Así se desprende del Índice de Precios de las Materias Primas que elabora el Banco Central, el cual se construye con los bienes de la producción primaria que mayor relevancia tienen en la canasta de productos exportables de origen primario y bajo grado de agregación de valor.
En el caso puntual del primer mes de 2015, el índice registró una caída de 4,1% en dólares respecto del nivel de diciembre, claramente influenciada por el derrumbe del 22,4% en el precio del petróleo crudo, seguido por la baja del 9,6% del cobre; 7,9% el trigo; el complejo sojero: 4,9% el poroto; 3,4% los pellets y 2,2% el aceite; 5,1% la carne bovina; 5% el aluminio primario; 3,7% el acero y 2,3% el maíz.
Las excepciones en el mes en la canasta de precios internacionales que releva el Banco Central fueron el oro que repuntó 4,2% y la cebada 7,2 por ciento.
Frente a este escenario que afecta a la denominada economía real de los países productores de materias primas, como la Argentina, muchos gobiernos han intentado responder con la devaluación de sus monedas, para atenuar el impacto negativo de la deflación sobre sus cuentas externas, y también sobre el empleo.
El alto déficit fiscal financiado con inflación impide devaluar para apuntalar la competitividad
Por el contrario, en el caso de la Argentina, el desequilibrio de las finanzas públicas y la consecuente dependencia del financiamiento a través de la emisión del Banco Central, al haber provocado un natural escenario de alta inflación, se ha optado por seguir una política opuesta, a través de la denominada "administración de la paridad cambiaria", pese a que ha conducido a una acelerada pérdida de competitividad de las economía en su conjunto, la cual se manifiesta en la disminución del empleo y también de la posición de reservas en divisas.