Cuba-Estados Unidos: los puntos más conflictivos de una larga agenda

Derechos Humanos, comercio, terrorismo e internet. Infobae consultó a expertos para analizar los grandes desafíos del restablecimiento de las relaciones

Reuters 163

Para la mayoría de los estadounidenses, los anuncios del presidente Barack Obama sobre el descongelamiento de las relaciones con Cuba han sido una buena noticia. Una encuesta de Associated Press-GfK de este febrero muestra que el 60 por ciento de los estadounidenses quieren que se levante el embargo, mientras el 35 por ciento desea que continúe; y el 45 por ciento quiere restablecer relaciones diplomáticas contra el 15 por ciento que preferiría no hacerlo.

Esas cifras se corresponden con la reacción que los anuncios tuvieron entre la población de los Estados Unidos, que en su mitad no sigue el tema. Como sintetizó ante Infobae el profesor de Política y Práctica Internacional Melvyn Levitsky, experto de la Escuela de Políticas Públicas Gerald R. Ford de la Universidad de Michigan: "No pasó nada tras el anuncio, fue un parpadeo. No hubo manifestaciones contra la reapertura. Mucha gente piensa que la situación es agua pasada, en particular por su falta de efecto sobre el sistema cubano".

Inclusive si –con exclusión de la línea dura del exilio, que no quiere diálogo de clase alguna con lo que considera una dictadura de enciclopedia– distintas generaciones de emigrados cubanos en la Florida creen que todo diálogo es positivo y que una apertura del comercio, el turismo y la Internet puede mejorar la calidad de vida de sus familiares en la isla, nada sucederá de un día para el otro.

Además de las cuestiones históricas que hacen lento el proceso de normalización de las relaciones entre Cuba y su vecino enorme, hay temas que para ambas partes significan distintas cosas. Y se tratan de temas claves: derechos humanos, intercambio económico aunque el Congreso republicano no elimine el embargo, la presencia de Cuba en la lista de Estados que apoyan el terrorismo, las telecomunicaciones.

Derechos humanos

"Raúl Castro ha bromeado con los periodistas al decir que en Cuba se violan los derechos humanos todos los días... en la base militar de Guantánamo, controlada por los Estados Unidos", dijo el profesor Félix Masud-Piloto, historiador de DePaul University y fundador de la revista de estudios latinoamericanos Diálogo. "Eso es cierto. Pero, claramente, la cuestión de los derechos humanos es un tema muy difícil en el cual ambas partes tendrán que hacer concesiones."

Dio ejemplos: "Cuba debería, sin dudas, tolerar una libertad de expresión mayor y permitir la creación de una prensa independiente que opere dentro de los parámetros de la ley cubana. Ya ha reformado sus leyes migratorias, que ahora permiten que prácticamente todos los cubanos viajen. Los Estados Unidos también podrían dar un paso importante al impedir de verdad que los exiliados cubanos realicen actos de terrorismo contra la población cubana con impunidad. Esto ha sido así desde hace más de cincuenta años."

Como señaló este académico nacido en Cuba, los Estados Unidos y Cuba reclaman distintas cosas bajo la misma denominación de derechos humanos. Entre otras muestras: unos hablan de la libertad de expresión y asociación, que pondría fin a las detenciones de los disidentes (a los que las autoridades cubanas consideran, sin matices, agentes financiados por el Departamento de Estado); los otros hablan de los detenidos sin juicio y sin defensa en Guantánamo. Pero existen, señaló Ted Henken, profesor del Baruch College (City University of New York), algunas definiciones básicas consensuadas.

"Hay estándares universales derechos humanos que se aceptan universalmente, aunque no se aplican universalmente, y es muy claro cuáles son", dijo este autor de varios trabajos sobre Cuba y del blog El Yuma.

