Los bancos de la Eurozona siguen sin dar respuesta

Mientras los bancos grandes están más enfocados en resolver sus propios asuntos que por satisfacer la exigencia de los clientes, siguen sin dar respuestas fáciles a quienes buscan ayuda con la estructuración de sus finanzas. Han transcurrido varios años desde el comienzo de la crisis financiera mundial, y los banqueros privados de los principales centros del mundo dicen que tanto la crisis que aflige a la eurozona como los avatares políticos en varias otras partes del mundo han causado que los mercados resultaran presa de la incertidumbre. Así los bancos y clientes se han vuelto las dos caras de una misma moneda:

La política macroeconómica de la eurozona continúa demasiado restrictiva pero consiguió cierto alivio con la devaluación de su moneda y con el programa "Quantitative Easing" (QE) del BCE para financiar directamente empresas, bancos y gobiernos. Y si bien los funcionarios de la UE tratan a Grecia como chivo expiatorio mientras se oponen a reestructurar su deuda, otros están de acuerdo en el riesgo político que representa si saliera tan desprolijamente del sistema euro. Mientras tanto, la caída de precio del petróleo provoca un impulso adicional para mitigar convenientemente los problemas hasta que la moneda única encuentre su cura definitiva.

Hoy una de las principales prioridades de los inversores es la de mantener una gran liquidez y una cartera diversificada de activos, y no cargar con activos riesgosos conforme los valores se desploman. Aun siguen favoreciendo las inversiones relacionadas al efectivo de corto plazo y las monedas parecen ser lo más importante en este momento... ¿pero cuáles? Los clientes no quieren estar en el euro aunque hay mucho de interés en canastas de monedas que incluyen la exposición de Asia y de naciones productoras de commodities. Por otro lado, los inversores sofisticados, esperan que la crisis de la eurozona genere algo de oportunidades que proporcionen ganancias de capital puesto que los impuestos sobre estos pueden ser más bajos que en aquellos activos que generan ingreso.

Pero por lo visto, no son sólo son los inversores quienes se enfrentan a un escenario tan difícil y dinámico, también los bancos están luchando no sólo contra las difíciles condiciones del mercado, sino también ante una serie de otros desafíos. Ante una regulación más dura, la continua crisis de la eurozona y un mayor énfasis en la transparencia impositiva, hay ahora una presión mayor para que los bancos privados puedan mantener sus márgenes de ganancia, controlar sus costos y encontrar nuevas vías para generar mayores ingresos. Y como si fuera poco, se encontró evidencia de que muchas de estas instituciones salieron a vender productos inadecuados y dieron prioridad a sus propios incentivos más que a la necesidad de los clientes.

Debido a estos reproches y el decepcionante rendimiento de la inversión en activos de variadas clases desde la crisis, a los bancos se les hace muy cuesta arriba volver a ganar la confianza perdida. Habitualmente, los clientes privados han sido relativamente fáciles de manejar, pero ahora están cobrando un interés mucho más activo, y los gestores de patrimonio tendrán que trabajar más duramente para merecer confianza y lealtad a largo plazo.

El cliente de hoy es prudente, inteligente, menos leal, cada vez más independiente; espera un mayor nivel de servicio y un valor agregado que sea claro. La confianza tendrá que ser recuperada cliente por cliente volviendo a lo básico de las relaciones. Y si la industria se centrara en las relaciones fundamentales, este será un sistema financiero mucho más saludable. Para los bancos de gran porte quedarse inmóviles ya no es una opción válida. Deben adaptarse rápidamente o los bancos privados más pequeños y los gestores de cartera independientes los dejarán atrás.

El autor es profesor en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Palermo