En las últimas horas, salió a la luz un problema que puso en alerta máxima al gobierno de José Mujica: se constaron casos de violencia doméstica entre las familias sirias.
Es por ese motivo que, de acuerdo a fuentes oficiales consultadas por El Observador, el propio presidente decidió que los próximos refugiados que lleguen al país sean mujeres con sus niños pero sin hombres.
El mismo periódico informa que el conocimiento de estas situaciones en el seno de las familias sirias hizo que las autoridades postergaran la llegada del próximo grupo de sirios (alrededor de 80), que en un principio estaba previsto que arribara este mes para sumarse a los 42 que están en tierras uruguayas desde el 9 de octubre.
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Mujica expresó que "su sueño" es que lleguen "gurises y madres" y afirmó que no tiene "denuncias concretas" pero "lo que existe es una información global de formas culturales que tienen en otras partes del mundo en las relaciones del hombre con la mujer".
"Sencillamente en Uruguay no estamos dispuestos a quedarnos de brazos cruzados si los hombres le pegan a las mujeres", concluyó.
Según informó El Observador en las últimas horas, uno de los hermanos maristas que a principios de octubre recibió a las primeras familias sirias que llegaron Uruguay fue testigo de un episodio que luego se repetiría en varias ocasiones y que provocó preocupación en el gobierno de José Mujica.
"No estamos dispuestos a quedarnos de brazos cruzados si los hombres le pegan a las mujeres", señaló Mujica
En octubre, al religioso le tocó ver cómo uno de los adultos sirios empezaba a pegarle a su mujer. El hombre intercedió para terminar con la golpiza y le informó al sirio que se encontraba en un país en el que la violencia doméstica es un delito. El reprendido se enojó más y pidió irse de Uruguay, más concretamente para alguna nación europea.
De acuerdo con lo que publica el mismo diario, fue en ese momento cuando integrantes de la congregación le hicieron notar que en Europa las leyes de protección a las mujeres son aún más estrictas.
Las leyes que existen en Siria, comparadas con las normas occidentales, tienen escasos componentes de defensa de la mujer frente a la violencia de sus parejas.
Sin dudas, este tema causa preocupación en las altas esferas del Gobierno, dado que no puede controlar lo que sucede en la intimidad de estas familias. Además, esas costumbres están en clara contradicción con las leyes nacionales.