A la primera pregunta que se planteó en la presentación de la nota vamos a sumar otra cuestión medular y tal vez más cotidiana para los argentinos: ¿Puede una situación de inestabilidad económica determinar un aumento en la incidencia de eventos cardiovasculares graves?
La respuesta es sí. Se dispone de evidencia de la observación formal -realizada con metodología científica- que convalida que grandes catástrofes como las guerras o los terremotos, entre otras, han incrementado la incidencia de infarto de miocardio. También abundan los ejemplos en el mundo: la guerra en Irak, los bombardeos en Israel y la Franja de Gaza; los tsunamis y terremotos devastadores en Chile, Haití y el Sudeste Asiático por nombrar algunos de los más actuales.
Consultado por Infobae, el médico cardiólogo Rafael Díaz , director de ECLA (Estudios Clínicos Latinoamérica) y director del departamento de cardiología del Instituto Cardiovascular de Rosario explica: "En todos estos casos fueron documentados mayores índices de infarto de miocardio y como consecuencia una mortalidad mayor por causas cardiovasculares. Los mecanismos involucrados sospechados son una gran descarga de adrenalina producto del miedo a veces extremo (¡terror!) que genera condiciones ideales para que ocurra un accidente coronario o una arritmia grave que podría ser fatal".
"Si bien se trata de situaciones extremas -continúa Díaz- algunas son difíciles de homologar a las que se viven en nuestro país. Por eso vayamos a algo más cercano como un escenario de inestabilidad económico-social que si bien no puede equipararse con las catástrofes descriptas, han sido asociadas también a un mayor número de accidentes coronarios y vasculares. Aunque existen reportes científicos de ese incremento de casos, debemos ser cautos y analizarlos en su real dimensión".
Por eso enfatiza el experto a Infobae: "Dicho en palabras simples: cuando estamos ante una situación de tensión emocional elevada, cualquier dolor del ombligo para arriba creemos que puede ser un infarto y consultamos. Cuando estamos de vacaciones, tomando sol, el mismo dolor lo asumimos como producto de una leve indigestión del camarón que cenamos la noche anterior. 'Errores de la observación', lo llamamos los médicos; pero el término científico correcto es: 'sesgo de reporte'".
Dice el cardiólogo Díaz: "Cuántas veces escuchamos decir: "Pobre, la gran desgracia que sufrió lo mató de un ataque al corazón" o "No toleró el disgusto y murió del corazón". Cuando escucho estos dichos en el consultorio, los tomo muy en serio; es casi seguro que algo de cierto tengan y que la sabiduría popular es fruto también de una observación que fue tamizada por el paso del tiempo".
Hoy, en la Argentina lo importante es apuntalar las medidas de prevención que deben instalarse en la población, sin que ello signifique alarmar a la sociedad.
Puntualiza Díaz : "Entre las medidas más importantes, encabeza el ranking dejar el hábito del tabaco. Para aquellos que desafortunadamente fuman; que no aprovechen los momentos de incertidumbre para incrementar su consumo (siempre existe la excusa de lo bueno y lo malo para encender un cigarrillo más). Si no es posible dejar el hábito del tabaco, al menos intentar reducir el número de cigarrillos, no es lo ideal pero al menos es un primer paso. Comer lo necesario y de buena calidad alimentaria: más frutas, más verduras y más pescado".
Realizar ejercicio cotidiano, y si es posible ahora que el tiempo lo permite hacer un poco más. En lugar de 3 ó 4 veces por semana, ¡por qué no todos los días! No se trata de rutinas extremas: caminar cuarenta minutos a buen paso ya genera un beneficio al sistema cardiovascular, pero también a la panza y al ego.
Concluye el experto cardiólogo: "No sugiero ninguna medida que pueda, ni deba alarmar a la población. Por el contrario, aprovechar el verano y el momento para tomar conciencia que la prevención cardiovascular es la disciplina que intenta prolongar su estado de salud y demorar o impedir la potencial enfermedad. Y todos los esfuerzos que los médicos hagamos para su promoción son en general pocos y no alcanzan. ¡Qué bueno el momento para recordarlo!