"Los Estados Unidos deben tener más aliados ­–otros países y también personas– para poder hablar de violaciones a los derechos humanos en Cuba. Pero también deben seguir escuchando a los disidentes y a las organizaciones de derechos humanos", agregó. "Hace dos años han acordado cuatro puntos básicos: la ratificación de tratados internacionales que se firmaron pero no se aplican en Cuba; la libertad de todos los prisioneros políticos; el fin de la penalización por pensar distinto y expresarlo y –probablemente lo más difícil para Cuba– el reconocimiento de la legitimidad e independencia de las organizaciones disidentes: empezar a llamarlos opositores en lugar de englobarlos siempre como mercenarios."

Levitsky, ex embajador en Bulgaria (durante el gobierno de Ronald Reagan) y de Brasil (durante el de Bill Clinton), conjeturó: "Creo que el Congreso va a poner algunas restricciones al comercio. Mi experiencia en la guerra fría, con la Unión Soviética, cuando el presidente Richard Nixon quiso abrir el camino a un acuerdo comercial, el Congreso pasó una ley, la Enmienda Jackson-Vanik, que ligó cualquier acuerdo de compraventa al fin de las barreras a la emigración, en particular de los judíos soviéticos en aquel momento, a los que no se les permitía emigrar".

En su opinión, se podría repetir algo similar. "No se va a decir 'ok, vamos a empezar de cero'. El presidente puede hacer algunas cosas para abrir las relaciones ­–los reconocimientos diplomáticos, algo que puede hacer sin el Congreso– pero luego la clave está en los detalles", se detuvo este miembro de la Academia de Diplomacia de los Estados Unidos.

Comercio, aún con el embargo

Aunque distintas normas ­–en particular, la Ley Helms-Burton– regulan el embargo comercial de los Estados Unidos contra Cuba, la isla importa productos de los Estados Unidos, y los actuales vuelos chárter operan mediante empresas autorizadas para eso. No obstante, los Estados Unidos han sancionado a empresas locales como a empresas extranjeras por beneficiar la economía de Cuba con negocios, lo cual en la realidad se ha traducido en un encarecimiento del intercambio económico para Cuba.

Las facultades del Poder Ejecutivo pueden autorizar ciertas acciones, pero si el Congreso no levanta el embargo, los movimientos se mantendrán acotados. Y aunque la cuestión divide tanto a republicanos como demócratas, una fuerte presión de cubano-estadounidenses, como el senador Marco Rubio, parecen hacer improbable un cambio de esa magnitud.

"Ya enviamos productos humanitarios, como comida y medicamentos. Esto podría marcar una apertura a otras cosas", conjeturó el profesor y ex embajador Levitsky. "Y en algún momento, ellos podrán exportar aquí cigarros y ron. Habrá beneficios mutuos, pero también una larga negociación de los términos."

Dio el ejemplo de los acuerdos para la operación de aerolíneas: "Si tenemos más libertad para viajar sin permisos del Departamento del Tesoro, los cubanos también van a querer parte del negocio aéreo, y se abre la pregunta sobre comercio e inversión... ¿Quieren turismo estadounidense? Van a tener que mejorar la infraestructura. Y eso puede significar oportunidades de inversión para los Estados Unidos. Pero si ahora una empresa invirtiera en Cuba estaría quebrando la ley. En realidad, según la Ley Helms-Burton, si una compañía de cualquier país, digamos Canadá, invierte en Cuba y beneficia la economía de Cuba, impondríamos sanciones a esa compañía (cosa que hemos hecho)". Concluyó: "Hay mucho trabajo para el Congreso".

El profesor Masud-Piloto se mostró menos optimista: "Sería un milagro si el Congreso, controlado en las dos Cámaras por el Partido Republicano, levantara el bloqueo económico", dijo.

Aunque le faltan esperanzas, conserva sus convicciones: "El bloqueo debería ser levantado porque es ilegal, criminal e inhumano. Además, durante los últimos veintitrés años, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha votado casi unánimemente contra el bloqueo. Los Estados Unidos han vetado ese voto cada año, burlándose del mundo al hacerlo."

