A pesar de la creciente amenaza del yihadismo y la persistencia del conflicto en Ucrania, tanto Estados Unidos como Europa continuaron desinflando sus presupuestos de defensa el último año, una tendencia que comenzó en 2008 con la crisis económica.
Los países occidentales en conjunto suman todavía más de la mitad del presupuesto militar mundial, si bien ese porcentaje se ha reducido drásticamente desde 2010, cuando el gasto en defensa de Occidente representaba dos tercios del total global.
Estados Unidos continúa liderando el gasto con una inversión de 581.000 millones de dólares (511.000 millones de euros) en 2014, una cifra equivalente al presupuesto en defensa de los quince siguientes países en la lista.
Washington ha reducido su gasto en cerca de 20.000 millones de dólares (17.600 millones de euros) respecto a 2013, mientras que China, la segunda mayor potencia militar del mundo, continuó agrandando su presupuesto hasta los 129.400 millones de dólares (113.870 millones de euros) el último año.
Arabia Saudita, tercera fuerza global por gasto en defensa, ha aumentado por su parte cerca de un 35% la partida militar, que en 2014 alcanzó los 80.800 millones de dólares (71.100 millones de euros) y desbancó a Rusia, que gastó en ese mismo periodo 70.000 millones de dólares (61.600 millones de euros).
En la presentación del informe en Londres del IISS, el presidente del Instituto, John Chipman, alertó que el nuevo equilibrio en el gasto militar mundial ha elevado los riesgos que afrontan los países occidentales.
"La vecindad europea es significativamente menos segura que en 2008", aseguró Chipman, que subrayó que uno de los mayores retos para la seguridad en el Viejo Continente es el retorno de yihadistas que hayan combatido en Oriente Medio y que puedan perpetrar atentados como los de París a principios de enero.
Con todo, el IISS reconoce que los recursos militares por sí solos no serán suficientes para acabar con la amenaza del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), sino que es necesario aumentar los esfuerzos para garantizar estabilidad política en Siria e Irak, al tiempo que los servicios de inteligencia deben desempeñar un papel esencial para proteger a la población en los países europeos.
Para el Instituto, los ataques aéreos liderados por Estados Unidos que se iniciaron en agosto pueden llevar a "victorias tácticas parciales" sobre los yihadistas, pero no pueden asegurar una "derrota estratégica" del grupo.
"Las acciones militares por sí solas no pueden enfrentarse con éxito a la sofisticación de los métodos que utiliza el Estado Islámico para reclutar e inspirar a sus seguidores", sostuvo Chipman.
En cuanto al análisis sobre el futuro de la industria de sistemas defensivos, el IISS alerta sobre el progresivo riesgo de ataques cibernéticos, así como de la creciente competición por hacerse con el control estratégico del espacio.
Los avances aeroespaciales de la India y China el último año han confirmado el fin de la hegemonía en ese terreno por parte de los países que protagonizaron la Guerra Fría y hasta 17 estados tienen actualmente capacidad para poner satélites en órbita.
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En ese contexto, en los departamentos de Defensa mundiales crece la preocupación por posibles ataques que causen interferencias y dañen sistemas esenciales como la navegación por satélite del Sistema de Posicionamiento Global estadounidense (GPS) y sus réplicas rusa (Glonass) y europea (Galileo).
El IISS advierte en su informe anual de que Estados Unidos y Europa deben continuar invirtiendo en tecnología militar para no quedarse atrás y evitar que la brecha que separa los ejércitos occidentales de los del resto de países continúe estrechándose.
"Tienen que tratar de retener la experiencia que han acumulado y tener en cuenta que, una vez se pierde la capacidad (militar), es muy difícil reconstruirla", afirmó el Instituto.