de algunos de los fiscales como para invalidar su derecho a convocar a la marcha, olvidando que muchos de esos mismos funcionarios judiciales fueron señalados en los tiempos felices del kirchnerismo como "morosos" para investigar al poder.
Esto lleva a otro rasgo frecuente del discurso oficial: las vueltas de campana del relato sin que medie aviso alguno. Por caso, dijeron que "la denuncia de Nisman [respecto a un posible encubrimiento de los acusados iraníes] es tan disparata" que hasta se piensa que se la escribió "un espía". Pero el fiscal al que de este modo descalifican fue investido de autoridad y recursos por el propio Néstor Kirchner. Aunque hoy lo quieran negar.
"¿Por qué Galeano está procesado y Nisman es un héroe? ¿Porque perdió la vida?"
El conductor del noticiero le preguntó a Szmukler si Nisman había realmente avanzado en la investigación de la causa. A lo que éste respondió que no, que no había aportado elementos nuevos. La repregunta fue: "¿Por qué Galeano [primer juez de la causa] está procesado y Nisman es un héroe? ¿Sólo porque perdió la vida?"
Una amnesia evidente les impide recordar que tanto Néstor como Cristina Kirchner fueron convencidos voceros, en Argentina y ante el mundo entero, de esta tan "deficiente" investigación de Nisman. Szmukler acababa incluso de denunciar una "evidente desviación" de la causa para acusar Irán a como dé lugar.
Otro invitado, el periodista e historiador Hernán Brienza, se preguntaba cómo había gente que decidía "renunciar a su propia racionalidad" y atribuirle responsabilidad a la Presidente por la muerte de Nisman. Pero la misma falta de racionalidad podría detectarse en el hecho de responsabilizar penalmente a Carlos Menem por las eventuales desviaciones en la investigación del juez Galeano y no hacer lo propio con los Kirchner por las desviaciones que ellos aseguran cometió Nisman, alentado o inducido por el ex SIDE Stiuso.
La "democratización" de la Justicia
"La muerte de Nisman ha sido el catalizador de esta resistencia opositora a reformas que tienden a democratizar la justicia", dijo el fiscal Alejandro Alagia, quien de todos modos reconoció que "hay razones legítimas para poner al Poder Judicial en deuda frente a la sociedad". Claro que sin hacerse cargo por la parte que le toca a él como exponente de teorías abolicionistas que son una de las principales fuentes de la desconfianza de la gente hacia los jueces. El Código Penal, según Alagia y quienes comparten su ideario, debe servir antes que nada, a href="http://www.infobae.com/2014/04/29/1560778-para-dos-fiscales-k-el-codigo-penal-actual-es-sexista-clasista-y-oligarquico" rel="noopener noreferrer" no para castigar a quien infringe la ley, sino para proteger al ciudadano del poder punitivo del Estado./a
La pretendida "democratización de la Justicia" a la que se refirió es el paquete de 6 leyes que el kirchnerismo logró promulgar en 2013 –aunque luego la Corte Suprema las frenó en buena medida- que poco y nada tenían que ver con el verdadero reclamo de la sociedad frente a la impunidad generalizada.
Con esas leyes, el Ejecutivo buscaba, entre otras cosas, limitar -casi eliminar- las cautelares contra el Estado y aumentar su control sobre el Consejo de la Magistratura. También creaba nuevas Cámaras de Casación –con el previsible resultado de estirar los ya interminables procesos en 2 ó 3 años más- y limitaba la información que los funcionarios deben incluir en sus declaraciones juradas de bienes, dificultando el control del eventual enriquecimiento ilícito y de eventuales conflictos de intereses.
"La muerte de Nisman fue manipulada, como históricamente fue manipulada la Justicia por los servicios"
La resistencia de "minorías muy poderosas", en palabras de Alagia, estaría también dirigida a la reforma del Código Procesal Penal. Sin embargo, varios de los fiscales convocantes, como por ejemplo Ricardo Sáenz, señalaron reiteradamente que no tienen objeciones al rasgo principal de esa reforma, el llamado sistema acusatorio –que da más poderes a los fiscales y separa la función de investigar de la de juzgar, hasta ahora concentradas en los jueces-, y que sólo objetan la forma de designación de los nuevos magistrados detrás de la cual ven un deseo de control político.
"La muerte de Nisman fue manipulada, como históricamente fue manipulada la Justicia Federal por los servicios de Inteligencia y esto es una expresión del país que no queremos", agregó Alagia, con el mismo tono impune con el cual los voceros oficiales critican lo que este mismo Gobierno promovió. Es decir, la colusión entre los servicios de inteligencia y los jueces – fue Néstor Kirchner quien le presentó a Nisman al agente Stiuso-, y el uso frecuente de esa colusión con fines políticos. Basta recordar la falsa denuncia promovida por el kirchnerismo contra el fallecido Enrique Olivera quien, en plena campaña electoral, fue víctima de un montaje ideado por alguno de esos "services", de los que hoy el oficialismo reniega.
Como es de norma en este gobierno victimizarse, la tesis del complot también fue invocada en esta vigilia informativa monocolor: se habló de "golpe de Estado" e incluso "maniobra de desestabilización regional" (sumando los problemas de Dilma Roussseff con la justicia y las turbulencias en Venezuela). Y, expertos en hablar y relatar, atribuyeron "el silencio" a la "incapacidad de argumentar, de decir, de armar un discurso político".
Hernán Brienza, que se sumó a la mesa cuando el programa ya iba por la mitad, recibió la solidaridad de sus camaradas por los "ataques" que según ellos había recibido unos días antes en otro canal. Como un soldado que vuelve del frente, su coraje fue saludado: "Te defendiste muy bien", le dijeron a alguien que no fue "atacado" más que por preguntas o réplicas de gente que no piensa como él. Para quienes llevan una década hablando sin debatir es algo evidentemente difícil de tolerar. Sin embargo, el debate es un saludable ejercicio al que no debería temer nadie que esté convencido de lo que piensa. Raros jauretchianos éstos a los que no les gusta polemizar.
Fiel a esta concepción "guerrera" del periodismo, Brienza aseguró que, "si alguien apretó el gatillo en términos simbólicos desde la muerte del doctor Nisman, fue el aparato opositor mediático". Y, graciosamente, dijo que "eso constituyó un irelato"./i
La frutilla del postre fue la pregunta, pretendidamente inocente, de la conductora del noticiero a Brienza: "¿Por qué te parece que hay una división tan absolutamente binaria en este momento en el país?"....