Henken enumeró las diversas formas en que las medidas del Ejecutivo van a iniciar transformaciones: "Hay un impacto simbólico: los Estados Unidos se mueven rápidamente para permitir un contacto real. El aumento de los viajes, además, tendrá un impacto beneficioso para la economía cubana. Lo mismo sucederá con el aumento de las remesas, que va a mejorar la vida cotidiana de los cubanos y del país".

Para él, no obstante, la pregunta no es cómo reaccionará el Congreso sobre el embargo, sino cómo reaccionará el gobierno cubano sobre lo que él llama el embargo interno que afecta las libertades económicas, cívicas y políticas. "Ése es el desafío de Obama ­a Raúl Castro ­–dijo–: él va a trabajar por el levantamiento del embargo externo, pero los cubanos tienen que trabajar en el levantamiento del embargo interno."

Agregó: "Queremos apoyar a los emprendedores, queremos dejar de ser un obstáculo. Pero el gobierno cubano tiene el monopolio de las importaciones y las exportaciones, favorece a las empresas estatales sobre las privadas, y las medidas del gobierno de los Estados Unidos son para las empresas privadas, el pequeño sector empresarial, para que pueda comprar al por mayor en los Estados Unidos y vender sus productos en los Estados Unidos. ¿Lo permitirá el gobierno cubano? Si lo hace, eso tendrá un impacto tremendo".

¿Cuba apoya el terrorismo?

Los tres expertos que consultó Infobae coinciden: ya no quedan razones para que Cuba permanezca en la lista de Estados que apoyan el terrorismo.

"Cuando se puso al país en la lista pudo haber habido razones, que databan de los 60 o los 70.", observó Levitsky, quien cumplió 35 años en el servicio diplomático.

"Pensemos lo que pensemos de Cuba, por más que tengamos sentimientos negativos, y con justificación, es muy difícil sostener que sea un Estado que apoye el terrorismo", agregó. "Si fue soporte, vía la ex Unión Soviética, de las [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia] FARC u otros grupos guerrilleros, hoy es difícil sostener algo así. El presidente podría sacarlos de la lista, como se hizo con Corea del Norte; algunos legisladores se podrán molestar, pero probablemente no van a llegar muy lejos porque tendrán que dar argumentos para mantenerlos, y no los hay."

Para el profesor de la Escuela de Políticas Públicas Gerald R. Ford de la Universidad de Michigan, "hay buenas razones para mantenerlos en otras listas, en particular en el área de los derechos humanos, pero si vamos a ser serios sobre lo que significa la lista de estados que apoyan el terrorismo, no creo que Cuba, al menos en los tiempos recientes, cumpla los requisitos. Tenemos una lista para casi todo –drogas, terrorismo, derechos humanos, medioambiente: lo que sea– y a veces nuestra intención se degrada porque en esas listas se incluye a países que no encajan en la clasificación".

En la misma dirección opinó Henken: "La razón por la que se mantiene a Cuba en la lista es porque hay algunos miembros de la ETA [Euskadi Ta Askatasuna, separatistas vascos] y de las FARC han obtenido refugio en Cuba. Pero no creo que eso alcance para integrar una lista de Estados que apoyan el terrorismo. Además, Cuba sabiamente ha jugado un papel muy constructivo en el proceso de paz, y el gobierno de Colombia lo ha reconocido. Cuba está en la lista por razones políticas, no responde a una realidad. Debería haber sido sacada hace rato".

Para Masud-Piloto, "Cuba debería ser eliminada de inmediato de la lista de países que promueven el terrorismo que elabora el Departamento de Estado. No hay prueba alguna de que Cuba sostenga el terrorismo". Y profundizó en el ejemplo: "Al contrario, el gobierno cubano ha mediado en numerosos conflictos en América Latina, de los cuales el ejemplo más reciente es el Diálogo por la Paz en Colombia realizado en La Habana".

El único problema que Levitsky le ve a quitar a Cuba de la lista que integran Irán, Siria y Sudán es que "se daría la impresión de que se le está haciendo un favor".

Si él estuviera en el Departamento de Estado "no lo haría como un regalo, sino como parte del menú de relaciones diplomáticas", propuso. Y dio un ejemplo: "Sacamos a Corea del Norte, y Corea del Norte no ha cambiado: lo hicimos como parte de una negociación sobre su programa nuclear".

Hardware e Internet: límites y expectativas

Cuba necesita mejorar su sistema de telecomunicaciones "desesperadamente", evaluó el historiador de DePaul University, Masud-Piloto. "Sólo si lo hace podría avanzar en la economía mundial. Eso, sin dudas, ayudará al crecimiento del sector privado, y también del público."

El autor del blog El Yuma (palabra que en lenguaje informal cubano denomina a los estadounidenses) recordó que gobierno cubano ya se manifestó abierto "a hacer negocios con las compañías de telecomunicaciones estadounidenses y a permitir la compra de hardware: teléfonos celulares, computadoras, portátiles varios". Pero se pregunta por los límites: "Cuba ha tenido un gran control sobre los medios masivos, y no lo van a regalar. Van a tratar de beneficiarse de la apertura sin perder el control. Eso va a ser algo para atender".

En la larga lista de temas a discutir entre los dos países, el ex embajador Levitsky ve las telecomunicaciones entre los últimos puntos. "Tenemos una ley de control de exportaciones que data de la guerra fría, pero está bastante en efecto con respecto a países como China. Pone límites para computadoras que superen ciertas capacidades", dijo como ejemplo. "Mi conjetura es que habrá ciertas cosas que se van a negar para exportación formal a Cuba. Creo que las áreas sensibles seguirán siéndolo: será algo más difícil que el comercio común en bienes y servicios."

Con respecto a internet, supone que en la isla se podría hacer lo mismo que hacen en China: "Tienen barreras en sus propio sistema", dijo. "Los jóvenes consiguen burlar algunas barreras y pagan el costo si los encuentran. Supongo que en Cuba podría suceder algo así... o quizá no, porque no querrán invertir tanto en poner barreras. Después de todo, Internet es modernización y puede ser útil para la economía. Supongo que tendrán que buscar un equilibrio entre lo que les pueda resultar subversivo y lo que pueda ser beneficioso."

En el plano simbólico, Levitsky opinó que a los Estados Unidos les interesa, igual que el intercambio que se da en los viajes, que los cubanos puedan tener acceso más abierto a Internet. "Entonces nos podríamos comunicar, en lugar de tener Radio y TV Martí, que nadie escucha o ve", ilustró. Él era subdirector de The Voice of America cuando el Congreso votó la creación de Radio Martí: "Nunca tuvimos la menor ilusión".

Según Henken, Cuba podría seguir el modelo chino: "Abrir pero monitorear, o asegurarse de que son los intermediarios y controlan los servidores, de modo que una conexión con los Estados Unidos deba pasar por ellos. China tiene la mayor población del mundo conectada a Internet, pero también tiene formas de control muy inteligente, enormes y a veces invisibles, y vigilan, y también pueden cerrar sitios. Y no lo hace el gobierno sino las compañías privadas, que para operar deben aceptar esas reglas."

Sin embargo, como señaló Masud-Piloto, "censurar la Internet es extremadamente caro y, a la larga, imposible".

En todo caso, Henken mira con buen ánimo la transformación que implicaría un acceso a Internet más amplio en la isla: "Van a mejorar la velocidad, el precio y la accesibilidad a la conexión y la información, y esa mejora va a cambiar la dinámica de la sociedad. Es difícil saber hacia dónde conducirá ese cambio", señaló.

Y comparó: "Creo que el gobierno cubano está asumiendo un riesgo, como hizo con la reforma migratoria [el fin del permiso de salida] hace dos años. Fue un riesgo, pero se había decidido tomarlo. Creo que harán lo mismo con telecomunicaciones".